Carnaval, carnaval
EL carnaval con libertad es menos carnaval. El colorín que conocemos pierde la gracia y sentido. Apenas trasgrede. Carnaval de raso sin fundamento. De risa forzada, de gracia inventada. Me inclino por el que se prohibió y que, cuando estaba punto de extinguirse del todo, levantó la careta, sacó los cuernos y embistió. Lo que hoy se conoce como mascarada. Salvando del contexto del colorín a Toro, Miróbriga, La Bañeza y a Cebreros, que palpitan desde hace más de un siglo. Me giro al otro lado, al de la «trascendencia» de la mascarada. No seré yo quien trascienda… Doctores tiene la antropología y nómina la gestión cultural de nuestros administradores para que se pronuncien. Que deberían hacerlo ya con mayor interés y contundencia.
Es un fenómeno social que se dispara. Se desborda en un mar de voluntades, de manifestaciones populares de gran envergadura. Como una bandada de estorninos alocada que busca su arboleda o su techumbre. Brotan por doquier. Gracias a Dios y a los diablos. Están saliendo del relato de los ancianos, del fondo de armario de los viejos arcones. Son una llamada de atención a las nuevas generaciones, un regreso al pasado, al origen, a la ceniza, a la paja, al disfraz con careta de corcho y trapo, a la manta pinguera y al paño; a los cuernos y crines de caballo, lana de oveja, piel de lobo y de garras de oso. Vuelven de un tiempo en el que el fuego iluminaba la vida, el mal, el bien, la muerte y la cosecha. En que se travestía más que ahora, como me dijo un paisano muy mayorín: «Las drag queens, las inventamos en el antruejo de mi pueblo». Se refería a la vieja o la madama. Hombres que vestían de mujer. Ahora son las mujeres las que recrean los personajes de hombres en la mascarada. Paradoja.
En toda la región existe un centenar de manifestaciones vinculadas a estos rituales ancestrales, con sus «caretos» -como dicen –los portugueses de La Raya, que son los salvadores de la máscara ibérica– cuando hablan de mascaradas. De esas que analizó Caro Baroja y de las que, al menos, conocemos su fundamento y explicación para entender por qué han vuelto. Y qué ha movido a muchos paisanos para remover la conciencia de la memoria hilando el relato de los mayores y reconstruyendo con buena voluntad la mascarada de invierno en su pueblo. ¿Habrá que hacer algo? Digo. Ojo que vienen dando…carnaval, carnaval.