Diario de Castilla y León

El pistacho se abre paso en la Ribera del Duero

Aunque es una inversión a largo plazo, la rentabilidad «está asegurada»

La plantación de cinco hectáreas de Alfredo ha cumplido dos años. / ECB

La plantación de cinco hectáreas de Alfredo ha cumplido dos años. / ECB

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LORETO VELAZQUEZ / VALLADOLID
Valladolid

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Era un cultivo que hasta hace bien poco apenas se encontraba en Castilla y León, pero el pistacho va captando adeptos y prueba de ello lo tenemos en la comarca de la Ribera con dos agricultores: Hermenegildo Camarero Gil y Alfredo Arroyo Sanz. A la hora de decantarse por este producto, los dos coinciden en destacar las expectativas de un mercado europeo que ha descubierto el pistacho «y le encanta»

Pese a ser un cultivo que promete grandes resultados a medio y largo plazo , los inicios no son fáciles ni para los que optan por árbol como por los que apuestan por injertos. «Yo tiré por injertos y la verdad es que no me fue bien. He tenido un retraso de casi dos años porque los injertados no eran buenos y he tenido que volver a injertar», explica Hermenegildo.

Alfredo tampoco tuvo mucha suerte con el sistema de árbol. «Se me helaron más de la mitad. A mí lo que me aconsejan ahora de cara a las nuevas plantaciones son injertos».

Junto a una consolidación de los árboles no exenta de complicaciones, se suma otra desventaja, el tiempo que hay que esperar hasta recoger la primera cosecha. A diferencia de las viñas, que son tres años, el pistacho necesita entre cinco (si va con regadío) y siete u ocho años (si está en secano).

Superados estos retos llega la ansiada recompensa en forma de rentabilidad. «Es diez veces más rentable que el cereal», aseguran.

Si sacamos calculadora no hay duda. Mientras la uva está a 0.80 euros el kilo, el pistacho ecológico ha superado este año los 7 euros y eso que no ha sido un buen año . «En otras campañas se ha llegado a los 12 euros».

En la realidad de la Ribera, el cultivo estrella es el viñedo y aunque en el segundo puesto del ranking está el cereal sólo se mantiene porque está ligado a ayudas de la PAC. «Si no, sería inasumible», advierte Alfredo con la mirada puesta en otros cultivos casi desaparecidos en la zona como la remolacha. «Ya no merece la pena».

El pistacho no cuenta con ningún tipo de ayuda. «Por ahora para mí es un complemento a otros cultivos», señala Alfredo como portavoz de una cooperativa familiar donde prevalece el cereal. «Aquí tengo un plan de pensiones», indica mientras muestra sus cinco hectáreas de pistacheros.

Para Hermenegildo, el pistacho responde a una estrategia de diversificación y por ahora cuenta con 10 hectáreas. «Es importante no volcarse en un solo producto», recomienda. 

Pero, ¿cómo está repartido el pistacho en el mapa productivo mundial? California asume el liderazgo seguido por Irán y aunque España no ocupa los primeros puestos en cantidad; en calidad, destacan, «es el mejor del mundo». Sólo falta, puntualiza, que esa calidad llegue a los consumidores españoles. «A día de hoy lo de España se va fuera y lo que se consume aquí es californiano y algo de iraní», explica Alfredo. «En España no producimos ni el 10% de lo que consumimos», añade Hermenegildo. 

Por regiones, Castilla- La Mancha acapara la mayor parte de la producción nacional seguido por Andalucía. E n Castilla y León las plantaciones rondan las 2.000 hectáreas.

A la hora de hablar de cuidados empezamos por el suelo y aunque el pistachero es un árbol que se adapta bien a casi todos los terrenos, sobre todo tierras calizas, deben tener capacidad de drenaje. «Si el agua no drena bien, las raíces se pudren», explica Alfredo con la mirada puesta en los terrenos arcillosos. «Al no dejar pasar el agua, no sirven para este tipo de cultivo».

Al plantar, hay distintas variedades pero no pueden faltar los árboles machos para polinizar a los pistacheros hembras. El clima es además principal. El pistacho necesita mucho frío en invierno y mucho calor en verano. «De frío aquí vamos sobrados pero en verano vamos un poco justos para alcanzar las 3.200 unidades de calor que necesita para madurar», explican conscientes de que cuando el pistacho se abre, en verano, es cuando más calor requiere. 

Uno de los momentos más delicados de este producto llega en la cosecha. «Cuando recoges el pistacho tienes 24 horas para limpiar la cáscara. Si no perderá valor», advierte Hermenegildo, al recordar que los compradores valoran tanto el tamaño (grande), como el color (cuanto más blanco mejor) y el hecho de que estén abiertos y no cerrados. 

El secado resulta también fundamental. Y es que, si no se secan bien, los pistachos pueden enfermar cubriéndose de una ceniza negra que es tóxica y que a la larga puede resultar cancerígena.

Aunque sus familias son agricultoras, ninguno de los dos empezó su trayectoria profesional en el campo. «Yo trabajaba en un banco y a los 50 años cambié de vida», explica Alfredo. 

En el caso de Hermenegildo fue una enfermedad la puntilla para poner fin a su vida como hostelero. «Aquí ahora me puedo organizar mejor pero de horas, creo que dedico más», asegura satisfecho porque pese a todo, «compensa». «Es otro mundo».

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