Diario de Castilla y León

GANADERÍA

«La falta de pastores nos ha obligado a estar en semi-extensivo»

Lourdes Salcedo compagina desde hace 29 años el cuidado de 1.000 ovejas con el cultivo de cereal en la localidad burgalesa de Olmillos de Sasamón

Lourdes Salcedo posa en su granja de Olmillos de Sasamón, en Burgos.

Lourdes Salcedo posa en su granja de Olmillos de Sasamón, en Burgos.E.M.

Publicado por
Irene Llorente Yoldi
Burgos

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Lourdes Salcedo Ortega opositó para trabajar en el sistema judicial sin saber que el destino le guardaba una sorpresa inesperada: un marido de campo que pronto le contagió su entusiasmo por la agricultura y la ganadería. «Llevo 29 años y la verdad es que me gusta esta vida. Me gusta ser mujer rural».

Una labor que con el paso de los años también se ha ido encontrando con más dificultades, lo que, en el caso de esta ganadera, se haya tenido que ver obligada a reducir parte de las ovejas que tiene a su cargo por la falta de pastores. Un paso del tiempo que también ha influido en la manera de trabajar, de cuando se iba más al campo con los rebaños a las explotaciones.

Con sede en Olmillos de Sasamón (Burgos), la familia compagina el cuidado de 1.000 ovejas con el cultivo de 250 hectáreas entre cebada, trigo, veza y alfalfa. «Antiguamente la cabaña era de mi suegro y tenía todas ovejas churras, y se iba con ellas siempre al campo, pero cuando empezamos a trabajar nosotros hicimos ya la nave y empezamos a meter Assaf, porque este tipo de raza da más leche y desde hace años ya todas son Assaf».

Sin embargo, la dificultad de encontrar un pastor les ha obligado a adaptarse. «Nosotros estuvimos 18 años con Jesús, pero desde que se jubiló, antes de la pandemia, no hemos vuelto a encontrar. Es muy difícil dar con alguien que esté interesado y, sobre todo, que sepa», lamenta.

Por ello, han cambiado la metodología y ahora funcionan en semi-extensivo. «En tiempos de rastrojos, las sacamos por las cercanías; bueno, salvo las de producción, que no salen. Ellas se quedan porque lo que quieren es tranquilidad y pienso para producir leche», afirma.

Tiene claro dónde están losingresos: aunque su proyecto ganadero se basa en la producción de leche y en la venta de lechazos, «el negocio está en la leche». Pero lo cierto es que últimamente hay que hacer más cuentas. «El precio de la leche ha bajado en los últimos dos trimestres y me temo que en enero volverá a bajar», sospecha, a sabiendas de que, al menos en su caso, al tener el forraje propio de su actividad agraria, la rentabilidad se ve menos comprometida. «Sin campo, la rentabilidad de las ovejas sería cero».

Si el precio de la leche ha bajado, también preocupa la presión que se ejerce sobre el lechazo. «Ni en la ganadería ni en la agricultura podemos poner nosotros el precio, y en la granja es todavía más difícil porque saben que no podemos esperar mucho; en cuanto superan los 10 kilos, te los tienes que quitar, y eso los carniceros lo saben y se aprovechan».

De ahí, continúa, que la oveja Churra esté desapareciendo. «La Assaf se mantiene porque es buena productora de leche y, por eso, nos estamos salvando por ahora».

Mención especial, advierte, merece la competencia desleal de corderos que llegan de fuera de España, de países como Grecia, Francia o Italia, y que, cuando salen de matadero en España, lo hacen con sello español pero más baratos. «Yo no me meto con que se vendan pero los consumidores tienen derecho a saber el origen de cada producto. El etiquetado debería ser más claro».

Ella insiste en defender un trabajo con muchos costes. «La gente no sabe las horas que hay que estar». El momento más delicado, detalla, es cuando paren. «Muchas veces hay que ayudarlas, meterles la mano y luego hay que controlar que el lechazo empiece a mamar y que no haya rechazos, que los hay, sobre todo en el primer parto», advierte, consciente de que muchas ovejas echan a su primera camada. «En la mayoría, el primer parto es malo; luego ya se adaptan, pero hay que estar siempre muy pendiente. Por ejemplo, cuando nacen dos corderos, como uno se aleje un poco, lo rechaza y se queda con el que está más cerca de ella; y ya no te digo si tiene tres. Hay que estar muy vigilante».

Aunque compran alguna cordera, siempre dejan para recría propia. «Los machos, en cambio, los solemos comprar para romper el círculo de sangre».

Sus ovejas comienzan a parir cuando cumplen un año y luego, por lo general, paren cada año y medio, con lo que la producción de leche es continua en la granja. «Aunque hay un lote de ovejas que cumple su ciclo normal, de septiembre a octubre, luego hay que inducir el celo, que supone un gasto extra, para que produzcan todo el año. Si no, no habría lechazos en Navidad; solo parirían en febrero y marzo, que es cuando más hay». Según explica, hay dos sistemas: mediante esponjas y con implantes de melatonina que se ponen en la oreja. «Con los implantes, a los 40 días, salen a macho».

Lourdes ha pasado así de ser estudiante opositora a vivir por y para el campo. «Es verdad que es un trabajo muy físico, pero me gusta; me gusta la vida en la granja, en el campo y vivir en el pueblo».

Junto a ella trabaja codo con codo su marido, Joaquín Velasco, y dos empleados. Las buenas noticias llegan con la cosecha, que, tras dos años malos, da por fin una alegría. «Tuvimos algo de pedrisco en unas 15 hectáreas, que nos pagó Agroseguro, pero el resto ha ido bien. Ahora habrá que ver si los precios acompañan porque los insumos siguen caros», afirma con la esperanza de que el trigo no baje de las 40 pesetas/kilo (24 céntimos). «Pero vamos, como ganadera y agricultora, sé muy bien que sin ayudas de la administración no hay futuro», concluye.

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