Diario de Castilla y León

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RECIÉN iniciado el siglo XXI, la Generalitat lanzó una campaña para reivindicar a Cataluña como tierra de acogida, con un exposición itinerante que recorrió las principales ciudades del país. La cuestión fue polémica y muchos pusieron en duda un lema surgido de un nacionalismo que ya entonces, no tanto como ahora, dejaba asomar su carácter excluyente.

Nadie, por contra, protestaría si ese mismo lema lo utiliza Castilla y León, porque la Comunidad ha demostrado una cálida acogida a quienes llegan, aunque también es cierto que son  más los que se han ido que los que han llegado. Esta semana, durante el congreso Somos Castilla y León organizado por este periódico, alguien con la cabeza amueblada y responsabilidades en la Administración comentaba en petit comité que, en otras palabras, se debería mejorar la acogida y dedicar dinero a ella. No hablaba de asistencia social a quienes llegan con necesidades, porque eso ya se hace, sino también de ayudar  a quienes llegan para acceder a un trabajo cualificado, por ejemplo, que no tienen problemas económicos y que pueden suponer una buena aportación para la sociedad castellano y leonesa. No es algo nuevo, porque en otros países se hace.

Si uno va a Dinamarca –hay más casos– con un puesto de trabajo, al margen del apoyo que da la empresa contratante para hacer más fácil el aterrizaje, se encuentra con una administración volcada que facilita en poco tiempo los trámites e impide que al recién llegado se le pase alguna oportunidad de apoyo oficial, económico o de otro tipo, por desconocimiento. Si zonas deseosas de recibir gente, como Soria, y que tienen problemas para conseguirlo, dedicaran un esfuerzo para ayudar al que viene en su búsqueda de vivienda, el colegio para los hijos y cualquier otra necesidad en su desembarco, es posible que solo la mejora en la imagen pueda reducir esas dificultades, que son reales en algunos puntos de Castilla y León, para que se acepte un puesto de trabajo por alguno de los que hoy en día no los contemplan como punto de destino laboral.

Tiene razón quien lo planteaba durante la pausa para el café en Somos Castilla y León. Seguramente el gasto sea ridículo frente a lo que puede suponer la aportación de quien llega. Pero también es cierto que quizá la sociedad no esté preparada del todo para aceptarlo como se hace sin problemas en el caso del apoyo a los que vienen en una situación de vulnerabilidad. Castilla y León es tierra de acogida, pero igual es interesante buscar la excelencia también en ese punto.

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