Diario de Castilla y León

FELIPE RAMOS

Silencios cómplices

EL RUBICÓN

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El nivel de la clase política, salvo rarísimas excepciones, comienza a ser de insulto diario al ciudadano. Todos, venga que sí menos esos rarísimos por ser excepción, van camino de convertirse en una caricatura de sí mismos , claro que sin la más mínima gracia.

Así, por ejemplo, uno puede encontrarse en el debate parlamentario que a la consejera de Sanidad de turno, y mira que es la mejor médico de familia del mundo, para ejemplificar lo bien que funciona el sistema no se le ocurre otra cosa que imaginar que otro parlamentario caiga desplomado para que viera lo bien que le iban a atender. Nada de explicar cómo funcionan los hospitales, las urgencias, la atención primarias, esos consultorios rurales que caminan inexorablemente al cierre. No, aquí para saber cómo funciona el sistema sanitaria se tiene que caer desplomado. ¡Qué nivel!

Claro que para nivel el de la presidenta de la Comunidad de Madrid . Esa que para defender su mediocridad lanza insultos por doquier. Y llama paletos, por más que ahora quiera negarlo que no pedir perdón porque su arrogancia se lo impide, a todos aquellos leoneses que defiendan el reino de León. Y se queda tan ancha.

Pero a mí no es este personaje el que inquieta y me molesta, porque como dice el refrán no ofende quien quiere, sino quien puede. Lo que me preocupa son los políticos de aquí, de Castilla y León, que comparten siglas con Díaz Ayuso . Esos que no ha dicho ni mu para denfender a los leoneses a gentes de esta tierra de Castilla y León con la que tanto se les llena la boca cuando les interesa.

Nadie, más allá de un eso está muy mal dicho con la boca pequeña de Juan Martínez Majo , ha salido todavía hoy al paso de las lamentables declaraciones de una Ayuso que tiene la desvergüenza de llamar paletos a los leoneses sin que aquí nadie de los suyos haga ni diga nada.

Está claro que pesan más las siglas y el partido que la defensa de aquellos que les han elegido y por los que tienen que trabajar. Perdieron una ocasión única de taparle la boca y de exigirle una rectificación inmediata, además de exigirle la petición de perdón a los leoneses. No lo han hecho y el suyo es ya un silencio cómplice.

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