Diario de Castilla y León

León revive la tradición de Las Cabezadas

El regidor repasó distintos acontecimientos ligados a la historia del antiguo Reino de León para presentar una conclusión: “A los leoneses no nos gusta el sometimiento”

El alcalde de León, José Antonio Diez, y el exabad de San Isidoro Francisco Rodríguez protagonizan la ceremonia tradicional de Las Cabezadas

El alcalde de León, José Antonio Diez, y el exabad de San Isidoro Francisco Rodríguez protagonizan la ceremonia tradicional de Las Cabezadas. - ICAL

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El Mundo | León
Valladolid

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El alcalde de León, José Antonio Diez, entregó este sábado al Cabildo de la Real Colegiata de San Isidoro una bandera de la ciudad como “símbolo de un reino y de un pueblo que siempre lucha y jamás se rinde” durante la ceremonia tradicional de Las Cabezadas. El regidor rogó a los responsables de la Basílica que la enseña pueda ondear cada último domingo del mes de mayo junto al Pendón Milagroso para recordar que el templo fue “el lugar de origen de la democracia” en el año 1188 , con la convocatoria de las primeras Cortes de la Europa medieval.

Al respecto, Diez confió en que el obsequio, “que identifica a todo el pueblo de León”, sirva para mantener la “paz y unidad” entre los dos cabildos de la ciudad, el isidoriano y el catedralicio, después de la entrega de otra bandera de León al Cabildo de la Catedral el pasado mes de octubre, con motivo de la celebración de la festividad de las Cantaderas, informa Ical.

En un tono más político, el regidor repasó distintos acontecimientos ligados a la historia del antiguo Reino de León para presentar una conclusión: “A los leoneses no nos gusta el sometimiento”. “Tan poco nos gusta que llevamos 40 años sometidos y estamos tan hartos que creo, no tardando mucho, vamos a conseguir quitarnos ese yugo y poder caminar libremente”, afirmó Diez, cuyas palabras provocaron el aplauso de los congregados.

Disputa dialéctica

El claustro de la Real Colegiata de San Isidoro es el escenario que, desde el año 1158, acoge esta tradición en la que los poderes eclesiástico y civil de la ciudad mantienen una disputa dialéctica en torno a si la ciudad ofrece un tributo “de un cirio de arroba bien cumplida y de dos hachas de cera” de forma voluntaria -“oferta”- o por obligación -“foro”-.

Como síndico municipal, Diez defendió que el pueblo cumple cada año con el ceremonial “libre y voluntariamente”. “La ofrenda que hoy venimos a hacer nunca ha estado sujeta a las leyes terrenales de la obligatoriedad, todo aquello que se hace desde el corazón nunca puede ser obligado”, señaló el alcalde durante su primera intervención, que cerró con unas palabras de “gratitud” al exabad de la Basílica, Francisco Rodríguez, que representó al Cabildo.

“Espero que sus palabras no sean un pretexto para doblegar mi autoridad, mi fuerza de voluntad y mis posibilidades”, respondió el representante capitular, que no obstante reconoció sentirse “enternecido y emocionado” por el agradecimiento expresado por el regidor. Rodríguez invitó a Diez a “acudir a las fuentes más antiguas y más fidedignas” para comprobar que “el pueblo se comprometió a traer una ofrenda como obligación y en correspondencia con el favor hecho por el santo”, a quien se atribuye su intervención para acabar con una pertinaz sequía que azotaba los campos leoneses.

En su respuesta, el alcalde lamentó que los responsables eclesiásticos “sigan empecinados en entender como obligatorio aquello que el pueblo de León viene a hacer libremente”. “Le puedo asegurar que mis palabras no eran para ablandarle, la ductilidad tampoco es su fuerte”, bromeó Diez, antes de entregar a Rodríguez la bandera de León.

Tras las “palabras de halago” de Diez y la entrega de ese “obsequio significativo”, el representante capitular confesó sentirse “vencido sentimentalmente”. “No creo que usted esté intentando un chantaje”, espetó a Diez, al que instó a “distinguir el trigo de la verdad de la paja de las suposiciones”. “El pueblo tiene el sentimiento y la convicción de que está cumpliendo un deber y una obligación sagrada a la que está comprometido de por vida. Si no fuera por esa obligación, seguro que esta tradición se habría perdido”, apuntó.

En su turno de cierre, el alcalde insistió en que “el pueblo regala, que no paga” esta ofrenda “a título de oferta y no de foro”. “Volveremos libremente como siempre hemos hecho”, zanjó. Por su parte, Rodríguez instó al regidor a “dejar resuelto este pleito de por vida”, aunque admitió las tablas y la falta de acuerdo sobre la naturaleza del acto, resultado habitual del intercambio dialéctico.

Al término de las intervenciones, Diez hizo entrega del cirio de arroba bien cumplida y de las dos hachas de cera a Luis García Gutiérrez, sucesor de Rodríguez como abad de la Basílica. A continuación, los representantes municipales asistieron a la misa solemne oficiado por el obispo de León, Luis Ángel de las Heras, en el interior de la Basílica.

Como marca la tradición, los actos concluyeron con las tradicionales Cabezadas que dan nombre a la festividad. En ese momento, los miembros de la Corporación Municipal y los representantes del Cabildo intercambian tres exageradas reverencias a modo de despedida a las puertas de la Basílica.

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