Diario de Castilla y León

Cierran las minas pero sobrevive su legado en Fabero

Sale a información pública la declaración BIC de la cuenca en la categoría de ‘conjunto etnológico’

Reportaje sobre la despoblación en la provincia de León. En la imagen, restos del pozo Julia en Fabero, hoy reconvertido en museo de la minería. El final de la minería privo a la zona de su principal actividad económica.- ANTONIO HEREDIA.

Reportaje sobre la despoblación en la provincia de León. En la imagen, restos del pozo Julia en Fabero, hoy reconvertido en museo de la minería. El final de la minería privo a la zona de su principal actividad económica.- ANTONIO HEREDIA.

Publicado por
Esther Neila
Valladolid

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La extracción de antracita en Fabero no sólo ha modelado la arquitectura y un paisaje definido por los castilletes de su skyline; también ha cincelado durante siglo y medio «el carácter» de sus vecinos, con «una forma de vivir, de ser y de sentir distinta», resume la alcaldesa, Mari Paz Martínez. El Ayuntamiento inició hace cuatro años los trámites para proteger todo ese patrimonio –el que se puede fotografiar y el que resulta intangible– y ayer saludó «con satisfacción» el último trámite para que la cuenca minera sea oficialmente declarada Bien de Interés Cultural (BIC). 

El Bocyl de este miércoles sacó a información pública el expediente . Pasado un mes, y una vez resueltas las posibles alegaciones, la cuenca de Fabero será BIC con la categoría de conjunto etnológico, un título que ya tienen otros ocho bienes de la Comunidad, entre ellos el Pozo Ibarra de la Pola de Gordón, la lechería hidráulica de Laciana, el complejo minero burgalés de Puras-Villafranca o las bodegas de Aranda de Duero. La peculiaridad en este caso –sostiene la regidora– es que Fabero tendrá el primer ‘conjunto minero histórico’ de Castilla y León para preservar el «enorme potencial» de este patrimonio y «el modo de vida» asociado a la actividad en el municipio.

La   protección –según consta en el anuncio de la Consejería de Cultura y Turismo– abarca «un gran número de enclaves» dispersos pero todos ellos marcados por la impronta de una actividad extractiva intensa y continuada «desde mediados del siglo XIX hasta hace apenas dos décadas» que ha ido modificando «el relieve, la vegetación, la hidrología, la fauna, así como en la peculiar conformación de los asentamientos humanos y de las infraestructuras del territorio».

La minería ha transformado de forma «radical» el territorio, «conformando un paisaje antropizado en el que se integran, junto al conjunto de instalaciones y edificios ligados al patrimonio histórico minero, el sistema de asentamientos poblacionales asociados, caracterizados por una arquitectura vernácula con características propias», continúa el texto para la declaración del BIC, que especifica los seis «elementos nodales de mayor interés» por su «capacidad de caracterización patrimonial, bien por la importancia de los elementos arquitectónicos industriales que conservan, bien por la contribución a la trama urbanística, por su papel estructurante en el territorio, o por su fuerte impronta social». Se trata del centenario Pozo Viejo, el Pozo Julia –hoy principal foco turístico gracias a las visitas guiadas–, Mina Alicia, Mina Negrín, los cuarteles de Domingo Pérez y la línea de Baldés e itinerarios. 

« Cada uno de los enclaves presenta un evidente interés patrimonial por los elementos singulares que contiene: las galerías y pozos mineros, los castilletes para acceder al subsuelo, las salas de máquinas, los lavaderos y clasificadores del mineral, las instalaciones para los mineros, las dependencias administrativas y de gestión, los centros asistenciales y de abastecimiento y las infraestructuras viarias y de conexión de los procesos de transporte del material extraído», enumera el expediente al incluir también paisajes singulares, como el de La Corta, «explotación a cielo abierto que se encuentra en fase de regeneración ambiental».

A ese catálogo hay que añadir las viviendas construidas para los operarios , poblados que se presentan «como una realidad diferenciada respecto al territorio en que se asienta, en un paisaje propio generado por la explotación minera, con unos usos y costumbres diferenciados, característicos en muchos casos de una población inmigrante y de un sistema de vida y de trabajo, muy diferentes de los pueblos campesinos de los alrededores». Es el caso del poblado de Diego Pérez, formado por 250 viviendas unifamiliares de una planta promovido por Antracitas de Fabero para albergar a los trabajadores procedentes de otras zonas con la fuerte industrialización de los años 40 y 50. 

