Buenos precios para la patata, malos tiempos para las exportaciones
La cooperativa burgalesa Santa Isabel se guarda el 60% de la producción con destino a Argelia por «miedo a no cobrar» debido al bloqueo comercial a España
Aún queda mes y medio, e incluso un poco más, para que arranquen las siembras de patata en el Valle de Valdelucio (Burgos). De hecho, la última campaña aún no ha concluido aunque ya se puede hacer balance. La producción, según apunta José Daniel Bravo, socio de la cooperativa Santa Isabel, se ha visto ligeramente resentida por las altas temperaturas. Lo bueno, eso sí, es que el precio actual es «bastante razonable» y permite equilibrar , aunque menos de lo deseable, la balanza entre gastos e ingresos.
No está el sector para lanzar las campanas al vuelo ni mucho menos. «Vamos muy raspados», asegura este veterano agricultor de Villaescobedo aludiendo a la dichosa inflación, ya que «los gastos se han doblado». En cualquier caso, celebra que el kilo de patata se mueva a día de hoy en una horquilla de entre «30 y 40 céntimos». Hace no mucho, los profesionales que trabajan a pie de campo apenas percibían entre 10 y 20 céntimos. Una cantidad irrisoria, se mire por donde se mire, habida cuenta del coste que después ha de afrontar el ciudadano de a pie a la hora de hacer la compra.
Tal y como está el patio, con la crisis derivada de la guerra entre Rusia y Ucrania golpeando a las clases medias y -sobre todo- bajas de todo el planeta, con la incertidumbre que arroja un conflicto de tal magnitud en clave económica y social, el sector de la patata se da con un canto en los dientes. Sin embargo, la coyuntura internacional afecta de lleno a esta cooperativa burgalesa, que desde hace años cuenta con una amplia red de contactos internacionales gracias a la calidad de su producto.
Ya advertía Bravo en este suplemento, a mediados de junio del año pasado, que el conflicto diplomático entre España y Argelia pondría en jaque las exportaciones de Santa Isabel al país africano. No se equivocaba ni lo más mínimo. El panorama, lejos de mejorar, ha generando una situación de incertidumbre. De «miedo a no cobrar», mejor dicho. En este sentido, el agricultor burgalés precisa que en torno al 60% de la producción reservada para Argelia se ha tenido que quedar en casa por si las moscas.
La demanda se mantiene, pero la cooperativa no se la puede jugar por culpa del bloque económico. Imposible arriesgarse a enviar género y no poder cobrarlo. Por este motivo, las patatas que en principio viajarían a África se destinarán al mercado español.
«Da mucha rabia», sentencia Bravo a sabiendas de que «ha costado mucho abrir esos mercados». Además, Argelia constituía un punto de referencia por los buenos precios que siempre ha ofrecido. Por ahora, no queda otra que esperar a que pase la tormenta, si es que pasa, para evitar unas pérdidas cuantiosas e inasumibles, menos aún en los tiempos que corren. Tampoco hay que pasar por alto, y en esto coinciden todos los profesionales que pisan la tierra a diario, los «pagos a los intermediarios». Entre unas cosas y otras, el agricultor ve cómo el precio de su producto se va encareciendo mientras la parte del pastel que recibe es la más pequeña de todas.
A expensas de lo que ocurra en los próximos meses, la cooperativa Santa Isabel iniciará las siembras a finales de mayo o principios de junio con algo menos de superficie. Lo importante, no en vano, es que el tiempo acompañe para obtener la mejor producción posible.