La ribereña Trufbox, una de las primeras empresas truferas ecológicas de España
Esta inciativa de una burgalesa cuenta con 50 hectáreas de trufa negra entre Tórtoles de Esgueva y Caleruega
Fundada en el año 2015 y adquirida en su mayoría por Marta de Pablo en 2021, la empresa ribereña Trufbox puede presumir de ser una de las primeras empresas truferas españolas certificadas en ecológico por Europa. «Es un plus de garantía», asegura Marta , convencida de que esta distinción les abrirá las puertas a mercados exigentes que valoran la calidad y el cuidado del Medio Ambiente.
Trufbox cuenta con 50 hectáreas de trufa negra entre Tórtoles de Esgueva y Caleruega (Burgos), a las que se suma la colaboración de una docena de recolectores de confianza. Al tener plantas de diferentes años, no producen todas igual. «Lo que nos falta lo compramos desde Soria a Aranda», advierte a sabiendas de que esa economía circular contribuye al mantenimiento del mundo rural. «Son los valores que cuidamos».
Para estar certificada han tenido que estar tres años sin emplear ningún producto químico; una filosofía que deberán respetar si quieren preservar la certificación.
La innovación es clave. Trufbox está asociada con un laboratorio de biotecnología forestal (ID Forest) especializado en la recuperación de suelos a través de la investigación de microorganismos que ayudan a las truferas, pero también a otros cultivos como viñedos. «Gracias a esta tecnología hemos conseguido adelantar los índices de producción y sin pesticidas».
Así, mientras una encina microrrizada normal tarda unos 7 años en empezar a producir trufas, aquí el ciclo se adelanta a los 6 o incluso a los 5 años. «La vida productiva de la encina dura alrededor de 30 años. Si bien es cierto hay una curva de producción. Empieza con poquito y cuando más cantidad produce es entre los 10 y los 16 años, luego empieza a decrecer. En nuestro caso, con unas 18.000 plantas, producimos a día de hoy unos 40 kilos de trufa negra al año».
Aunque la encina microrrizada es un árbol típico del Mediterráneo, en la zona de la Ribera «lleva siglos». «Las encinas tienen una ventaja medioambiental porque con ellas repoblamos zonas que antes estaban muy estresadas por la agricultura extensiva y el uso de químicos o aditivos», señala.
El ciclo comienza en diciembre y termina en marzo. «Se desarrollan en verano, crecen con agua y calor y luego maduran en invierno mientras que en primavera permanecen en letargo».
Para la recogida, los perros son fundamentales. «Vamos siempre a primera hora de la mañana, porque hay menos contaminación de otros olores y luego se extrae una vez por semana».
Uno de los factores que más afectan a la trufa es la sequía y el estrés hídrico. «El momento más delicado es cuando se planta y los primeros años hasta que agarra bien. Luego la verdad es que sufre poco, solo necesita mucho frío en invierno y mucho calor en verano, dos cosas que aquí tenemos casi asegurado, y luego agua para que no sufra estrés hídrico. «Para evitar estos problemas existe un proyecto de innovación relativo al riego, que en las truferas se lleva a cabo por goteo, con el que reducimos el consumo de agua una tercera parte. Además se optimiza el trabajo introduciendo los nutrientes de las plantas en el canal del riego».
PRECIOS
A diferencia de otros cultivos, la trufa vive un año bueno con precios al alza que han pasado, en el caso de la trufa negra, de los 600 euros/kilo que se pagaba en los últimos años a los 1000 euros actuales (precio al proveedor). En el mercado la cifra sube hasta los 1.600 . Si hablamos de trufa blanca el precio se dispara a 7.000 euros el kilo. «La subida se debe a la escasez de trufa», explica.
Al ser un producto tan caro, el vallado perimetral es obligado tanto para reducir el riesgo de robos como para evitar la cada vez más inevitable visita de corzos y jabalíes. «Los primeros se comen la planta y el jabalí, como los cerdos, escarba y va directo a por la trufa». En su caso la valla es especial para impedir el paso sin dañar a la fauna. «Tiene también unas placas para que no choquen las avutardas».
Pero, ¿Qué raza de perros es la más recomendable para el trufero? «Nosotros tenemos varios Lagotto Romagnolo, es un tipo de perro de aguas adaptado por los italianos que cultivan trufa blanca, y trabajan muy bien. Son súper tranquilos, se distraen poco y tienen un sentido del olfato muy potente, pero cualquier perro que reúna estas características puede ser un buen perro trufero. Solo hay que adiestrarlo».
En Trufbox lo hacen ellos mismos a través de un proyecto hermano de adiestramiento de perros truferos que tiene en Salas de los Infantes (Burgos) bajo el nombre Reservoir Dogs. « Tardamos entre 2 y 3 años hasta que son plenamente eficientes».
Abiertos a la venta online desde que empezaron en el año 2015, en la pandemia la venta directa al consumidor final funcionó muy bien, «porque la gente cocinaba mucho en casa». Ahora, con la normalidad recuperada su principal canal de venta son restauradores y restaurantes de alto nivel, como Ramses o El Corte Inglés, pero también sigue muy activa la venta al consumidor final a través de su web. Además exportan a diferentes puntos del mundo como Europa, Corea, Malasia o Australia. «Ahora queremos empezar a trabajar con EEUU y América del Sur», termina.