La expansión de la avutarda pone en jaque el cultivo del girasol
DAÑOS Los agricultores se plantean optar por esta oleaginosa ya que cada vez registran más bandos que se comen sus plantas y están desamparados por la Junta y por los seguros, con una carencia del 20%
Con el inicio de la campaña de aseguramiento de los cultivos herbáceos, en marcha desde el 1 de septiembre, de nuevo se pone en jaque la cláusula de los riesgos excepcionales, ya que estos siniestros se cobran con una carencia del 20%. En estos riesgos entran animales silvestres, fauna cinegética, vientos huracanados, lluvias torrenciales e inundaciones. El problema es que si el daño provocado por estas situaciones excepcionales no supera el 20% el agricultor no percibe nada. Las organizaciones agrarias llevan años luchando para que se retire la cláusula y se cubra toda la afección, por pequeña que sea. Lo que sí que hacen en el caso de la fauna cinegética es reclamar ese 20% a los cotos de caza donde se circunscribe la parcela siniestrada. Y a la Junta de Castilla y León, como responsable de los animales silvestres, en el que se incluyen las avutardas, una de las aves voladoras más voluminosas y pesadas que se conocen y a las que les apasionan los girasoles cuando están naciendo. La Administración regional realizó un seguimiento de esta especie a través del Plan de Monitorización del Estado de Conservación de la Biodiversidad en Castilla y León en el que han participado agentes medioambientales, celadores de Medio Ambiente y técnicos de los Servicios Territoriales de Medio Ambiente, junto con el apoyo de personal técnico de la Fundación del Patrimonio Natural, que demostró que en los diez últimos años la población de avutardas en la Comunidad se había incrementado un 13%, con un censo de más de 15.700 animales. Precisamente la Junta ofrece una ayuda a los agricultores de una zona de Zamora, la provincia de Castilla y León donde más población de avutarda hay, si bien en estos casos no se podrían aplicar compensaciones por los seguros. No obstante, se trata de una cobertura que no se extiende más allá de la Reserva Natural de Villafáfila, de modo que el resto de agricultores quedan desprotegidos. Menos aún en Soria, donde Medio Ambiente indicaba en el citado Plan de Monitorización que no se había detectado ningún ejemplar, estando presente en la provincia solamente fuera de la época de reproducción. El gerente de Asaja Soria, Juan Francisco Barcones, recuerda que la organización provincial lleva casi veinte años dejando constancia de la presencia de avutardas, pero desde las administraciones se les niega, dado que alegan que no nidifican en tierras sorianas, de modo que no pueden optar al cobro de las ayudas PAC, pero sí reconocen que vienen a alimentarse, de modo que ocasionan un importante perjuicio al campo, cuyas pérdidas recaen en los agricultores, quienes se ven arrastrados por la alimentación de unos animales de los que no son responsables.
Es el caso de Javier Lázaro, a quien cada campaña le toca defender sus campos de girasoles que cultiva en la zona de Duañez de los bandos de avutardas, un problema que, asegura, se ha ido acrecentando en la última década. Y es que si siembra una finca de girasol luego tiene que estar pendiente mañana y tarde de ‘guardar’ sus tierras. «Si te descuidas se las comen en un momento». Reconoce que algún año ha dado parte, pero como el seguro sólo se hace cargo a partir de un siniestro que supere el 20%, al final se queda sin ayuda. Para Javier sembrar girasol es una «esclavitud» desde que nace hasta quince o veinte días después porque hay que estar cuidando el campo. «Voy por la mañana a las seis o así antes de que amanezca y me quedo por lo menos hasta las diez. Y luego por la tarde otra vez, desde las ocho hasta que anochece». Lamenta el vacío legal que hay y que protege a una especie, que por otro lado, es responsabilidad de la Junta y de Medio Ambiente, no de los agricultores. «En otras zonas la Administración regional les ha reconocido una cobertura y perciben una compensación por daños, pero en Soria no, primero porque dicen que no hay y a los agricultores no nos pagan por alimentar las aves sino por el girasol que producimos, y si se lo han comido los animales no tenemos por qué asumirlo nosotros». Javier lo ha puesto en conocimiento de los agentes medioambientales, pero la situación sigue igual. Además, insiste en que cada vez hay más. «Antes los bandos estaban formados por seis o siete avutardas; ahora he llegado a contar 32. Si una bandada de éstas pilla una finca de dos hectáreas en dos días has visto el girasol. Te lo ventilan en un momento». Explica que a estas aves les gusta mucho este cultivo cuando nace porque está tierno y carnoso. Sin embargo, la hierba del barbecho ni la prueban. Además, hay otro ‘pero’, ya que si la peritación no es inmediata, no se ve el tallo y entonces se complica la justificación, ya que parece un fallo de nascencia. A su juicio, «no tiene sentido que la Administración las proteja y luego no se haga cargo de ellas porque el problema me lo llevo yo».
No obstante, sí reconoce un paso adelante, ya que antes Agroseguro no lo contemplaba y ahora sí, aunque con esa carencia del 20%. «Nadie quiere que le quiten un 20% de su sueldo. Yo no quiero que se coman el mío. ¿Por qué lo tengo que aceptar yo? Y si no los daños hay que repartirlos entre todos. Sólo pido controlar la población y compensar por lo que se comen para que no tengan que asumir los daños los agricultores». Y es que se trata de un problema que les ocurre en la zona a todos. De hecho constata que hay muchos que no siembran girasol para no estar pendientes de las avutardas.
Según explican fuentes de Agroseguro, los daños que la avutarda, considerada fauna silvestre a efectos de aseguramiento, genera en los cultivos están incluidos dentro del sistema de seguros agrarios español. Las condiciones para poder compensar los daños producidos por esta ave, se establecen en las condiciones generales del seguro. Y la normativa sobre cada uno de los seguros agrarios en España es objeto de estudio por los diferentes grupos de trabajo, de los que forman parte las organizaciones agrarias, las comunidades autónomas, ENESA y Agroseguro.
En el caso de los cultivos herbáceos extensivos, como el girasol, las condiciones especiales del seguro, establecen que quedan excluidos los daños para los que el asegurado disponga de algún sistema de cobertura de las pérdidas, como es el caso de compensaciones oficiales establecidas con esta finalidad. Es el caso de Castilla y León donde Agroseguro recuerda que la Junta ha establecido ayuda para las fincas comprendidas dentro de los límites comprendidos dentro de la Reserva Natural de Villafáfila, en Zamora, donde la avutarda suele parar, y en ese caso, no se podrían aplicar compensaciones.
Dentro de la línea de cultivos herbáceos extensivos, los daños por fauna silvestre deben alcanzar el 20% de la producción en cultivos de regadío en todos los módulos de aseguramiento. En el caso del secano, ese porcentaje también es necesario en el módulo 2 y módulo P, pero no cuando se contrata el módulo 1. Un porcentaje que por otro lado es igual para toda la fauna silvestre, sin distinción.