Una clínica ambulante con dedicación íntegra a los caballos

A Cristina Rioja, veterinaria y dedicada especialmente a la clínica equina, la pasión por los caballos le viene de su niñez. Vive su profesión con verdadera dedicación. Ha estado en contacto con estos animales desde muy pequeña, afición inculcada por su familia, que regenta la Cuadra Antares en Garray. Y ahí fue donde encaminó su futuro. Está graduada en Veterinaria por la Universidad Complutense de Madrid, pero todos los años continúa formándose en clínica equina: desde la reproducción, a la odontología, pasando por las cojeras, la medicina interna o la cirugía ambulante.

Ya hace tres años decidió asentarse en Soria y prestar servicio tanto a équidos de silla (caballos de deporte, doma, vaquera o paseos) como a ganaderías de yeguas que se dedican a la producción de potros de carne. Al fin y al cabo tienen las mismas patologías.

Así, a los 24 años se convirtió en veterinaria ambulante de equinos, la única especializada en esta ganadería en toda la provincia. Porque hasta ahora a los ganaderos de equino les visitaban veterinarios del País Vasco y Navarra, fundamentalmente.  

«Siempre llevo la clínica encima». Y es que en su vehículo lleva todo tipo de material y aparatos para hacer el trabajo de campo. Recorre toda la provincia, desde Pinares y El Valle a Tierras Altas y Almazán, donde confiesa que ha sido muy bien acogida. También cuentan con ella ganaderos de La Rioja y Burgos. Si en alguna ocasión sus pacientes necesitan un seguimiento más exhaustivo, en Cuadra Antares dispone de una zona habilitada y cinco boxes para atender a sus pacientes, una zona que suele estar al completo en la época reproductiva. 

Esta soriana cuenta que las patologías más comunes en caballos son las cojeras y los cólicos , que normalmente se resuelven médicamente en el campo, aunque un porcentaje pequeño es necesario derivarlos a grandes hospitales para su intervención quirúrgica o cuidados especializados. Normalmente a Madrid o Zaragoza. «Algunas son fáciles de resolver y otras tengo que estar semanas porque son patologías muy diversas».  

La reproducción es una de las facetas que más le gusta . «Las yeguas presentan celos estacionales, su época reproductiva, que comienza a finales de febrero y siguen hasta septiembre». Es por ello que en primavera, cuando se alargan los días, también se le amplía la jornada laboral. Es el momento en el que se realiza el seguimiento ecográfico e inseminaciones artificiales, pudiendo elegir el semental con el que cruzar a la yegua y mejorar la raza.

Una vez preñadas hay que certificar la gestación; si todo va bien, dejarlas tranquilas hasta el parto, aunque no está de más chequear ecograficamente que el potro está bien pasados unos meses. No le suele tocar intervenir en los partos, y si vienen complicados es mala señal. 

En su hospital particular, una furgoneta habilitada como tal, lleva todo tipo de medicamentos para los caballos, un aparato de rayos, un ecógrafo, y todo el material que necesita para su día a día en sus múltiples tareas en el ámbito de las cojeras como de reproducción, hasta en odontología, donde tiene también una parte importante de su ‘clientela’.  

Y es que el crecimiento de los dientes en los caballos es continuo, lo que les genera un problema, sobre todo a los de doma. El arreglo de la tabla dentaria, tal  como se observa en la imagen superior, «es muy importante tanto para el buen funcionamiento del aparato digestivo y la prevención de cólicos como para el manejo del caballo montando», asegura. «Se les hacen heridas en la mucosa bucal que provocan problemas y algunos dientes, llamados dientes de lobo, pueden chocar con el bocado que se les coloca para montarlos y dar verdaderas molestias, teniendo que extraerlos». 

Todo lo que puede lo solventa ella, si no es en el campo, lo traslada a la Cuadra Antares para hacerle un seguimiento más exhaustivo. Allí tiene dispuestos cinco boxes totalmente preparados para atender a sus pacientes. Suelen estar al completo en época de reproducción , para realizar las pruebas a las yeguas y a los potros. También ha tenido que asistir en su hospital de campaña a algún caballo con cólicos si el dueño en ese momento no podía atenderlo.  

Con la pandemia por el coronavirus su trabajo no se vio paralizado durante los meses de confinamiento, ya que los ganaderos tenían que continuar con su actividad, considerada dentro de las esenciales. Eso sí, tomando todas las medidas de seguridad sanitarias, más aún si cabe. No obstante, al ejercer al aire libre y en el campo y con el único contacto de los animales, casi parecía estar viviendo una situación idílica. Sí que notó mucho más trabajo con los caballos deportivos. «Como estuvieron mucho tiempo sin ejercitarlos, al retomar el trabajo habitual, hubo que llevar cuidado con esa vuelta a la actividad para evitar las lesiones».  

Formada también en Fisioterapia Equina por Equidinamia, puesto que cada vez se está dando más importancia a la fisioterapia. «Los caballos hay que verlos como deportistas de élite porque es lo que son». Así, complementa las recuperaciones de lesiones con fisioterapia mediante electroestimulación, punción seca o  kinesioterapia. «Tratar a los caballos con técnicas de fisioterapia se ha demostrado que influye a la hora de obtener buenos resultados».