La uva albillo del blanco Ribera se convierte en apuesta de futuro
Expectativas. En su primera añada de esta variedad más de 90 instalaciones la han introducido y cerca de 40 bodegas harán elaboraciones con vinos blancos durante este año
Era su primera añada y aunque no ha sido un año fácil, el albillo Mayor ha respondido a la expectación que toda buena novedad despierta en una Denominación de Origen como Ribera del Duero. Según los datos aportados por el Consejo Regulador, han introducido uva de esta variedad más de 90 instalaciones y se calcula que 40 bodegas harán elaboraciones con vinos blancos este año.
Eso no significa obligatoriamente que todos los caldos vean la luz. «Aún están ajustando los vinos por lo que es previsible que finalmente no salgan todos al mercado», puntualiza el director técnico del Consejo, Agustín Alonso.
Tras años de investigación y de infinitos trámites burocráticos, la apertura a los vinos blancos obtuvo el visto bueno de la Unión Europea en noviembre de 2019. La medida busca garantizar la pervivencia y el futuro de esta variedad histórica en la Ribera del Duero. Y es que, el albillo Mayor siempre ha estado en la DO como uva complementaria pero imprescindible para tintos y principalmente, para rosados. Hoy da el paso adelante y lo hace con grandes expectativas. «Los profesionales internacionales que nos han visitado y que lo han probado se han sorprendido por su complejidad. Lo compararan con los grandes vinos blancos franceses», apunta. Los expertos destacan de ella su personalidad.
En su perfil joven son vinos sabrosos, atractivos y frescos pero su verdadero potencial se muestra en la guarda. «Es una uva nacida para la longevidad que al ser trabajada da lugar a vinos elegantes, sofisticados, vinos totalmente diferentes a la oferta nacional de blancos», recalcan a sabiendas eso sí, de los cuidados que requiere. «Ha de vendimiarse en el momento exacto, ni antes ni después, porque el mínimo descuido puede dar al traste con su potencial. Este tipo de uva exige una concentración absoluta y una vigilancia extrema. Trabajarla es muy sufrido y exigente pero el resultado alcanza niveles de excelencia», defienden sus adeptos.
El enólogo juega un papel principal. «Es un reto porque es una variedad peculiar. Toca investigar, experimentar y aprender», subraya el presidente de la Asociación Enológica de la Ribera, Enoduero, José Nuño, convencido de que el objetivo no es competir con los grandes volúmenes sino desarrollar un vino de alta calidad que exprese el terroir.
Entrados en terreno, de albillo Mayor existen viñedos centenarios que en muchos casos, conviven entre las viñas de tempranillo. La edad media de estos viñedos es de 50 años aunque la superficie es por ahora testimonial con 500 hectáreas de las 23.353 plantadas en la DO.
En cómputos generales este año la Ribera del Duero ha recogido un total de 123.100.000 kilos de uva, de los cuales 122.007.575 eran variedades tintas, Tempranillo por encima de todo, y casi 1,5 millones de variedades blancas, principalmente albillo Mayor. No ha sido una campaña fácil; al reto de la pandemia se ha unido una climatología un poco más caprichosa de lo normal. «La campaña ha sido excepcionalmente extraña, se ha dilatado más que en los últimos años y se ha desarrollado en episodios, muy influida por la meteorología.
Afortunadamente las lluvias dejaron paso a rachas de viento que secaron los racimos, evitando las temidas enfermedades, y dejando una uva sana y de calidad que maduró más lentamente pero que presenta interesantes características y un gran potencial», destacan desde el Consejo Regulador con la mirada puesta en las primeras catas. «Dejan constancia de las infinitas posibilidades de los vinos que se elaboren con la uva de la cosecha 2020. Los jóvenes que están ahora mismo en fermentación son frescos, estructurados, y con una gran carga aromática y de color».
Por cantidad, es la tercera mayor cosecha de la historia de la DO, tras las de 2016 (133.112.138 kg) y la de 2018 (125.438.801 kg), y por encima de la de 2014 (122.324.673 kg). «Ha sido la vendimia más difícil a la que nos hemos enfrentado pero la responsabilidad, el compromiso y la enorme implicación de nuestros bodegueros y viticultores han hecho posible que se haya desarrollado con relativa normalidad», agradece Enrique Pascual, presidente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Ribera del Duero.
Sin duda, 2020 será recordado como el periodo más incierto, imprevisible y complicado de la última década. Las medidas que afectan a la hostelería y el confinamiento nacional e internacional han frenado ventas y exportaciones que obligan a las bodegas a buscar nuevas fórmulas. «El vino debe ampliar los canales de venta para el futuro ya que el hábito de consumo en casa, aunque bajará obviamente cuando termine la pandemia, dejará un poso que las bodegas tenemos que tener en cuenta», defiende el gerente de la asesoría enológica Red Bottle International, Alfonso Velasco.