Diario de Castilla y León

AGRICULTURA

La lechuga de Medina de Pomar esquiva al coronavirus

ESTABILIDAD A pesar de la situación actual la producción de esta hortaliza sigue su curso habitual / La labor de recogida comenzará aproximadamente dentro un mes

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Campo de lechugas listo para recoger.- ECB

Publicado por
P. GIL
Valladolid

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La lechuga de Medina de Pomar esquiva al coronavirus y afortunadamente mantiene su producción. Pedro Ruiz-Bravo, cultivador de este producto comenta que mantener «las plantaciones al día» ayuda a que el rendimiento del producto no descienda. Así, para su recogida y posterior comercialización hay que esperar alrededor de un mes pues fue en marzo cuando se plantó.

Lo que sí detecta el agricultor es que los precios de la lechuga decaen aunque desconoce si se debe al estado de alarma que decretó el Gobierno o al «exceso de producción» ya que es «algo que pasa siempre, no solo ahora». Para paliar esta problemática apunta que es importante tener «la empresa saneada y aguantar el tirón como se pueda, no hay otra manera», agrega.

Ruiz-Bravo comenta sin embargo que la lechuga cultivada en invernadero «ha valido bastante» pues se ha plantado en menos zonas según explica. Es por esto que el balance de su actividad como agricultor lo hace cada cinco años. «En este tiempo hay que sacar la media».

El productor, que planta aproximadamente un millón de lechugas al año, señala que es prácticamente imposible despacharlas todas. «Hay mucha merma, el 100% no lo he vendido nunca en la vida». Explica que realiza una campaña de seis meses en la que empieza a recoger en mayo y finaliza en noviembre. «En ese tiempo hay muchas variaciones de precio y de consumo».

En cuanto a realizar el cultivo al aire libre o en invernadero, comenta que esta segunda opción está más enfocada para el invierno. «En cuarenta años que llevo trabajando como agricultor nunca me lo ha planteado» .

Esta hortaliza corresponde a una variedad de lechuga ‘Batavia’ debido al clima –tiene que oscilar entre los 18 y 22 grados- y al suelo donde se cultiva además de una buena luz solar, por lo que en invierno «crece muy poco» . Así cuando llega la primera el cultivo comienza a crecer. La lechuga de Medina se caracteriza por ser crujiente, fresca, tierna y con un olor equilibrado y persistente con una intensidad media.

También es de consumo rápido ya que «si la cortas por la mañana por la tarde ya tiene que estar en el mercado para venderla a la mañana siguiente pues aguanta un día o dos, no más», explica el agricultor.

Es por eso que los mercados de referencia para la comercialización de este producto son ciudades como Barcelona, Cantabria, Madrid, País Vasco y Navarra, descartando así territorios internacionales que se encuentren a grandes distancias.

La zona de producción, acondicionamiento y envasado de las lechugas amparadas por la marca de garantía ‘Lechuga de Medina’ está constituida por los terrenos ubicados en los municipios de la comarca de Las Merindades de la provincia de Burgos. Sin embargo, es el corredor Villarcayo, Medina de Pomar, Trespaderne y Frías, el que alberga la mayor parte de las plantaciones e invernaderos acogidos a la certificación de calidad. Así solo las lechugas cultivadas, conservadas y envasadas cumpliendo los requisitos y normas establecidos en el Reglamento de Uso y sometidas al control e inspección de los técnicos de la marca, pueden ser etiquetadas con el distintivo de calidad.

Pero para portar este certificado , el género tiene que pasar unos controles muy exhaustivos que a Ruiz-Bravo le suponían más gastos, por lo que ha decidido desprenderse, al menos este año, de esta marca. «No me cuesta más que dinero y nunca me ha dado beneficios poner una etiqueta con marca de garantía de lechuga de Medina de Pomar».

Y es que tiene que tener un reglamento de uso , una serie de condiciones tanto para los agricultores como para los envasadores y una serie de controles tanto sobre el producto como sobre los campos y los almacenes. Además, las pruebas tienen que ser realizadas en distintos momentos del cultivo y auditadas por una empresa certificadora externa. Para todos estos procesos «ponía mil euros cada año» , apunta Ruiz-Bravo, quien comenta que esa cantidad la aporta cada uno de los productores que quieren certificar sus lechugas.

Sin embargo, hay otros que no se decantan por esta opción debido a que influye el mercado al que va cada uno .

Subvenciones

«Nada de nada» . Así resume el productor de lechugas las subvenciones que recibe por parte de las administraciones. Señala que «sí dan cosas» pero no se acercan a los costes que el agricultor asume cada año con cada campaña. «No es suficiente, no llega», concluye.

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