El debate sobre los aeropuertos
AL SERENO
Por una feliz coincidencia he podido disfrutar de unos días de estancia en el extranjero, beneficiándome, además, de una de esas ofertas increíbles de las compañías aéreas que te ponen en mitad de Europa por poco más de cien euros para cuatro personas. Miel sobre hojuelas. Obviamente nuestro vuelo no partía desde el aeropuerto de Burgos, que sólo conecta con el de Barcelona y gracias, porque la conexión se ha recuperado hace poco más de un año, ni desde ningún otro aeródromo de la Comunidad. En realidad viajé desde Vitoria, desde su flamante aeropuerto de Foronda, que se ha potenciado con éxito desde su fortaleza como terminal de carga de mercancías a base de vuelos para la aerolínea low cost RyanAir. Vitoria se ha convertido en punto de origen y retorno para miles de pasajeros que, como es mi caso, se aprovechan de las ofertas pero es también un aeropuerto comercial para otro tipo de viajeros. El de Foronda es, en definitiva, lo que pudo ser el aeropuerto de Villafría, en Burgos.
Mucho se ha hablado de una propuesta que en su día lanzó Cecale proponiendo especializar cada uno de los cuatro aeropuertos regionales en un campo en concreto. El de Villanubla, en Valladolid, por su mayor tráfico de viajeros y su centralidad en la geografía autonómica estaba llamado a ser el gran aeropuerto de tránsito de viajeros, con conexiones internacionales. Sus instalaciones y la existencia de sistemas automáticos de aproximación y guiado de las aeronaves incluso con malas condiciones meteorológicas benefician al aeródromo vallisoletano. Pero resulta que el de La Virgen del Camino, en León, también tiene esos sistemas después de la reforma impulsada por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
Volvemos a competir entre vecinos. Para Burgos se reservaba el papel de gran aeropuerto de carga de la Comunidad. Una propuesta risible al comprobar que el de Vitoria, a una hora y cuarto de carretera, lleva muchos años moviendo mercancías y es, con el de Zaragoza, puntero en el norte de España en tráfico de carga. Además, la longitud de la pista y su orientación restringen el peso con el que pueden despegar los aviones desde Burgos. Qué hacer, pues, con nuestros aeropuertos. A ese debate llegamos tarde. Esa planificación se tuvo que haber decidido hace décadas y hoy sólo se puede seguir en manos de las compañías aéreas. Ahí está la posibilidad de cerrar una planificación para la Comunidad. Por otro lado, sí creo que es viable mantener operativos los cuatro aeropuertos, puesto que, por ejemplo en el caso de Burgos, el coste depende más de la amortización que de los gastos de explotación. No pretendamos hacer rentable una infraestructura de este tipo cuando se despilfarran millones con los retrasos y paralizaciones de otras.