Una helada atípica e irregular cae en Ribera pero «no compromete la cosecha»
Las ráfagas de viento frío se cebaron sobre todo con las parcelas bajas pero libra a las ubicadas en los páramos
Las bajas temperaturas vuelven a jugar una mala pasada en Ribera del Duero . El 17 de mayo, la Denominación de Origen despertó con daños visibles en un buen número de viñedos. Fue, según los expertos consultados, una helada muy atípica ya que no fue una bajada brusca y continuada de las temperaturas, como en otras ocasiones; sino ráfagas de viento frío que dejaron un reguero de víctimas, irregular y heterogéneo. La helada llega una semana después de varias pequeñas heladas que por suerte no fueron a más . Según explica el presidente de la asociación de bodegueros de la Ribera, Asebor, Iker Ugarte, pese al susto inicial, las zonas donde hay mayor volumen de viñedo concentrado se han librado, por lo que la última helada «no compromete en ningún caso la cosecha 2023 ni la calidad de los vinos» . Por otro lado, en las zonas donde ha caído «hay que esperar» porque «en muchos casos son viñas recuperables».
Ha sido una helada muy peculiar. Llama la atención el hecho de que no haya afectado a zonas altas y páramos como, por ejemplo, Moradillo de Roa, como suele pasar en heladas tradicionales. Sin embargo, ha afectado a zonas bajas.
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Según el balance preliminar, las zonas más afectadas son Adrada de Haza, Hontangas, Quemada, Zazuar y Hontoria de Valdearados , pero hay que ser cautos porque «muchas de estas viñas se podrán recuperar».
A este respecto, recuerda, hay que tener en cuenta que muchos viticultores y bodegas no habían empezado aún la poda en verde por lo que todavía hay tiempo de reacción. «Ha afectado a muchas zonas pero por suerte se han salvado las zonas de mayor concentración de viñedo como Aranda de Duero, Roa o La Horra», explica el presidente de Asebor, Iker Ugarte, sin olvidar otras zonas de peso como Gumiel de Izán, Gumiel de Mercado o Peñaranda. «Ahí ha afectado de forma desigual pero los daños o son menores o recuperables» .
Nada que ver con la devastadora helada del año 2017 cuando el 27 de abril los termómetros se desplomaron hasta los 6 grados bajo cero, entre las 2 y las 7 de la madrugada. En ese momento, según explicó el Consejo Regulador Ribera, se debió por acumulación de aire frío en las capas más bajas de la atmósfera y por irradiación. Entonces no hubo nada que hacer. La Ribera del Duero perdió en una noche cerca del 60% de la producción total; un auténtico desastre. Y es que, aunque Ribera del Duero debe la fama de sus vinos al contraste térmico entre el día y la noche, pocos viñedos resisten temperaturas tan bajas y sobre todo, tan prolongadas.
«A diferencia de la última helada, la de 2017 aunque fue un mes antes, el problema principal fue que el viñedo estaba bastante más adelantado que ahora . Nos pilló en un momento muy delicado. En esta ocasión, sin embargo, ha sido además muy irregular y mucho se podrá recuperar», asegura optimista el director de Experimentación del Consejo Regulador, Alberto Tobes, al recordar que la Ribera del Duero cuenta con un total de 27.000 hectáreas.
A la hora de luchar contra las heladas hay varias formas. En 2017, la bodega que el grupo francés Chapoutier tiene en Sotillo de la Ribera (Burgos) contrató los servicios de un helicóptero para que sobrevolase su viñedo para calentar las capas más bajas. ¿El objetivo? mezclar las capas inferiores para evitar que se acumulase el aire frío alrededor de las hojas de las viñas, pero al final lo más práctico fue subir a las capas más calientes y bajar. El balance fue satisfactorio ya que lograron salvar el 20% de las viñas .
Otras bodegas, como Páramo de Corcos, de Moradillo de Roa, recurrieron al fuego . Pequeños grupos de sarmientos quemados que fueron situados de forma estratégica en función de los vientos dominantes y el desnivel de la tierra. «Al final tuvimos suerte y no heló», asegura el gerente, José María Camarero, convencido de que más que los sarmientos, lo que ayudó es que amaneciese nublado y con aire.
Hoy, a la espera de evaluar los daños de la helada del pasado 17 de mayo, todos coinciden: más que las temperaturas lo que preocupa en Ribera del Duero es una sequía que sigue sin dar tregua. « Sin agua, la planta no madurará y no crecerá bien la uva . Esta helada ha hecho daño pero como no llueva los problemas pueden ser más serios», explica desde el departamento técnico del Consejo Regulador, Alberto Tobes.