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AGRICULTURA

Bronce para la alfalfa deshidratada

Es la tercera zona de producción del país con unas 130.000 toneladas en esta campaña / Apunta  sus miras al extranjero pero juega un importante papel en el mercado nacional por su cercanía al norte de España, donde mayor es la demanda

Una máquina coloca las balas de alfalfa deshidratada sobre un remolque. (AEFA)

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ELSA ORTIZ | VALLADOLID
Valladolid

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Castilla y León ocupa un  puesto en el podio nacional de la alfalfa deshidratada. Es la tercera zona de producción por peso en España, abarcando «entre un 10 y un 15%» de la misma. El oro brilla en Aragón y la plata reluce en Cataluña, mientras que la Comunidad presume del bronce. Una medalla que no le ha hecho inmune a la tónica general, con un año agrícola «un tanto complicado».

El pistoletazo de salida de la campaña resonó el 1 de abril. Las condiciones climatológicas no siguieron el compás de su eco y los inicios fueron «un poco flojos», como recuerda el director de la Asociación Española de Fabricantes de Alfalfa Deshidratada (AEFA) , a la que pertenecen diez de las once empresas que operan en la región. Una flojera que mejoró a lo largo de la campaña hasta permitir a Luis Machín estimar unas 130.000 toneladas. 

En Castilla y León predomina en el secano sobre el regadío en este cultivo, con unas 15.000 hectáreas frente a cerca de 8.000. En ambos casos se plantean los mismos requisitos: sol y agua, a los que se suman los cortes bastando con un par en la primera modalidad y subiendo, en función del tiempo, hasta cinco anuales en la segunda. El quinto y último en las parcelas regables se acomete a lo largo de este mes que está a punto de terminar. 

Como no podía ser de otra manera, en el balance de las 23.000 hectáreas castellanas y leonesas destinadas a este fin, el secano sale peor parado tras el pulso echado a lo largo de una campaña protagonizada por la sequía, dado que los «problemas» ocasionados por la escasez de precipitaciones apuntan a «una caída en la producción cercana al 15%».

Este traspiés no consigue aplacar, en cambio, a unas «sensaciones positivas» que Machín contextualiza en la ruptura con la tendencia a la baja de los últimos años. «El cultivo venía un poco mal y en esta campaña se ha recuperado algo», asevera para traducir esta mejoría, en el global del país, en «una subida del 7% de la superficie cultivada». Más allá del terreno propiamente dicho, las buenas vibraciones tienen su amparo en el mercado internacional donde esta producto «resulta rentable y se defiende muy bien». 

Antes de conocer esta defensa, es preciso desgranar qué esconde exactamente el matiz de deshidratada. El director de AEFA explica que la diferencia con el producto de idéntico nombre pero que no lleva apellido se da fuera del campo, una vez recogida. «La alfalfa se cosecha con cerca de un 35% de humedad», concreta para apuntar al proceso industrial donde «se somete a unos 150 grados durante cinco minutos» para rebajar ese porcentaje al «10 o 12%». 

VENTAJAS

¿Y qué ventajas reporta esta pérdida de humedad? Deja en jaque a los microorganismos vivos . «No tiene, por lo que es muy difícil que aparezcan hongos y eso repercute en un claro beneficio para la seguridad alimentaria y el bienestar animal», traduce tras anotar que este producto se utiliza sobre todo para alimentar al ganado de producción láctea. En la lista de puntos a favor, Machín destaca su «alta trazabilidad», que permite «saber de qué parcela procede así como el momento en que se ha recogido». Por último, y no menos importante, remarca la «conservación durante largos periodos de tiempo» y la «mayor facilidad para su transporte», especialmente relevante para las ventas previstas de puertas para afuera del mapa nacional. 

Dos formatos fundamentales de alfalfa deshidratada contempla AEFA. El primero es la bala que, como cuenta su máximo responsable, «suele utilizarse para dar de comer a vacas de producción láctea y otros rumiantes». Mientras que el segundo, de granulado o pelet , está más enfocado a la dieta de «animales de aptitud cárnica como cabras, ovejas, conejos o cerdas».

Hay producción, beneficios y alcance mundial. ¿Pero qué pasa con los precios? En el caso de la alfalfa deshidratada resulta, según responde el director de la asociación, «complejo» dado que no solo depende del formato, sino también de la calidad que esta determinada por «el valor relativo forrajero y el nivel proteína».

Para atajar estos frentes, AEFA aboga por «una tipificación con cuatro tipos de balas y tres de pelet» en la que, la última palabra la tiene el otro factor: «el producto de calidad más alta es el que mejor se defiende en el mercado internacional tanto en precio como en facilidad en las ventas». 

Con este telón de fondo, las sensaciones también son buenas para este parámetro por el que los productores hacen una fehaciente apuesta. «La campaña pasada fue copiosa en lluvias y se mojaron los cortes», recuerda Machín para traducirlo en una «repercusión negativa en la calidad» que en esta pinta mejor. 

Con una maleta carga de optimismo, AEFA cumple su segundo año de un programa de tres para promocionar la alfalfa deshidratada en China. En estos momentos perfilan un seminario para que «sus granjeros vean de primera mano el impacto positivo que puede tener en sus ganaderías». 

El país asiático está en la diana de objetivos de los productores españoles porque, justifica Machín, «se ha convertido en el primer importador» del mundo. «Nosotros, como exportadores que somos, estamos intentando que consuman nuestro producto», simplifica para aseverar que detrás del disparo de su demanda está «el cambio de sus hábitos alimenticios». En las dos últimas décadas, comenta, «han incrementado en un 600% su consumo de lácteos lo que, a su vez, ha hecho que apuesten por la producción láctea y creen granjas con muchas cabezas». Necesitan forraje para dar de comer a este ganado pero, tal y como asegura el máximo representante de los fabricantes, «no están sabiendo producirlo por diferentes circunstancias». Entre ellas, destaca, la escasez de agua y la adaptación del cultivo al suelo.

Mientras consolida su presencia en el mercado chino, AEFA también centra sus esfuerzos en mantener la «buena cuota y relación» que desde hace años tiene con Emiratos Árabes Unidos. Para el futuro más inmediato, sus miras ya están puestas en Arabia Saudí debido «a las restricciones que tienen desde el año pasado en el uso del agua». Japón y Corea figuran en el medio y largo plazo. 

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¿Pero qué papel juega Castilla y León en esta proyección internacional? «Algunas de sus empresas actualmente ya están exportando a estos mercados», explica Machín para remarcar que por, una cuestión de cercanía, a la Comunidad le resulta «mucho más fácil ser competitiva en el ámbito nacional por su proximidad al norte de España, donde más cabezas de ganado hay y donde más forraje se demanda». Aun así, augura que será una «pieza muy importante» porque la idea de esta asociación, motivada por los bajos precios de la leche en el país, es «no desatender lo de aquí pero buscar otros mercados en los que asentarse» con el acicate de que su producto es «muy beneficioso no solo en cuanto a calidad y cantidad de las producciones, sino también en la sanidad alimentaria de animales y, por ende, de humanos». En conclusión, como sintetiza Machín, la alfalfa deshidratada es «sinónimo de seguridad».