La industria de porcino crece un 15% en diez años en pequeños municipios de Castilla y León
El presidente de FEPORCYL «saca pecho» y augura mayor desarrollo internacional del sector
La industria del ganado porcino continúa creciendo exponencialmente. Durante los últimos diez años, el dato de explotaciones en municipios de menos de 5.000 habitantes de Castilla y León ha crecido más del 15%, pasando de 247 industrias en el año 2008 a las 285 en 2018; mientras que en líneas generales a nivel autonómico la cifra asciende hasta las 401.
El crecimiento en dicha década de las industrias de porcino implantadas en el medio rural es un factor de gran relevancia, ya que para que un sector agroalimentario contribuya decisivamente a la sostenibilidad del medio rural no basta con desarrollar la actividad productiva primaria, es imprescindible desarrollar al mismo tiempo la actividad industrializadora de la materia prima producida. Son datos de gran relevancia económica y social para una comunidad que, por una parte, padece, en muchas de sus comarcas, graves procesos de despoblamiento o de empobrecimiento de su medio rural y que necesitan soluciones.
Por otra parte, es una comunidad en las que existen importantes oportunidades de incrementar la actividad del porcino, siempre compatibilizándolo inexcusablemente con un estricto proceso de reducción de su impacto contaminante, y en absoluta consonancia con los objetivos de contaminación cero a alcanzar en el periodo 2030-2050. En este sentido, el sector porcino de capa blanca español está preparado y altamente cualificado para asumir esa función de motor del diseño, lanzamiento y gestión de proyectos empresariales integradores de la producción, industrialización, comercialización e internacionalización, en diferentes comarcas del medio rural español. Todo ello dentro de una estrategia de desarrollo sostenible del medio rural.
Estas caracterísitcas son puestas de manifiesto por el presidente de la Federación de asociaciones de productores de ganado porcino de Castilla y León (FEPORCYL), Miguel Ángel Ortiz, quien muestra su optimisto y «saca pecho» ante los datos registrados en el estudio elaborado por Interporc. «Es motivo de satisfacción, estamos peleando día tras día para que la industria de porcino se instale en el medio rural y los datos así lo demuestran», afirma Ortiz en declaraciones para este periódico.
En este sentido, Ortiz defiende la rigurosidad de las cifras frente a «falsedades» sobre la industria de porcino que afirman que no genera empleo o que contamina en mayor medida que otras explotaciones agropecuarias. «Los datos demuestran lo contrario», insiste el presidente de la federación. A pesar de ello, el líder de la federación relata que existe «mucho margen para mejorar, porque el mercado lo pide y lo paga». Desde este punto, Ortiz comienza a relatar el nivel de exportaciones que registra actualmente la industra de porcino. Uno de los datos más reseñables es el crecimiento continuado desde el año 2000, momento en que se generaban un millón de toneladas, en cuanto a producción, con un 20% de exportaciones a nivel internacional, mientras que, tras los últimos informes, Ortiz afirma que las explotaciones de porcino producen más de cinco millones de toneladas, de las que exportan la mitad
Por ello, defiende que la industria de porcino en Castilla y León es «uno de los pilares fundamentales para luchar contra la despoblación», confirmando la sostenibilidad y eficacia de un sector «cada día más modernizado y optimizado». «Los ganaderos queremos seguir creciendo», apuntilla Ortiz, quien afirma que, durante la pandemia, la industria «ha continuado funcionando igual».
Batalla abierta
El líder de FEPORCYL reconoce una «batalla abierta» contra ciertos grupos de ecologistas. Ortiz ejemplifica la situación en un municipio de la provincia de Soria, de donde es natural, en el que una fortaleza abandonada impide a un varios emprendedores a construir un cebadero apenas a tres kilómetros de distancia. El presidente afirma que existen asociaciones ecologistas que «meten miedo a la gente» y denuncian que estas explotaciones generan una alta contaminación, así como que «rompe» con la estética visual de dicha fortaleza. «El único problema son los purines que utilizamos, ya que, a pesar de que hay una infinidad de sustancias que contaminan más, estos purines huelen mal y ahí no podemos hacer nada por evitarlo», continúa Ortiz, lamentando la situación.
Insistiendo en el tema, reconoce que existen «intereses privados» entre empresas de carne sintética, asegurando que financian a grupos ecologistas «que se mueven por el dinero y no por su ideología» para increpar a la industria, no sólo porcina, y buscar el cierre de empresas dedicadas al sector. En este sentido, como polo opuesto, Ortiz asegura que otras asociaciones animalistas y ecologistas colaboran directamente con FEPORCYL de cara a «avanzar, buscando un punto medio que satisfaga a todos los colectivos».
Por último, Ortiz insiste en los datos publicados por Interporc y agradece el trabajo del sector en su conjunto para «seguir creciendo», con la esperanza de mejorar los números en los próximos años, algo de lo que se muestra «convencido» gracias, en parte, a la modernización de los servicios y las granjas de porcino que impulsan a la industria en el mercado internacional.