Dentro de esos poblados existían los economatos , un servicio emblemático para los habitantes de este municipio, donde destacan «las máquinas de provisión de aceite, o las cartillas en las que se iba anotando el gasto mensual». También es significativo del conjunto el hospitalillo, equipado para atender a los accidentados o las dolencias  derivadas del trabajo, y que contaba con sala de operaciones permitiendo asistencia médica sin tener que desplazarse a Ponferrada, puntualiza la alcaldesa.  

El proceso minero ha generado asimismo una gran cantidad de documentación histórica; no podemos olvidar el interés y la riqueza de los documentos planimétricos de los edificios e instalaciones, que se conservan en diversos archivos públicos y privados», según consta en la declaración BIC.

Todos esos elementos son «vestigios de una actividad productiva  y «un conjunto de enorme valor» . «Hay que tener en cuenta, sin embargo, que el valor de cada núcleo se acrecienta y encuentra su verdadero sentido como elemento configurador de un único sistema complejo y discontinuo, de una singular red industrial que se ha generado de manera diacrónica, sin pausa temporal y a lo largo de varias décadas, conforme ha ido evolucionando la actividad industrial, y que trasciende (aunque comprende) el mismo sistema productivo. Una vez perdida la funcionalidad minera productiva, el conjunto conserva el intenso carácter representativo de la actividad social global que ha caracterizado a la cuenca de Fabero. En este sentido cabe destacar la actividad de la comunidad local que integra a los antiguos trabajadores de las minas y a sus descendientes, que mantienen muy viva la memoria colectiva de todo lo que supuso la minería en la zona, a través de la promoción de diversas actividades culturales novedosas que hunden sus raíces en ese pasado». Por todo ello, concluye el expediente, «resulta merecedor de ser protegido, conservado, puesto en valor y activado como recurso patrimonial, al que es posible asociar una intensa carga cultural, social y económica».

La declaración supondrá, en primer lugar, el blindaje de los elementos protegidos y la obligación de mantener su integridad y respeto a los materiales usados en cualquier actuación. «Nadie va a poder tocar» los elementos protegidos, con independencia de quien gobierne, apostilla la regidora.  

Además, ser BIC «abre muchas puertas» al municipio . Por un lado, «ayudará a paliar» la crisis económica en un territorio ya muy afectado en su actividad, donde ahora, con el Covid, llueve sobre mojado. La protección del conjunto minero pondrá a este pueblo berciano en el mapa turístico y contribuirá a atraer visitantes. Como referencia, los registrados en el Pozo Julia, que recibió el año pasado a 5.000 personas y estos días ha reabierto ya tras el confinamiento. 

Además, la alcaldesa confía también en que la protección sirva para atraer más financiación. En el último lustro , varias intervenciones puntuales han servido para restaurar algunos elementos, pero ahora se abre la vía a acceder a otras subvenciones. 

La perspectiva del Ayuntamiento es también ampliar las instalaciones visitables , que se sumen al Pozo Julia, principal atractivo. «La gente que viene y lo visita se queda sorprendida», asevera Mari Paz Martínez. El recorrido –en ocasiones guiado por los propios miembros de la Asociación de Mineros Cuenca de Fabero– permite profundizar en el trabajo y modo de vida de los trabajadores a través de una ‘galería virtual’ que simula el descenso real en una jaula, puerta de entrada a un rico patrimonio ahora en protección que abarca la lampistería, la sala de compresores, el castillete, en qué consistía en trabajo del barrenista, del picador o del estemplero, cómo se forjó el movimiento obrero, cómo surgió la primera cooperativa antes de la Guerra Civil o por qué hubo presos políticos trabajando tras la contienda, entre otras muchas historias e intrahistorias alojadas en la cuenca de Fabero. En resumen, proteger «cómo se vivía en la cuenca minera, por qué éramos solidarios, por qué éramos reivindicativos y por qué costó llegar adonde hemos llegado», 

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