VITICULTURA
El Vino de la Tierra de Castilla y León, tercera marca en volumen
Las 197 bodegas acogidas procesaron más de 25 millones de kilos de uva en la pasada campaña, lo que las coloca sólo por detrás de Ribera del Duero y Rueda | La IGP incorpora nuevas variedades
La Indicación Geográfica Protegida (IGP) Vinos de la Tierra de Castilla y León no ha dejado de crecer desde 2010. Comercializa ya más de 22,5 millones de botellas, el 36% de ellas en exportación. Esa producción supone el procesamiento de alrededor de 25 millones de kilos de uva destinados a este marchamo, un volumen que convierte a la IGP en la tercera marca de calidad de Castilla y León en producción, sólo por debajo de las DO Ribera del Duero (132 millones de kilos en 2020) y Rueda (117,4 millones), por encima de la tercera de las DO en producción , Toro (20,5 millones de kilos en la vendimia 2020).
La cifra de esos 22,5 millones de botellas que registró la IGP en 2019 supone un 25% más que al inicio de la década , en 2010, cuando producía poco más de 18 millones de unidades. Un incremento en consonancia con la lista de bodegas adscritas a la IGP, que pasó de 152 en 2010 a 197 en 2019, un 29,6% más.
Por otro lado, el valor de la producción de la IGP Tierra de Castilla y León se ha incrementado en el mismo período de tiempo un 62%, desde los 31,24 millones de euros hasta superar los 50,65 el pasado año. Un incremento que se ha apoyado en parte en las exportaciones de la marca, cuyo cómputo comenzó en 2015, con un 35% y llegó a rozar el 50% en 2018 , si bien se contuvo en al pasado ejercicio hasta el 36%.
Aún así, las exportaciones de la IGP Tierra de Castilla y León superan un tercio de la producción. Alemania, Holanda, Suiza, Francia, México, Reino Unido y Estados Unidos son los principales países importadores de la marca , siempre según datos del Instituto Tecnológico Agrario de la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, organismo que se ocupa de la gestión de la IGP.
Variedades
En este escenario de incremento de producción y comercialización, la Administración autonómica modificó a principios de este mes el pliego de condiciones de la IGP, de forma que sus bodegas podrán elaborar vinos acogidos al marchamo con las variedades minoritarias recientemente incorporadas a la lista de autorizadas. Se trata de las uvas rabigato o puesta en cruz, rufete serrano blanco, estaladiña, gajo arroba, mandón o garro y tinto jeromo.
Se incluyen también las variedades maturana blanca y maturana tinta, que tienen su origen en la vecina Comunidad Autónoma de La Rioja, así como la variedad touriga nacional, originaria de Portugal y que ha demostrado tener «muy buenas cualidades enológicas en Castilla y León», según la misma fuente. La gran variabilidad de vinos que pueden elaborarse dentro de la IGP «permite una adaptación más fácil a la demanda del mercado y nuevos gustos del consumidor. por tanto, el potencial de esta figura de calidad es muy elevado». Con la incorporación de las variedades minoritarias «se abre un abanico de posibilidades para la elaboración de vinos peculiares, con un carácter genuino y diferenciado que puede resultar muy atractivo para el consumidor de vinos actual».
La incorporación de estas variedades es el resultado del trabajo de caracterización y recuperación de variedades minoritarias desarrollado por el equipo de investigadores del Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl), tras un proceso amplio de prospección llevado a cabo durante más de veinte años en todas las zonas vitivinícolas de Castilla y León , proceso que continúa en la actualidad.
A la fase de localización de cepas individuales de las posibles variedades, le siguieron trabajos de descripción ampelográfica y genética de las que se consideraron más interesantes. A partir de su «descripción inequívoca», se solicitó y se obtuvo su reconocimiento legal y comenzó su caracterización agronómica y enológica, «confirmando en todos los casos que se trata de un conjunto de variedades con matices muy atractivos y diferencias claras entre ellas y, sobre todo, muy distintas a las variedades que se cultivan actualmente», aseguraron en Itacyl. Otra peculiaridad de la mayoría de estas variedades es su maduración tardía y buena adaptación a las zonas de procedencia , «lo que constituye a priori una ventaja para soportar con mejores perspectivas el calentamiento global».
La IGP Castilla y León, conocida por el consumidor por su denominación tradicional Vino de la Tierra de Castilla y León, fue creada en el año 2000 por Orden de 15 de junio de la Consejería de Agricultura y Ganadería. Se trata de la única Indicación Geográfica Protegida (IGP) de vino existente en Castilla y León. Es la figura de calidad vínica más heterogénea de la Comunidad, ya que su área geográfica delimitada abarca todo el territorio. Los vinos que se comercializan con esta mención pueden ser blancos jóvenes, rosados, tintos, espumosos, vinos de aguja, de licor y de uva sobremadura.
Junto a bodegas de reconocido prestigio no adscritas a ninguna de las DOP de la Comunidad, y que marcan su propio estilo, también es utilizado este distintivo por bodegas que pertenecen a alguna de ellas, y que destinan a la IGP aquellos vinos de características peculiares no amparables por las denominaciones.