VITICULTURA
El Covid 19 frena la poda en verde en las viñas de las DO burgalesas
CIERRE DE FRONTERAS La ausencia de los habituales peones de Bulgaria y Rumanía preocupa a la vinicultura ribereña / En Arlanza se ocupan en muchas casos las propias familias dueñas de las bodegas
El campo burgalés sigue viéndose afectado por los cambios en la vida diaria de pueblos y ciudades, a los que obligó dos meses atrás la irrupción en todo el mundo del Covid 19 ( coronavirus ), terrible pandemia que ha causado ya más de 23.000 fallecimientos en Castilla y León, y contra la que se sigue luchando. Trastorno que a los viticultores de las Denominaciones de Origen (DO) burgalesas, Ribera del Duero y Arlanza, les está causando algunos quebraderos de cabeza al encontrarse en la antesala de una de las labores esenciales con la llegada de la primavera.
Se trata de la ‘poda en verde’ para retirar los brotes no fértiles, y que aunque básica en sendas comarcas, cada una afronta a su manera ante las diferencias entre sus terruños, climatología y extensión. Elementos que marcan a su vez los plazos de trabajo que manejan en sus respectivos calendarios anuales.
Y es que una de las medidas para intentar frenar el contagio masivo del coronavirus fue el decreto del estado de alerta en todo el país por parte del Gobierno Central el 14 de marzo, el cual tras varias prórrogas sigue vigente hasta el 25 de mayo.
Medida que entre otras cuestiones ha traído consigo el obligado confinamiento de toda la ciudadanía, con algunas excepciones entre las que afortunadamente se incluyó a los profesionales del campo . Pero que motivó también el cierre de fronteras entre países, lo que ha impedido la habitual contratación de trabajadores para esta labor de poda en verde de las vides que pueblan los campos de las dos DO.
Y es que como explican los expertos, en el caso de la ribereña son más de un millar de personas las que cada primavera vienen a realizar esta labor, sobre todo rumanos y búlgaros ya habituales en la campaña, a los que el cierre de fronteras ha impedido entrar en España. A lo que se suma el hecho de que muchos otros que sí están aquí y se ofrecen a realizar estas labores son con frecuencia personas sin papeles que no pueden ser contratados.
De ahí que desde las agrupaciones agrarias se pida al Gobierno buscar una posible vía que no sólo les permita a ellos trabajar sino también regularizar su situación, y con todo ello también salvar el sector.
Así como la posibilidad de que las personas desempleadas o que hayan sido objeto de ERTE puedan contar con algún tipo de contrato que en una situación anómala como es ésta, les permita trabajar sin perder sus subsidios. Pero mientras se estudian estas cuestiones, el sector urge a la toma de decisiones, ya que la tarea de la poda en verde comienza a ser urgente en la Ribera.
En el caso de la DO Vinos de Arlanza , desde su Consejo Regulador explican que la tardanza con que realizan la vendimia a causa de sus especiales características climatológicas y de altitud -en torno a la fiesta del Pilar de mediados de octubre frente al mes de septiembre de otras DO-, hace que también se realice esta poda más tarde en lugar de ahora, ya a punto de iniciarse en otras regiones vinícolas con clima más cálido como la de Ribera.
Menor urgencia en la comarca de Arlanza en la que también influye -añaden desde el Consejo- «contar con menos bodegas grandes que sí necesiten a algunos de estos trabajadores, ya que la gran mayoría de las 26 bodegas asociadas en la DO son de pequeño tamaño y muchas familiares, en las que puedan ocuparse de esa poda los propios miembros de dichas familias o cercanos», explica su gerente Elisa Fernández.
«Aunque sí es verdad que las cuatro o cinco más grandes ya están en contacto con las de la Ribera, pues normalmente algunos de los trabajadores que vienen a la poda en verde a los viñedos de ésta última se quedan para realizarla después también en nuestra zona de Arlanza, a fines de mayo o principios de junio».
Comenta que otro de los problemas que la DO Vinos de Arlanza también está logrando evitar es el exceso de vino con que cuentan hoy los almacenes ribereños, «ya que el mayor volumen de producción que tiene Ribera se traduce también en más vino que este año por culpa del coronavirus no está saliendo a la venta como estaba previsto, provocando una sobre acumulación, que nosotros no estamos teniendo».
Circunstancia motivada por un lado, por el menor número de hectáreas y volumen de vino de una y otra, ya que frente a las 300 hectáreas de la DO Vinos de Arlanza y sus 26 bodegas, Ribera del Duero cuenta con más de 22.000 con las que trabajan 8.000 viticultores de Burgos y Valladolid.
A lo que se añade, en segundo lugar, las menores cosechas de los últimos años en Arlanza, «y el ser menos lo producido ayudó a que saliera con más facilidad, además de que algunas de nuestras bodegas cuentan con grandes depósitos que les permitiría almacenar mucho más de lo que en verdad se produce». Todos ellos factores que, como resume, «hacen que estemos menos preocupados ante la falta de mano de obra para la poda en verde», reconoce.
Y es que como reconoce el presidente del Consejo Regulador Ribera del Duero , Enrique Pascual, «hemos pasado de ir como un tiro a tener un retroceso histórico» , a la vez que confiesa la imposibilidad de calcular las consecuencias de la crisis que se avecina tras la irrupción del coronavirus. Porque no sólo pone en peligro tareas básicas como ahora la poda en verde, sino que ha cerrado los mercados y áreas de distribución -como el canal Horeca (Hoteles, Restaurantes y Cafeterías).
Varapalos a los que ya se sumaba la incertidumbre internacional generada el pasado año ante el brexit británico y los aranceles impuestos en Estados Unidos por el Gobierno de Donald Trump.