Diario de Castilla y León

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ACOMPAÑADO DE una multitud de ciudadanos, Benito Pérez Galdós dejó este mundo el 4 de enero de 1920. Algunos intelectuales de la época se mofaban de su genio. La crítica más despiadada que recibió, partió de un compañero de letras, Ramón María del Valle-Inclán , quién le tildó y puso el mote despectivo, en Luces de Bohemia, de “El Garbancero”, haciendo alusión a la personalidad ordinaria, tosca, vulgar y chabacana del ilustre personaje, apodo que no se correspondía, ni mucho menos, con la realidad.

Perteneciente al movimiento realista, melancólico y romántico, escritor prolífico, mujeriego empedernido (es conocido su affaire con Emilia Pardo Bazán), político a temporadas, autor teatral de dimensiones colosales , supo profundizar, como nadie, en los defectos, temperamentos, caracteres y pasiones del ser humano -mujeres y hombres por igual-, que nos recuerdan, aunque no queramos y nos resistamos a reconocerlo, quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos, qué somos capaces de hacer, tanto en su versión negativa (faenas) como en su visión positiva (heroicidades). 

Toda la obra de Galdós merece ser leída, re-leída e interiorizada, más si cabe, en este año del centenario de su muerte.  Fortunata y Jacinta, Tristana o Misericordia son algunas de sus novelas en las que despliega, con especial maestría, las dotes naturales con las que los dioses le tocaron para describir ambientes, lugares, barrios, personalidades y personajes de las clases más variopintas en los Madriles -término utilizado con frecuencia en sus Episodios Nacionales- de la Restauración. 

Sin embargo, por deformación profesional, la que más me ha sorprendido ha sido Miau, novela en la que satiriza el Madrid burocrático de finales del siglo XIX a partir de las vicisitudes vitales de su protagonista, Ramón Villaamil , un competente exempleado del Ministerio de Hacienda, al que una serie de intrigas palaciegas han dejado cesante. Es curioso observar que la institución de la cesantía no ha dejado de existir. Con otras formas y otros nombres es utilizada cuando un nuevo gobierno -de cualquier signo- accede al poder. Hay quienes, con menos méritos, sustituyen a los que valen, a los que corresponderían ocuparlos. Cést la vie.

Si está pensado en leer algún libro interesante esta temporada, cualquier obra de Galdós le resultará amena y le recordará muchas de las situaciones personales, políticas y sociales que estamos viviendo en nuestro país.

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