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VINOS SINCEROS (DO ARLANZA)

Vinos con espíritu libre

Luis Martín de la Fuente dirige un proyecto singular para recuperar viñas centenarias y elaborar vinos artesanales que emanan honestidad

Luis Martín de la Fuente junto a unos viticultores del Arlanza.E.M.

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Más que una marca comercial 'Vinos Sinceros' es una declaración de intenciones, una manifestación de cómo se entienden los vinos con los que uno sueña. "En cierto modo sí refleja un poco el perfil de los vinos que a mí me gustan: fieles a su origen, con mínima intervención, singulares y auténticos", resume Luis Martín de la Fuente, promotor de este proyecto que ha llamado la atención a expertos y winelovers, la de aquellos que encuentran placer descubriendo tesoros de pequeñas producciones.

Luis es un enamorado de la viña. Nació en Lerma (Burgos) pero lleva casi treinta añadas en Valladolid, ciudad en la que comenzó trabajando en una bodega de Ribera. En la actualidad dirige una promotora de vinos, Vinoval, labor que compagina desde el año 2010 con su otra pasión, la de descubrir parcelas y fincas singulares.

"Desde muy joven me gustó el ambiente de las vendimias, visitaba los lagares de los pueblos, el pisado de la uva, el color y el olor de los mostos fermentando. Más tarde la vida me llevó a trabajar a una bodega, lo que despertó aun más mi curiosidad y el interés por el vino. Con el tiempo aprendes que lo mas importante de un vino es su personalidad, que tenga alma, fruto de un paisaje, su historia, su cultura y sus gentes. Después de conocer otras regiones vitícolas, entendí las grandes posibilidades que tenia en casa y así comencé a recuperar viejos majuelos en el alto Arlanza recogiendo el testigo de los pocos viticultores que quedaban en la zona", asegura.

Sus vinos emanan honestidad, plasman la belleza de lo natural y de lo simple. El Tempranillo es la variedad predominante en esta zona donde las viñas se cultivan por encima de los 1.000 metros y el clima se hace más severo pero existen otras castas como la Garnacha, Mencía, Cariñena.... la historia aquí es larga, cruce de caminos como el destierro del Cid, dominio de los infantes de Lara o del Duque de Lerma.

Así nació 'Colina Triste', un vino singular que homenajea los parajes donde se rodó la película 'El bueno, el feo y el malo' entre los Sabinares y la peña de Carazo. "La primera añada, la de 2016, coincidió con el 50 aniversario de la película y de ahí el homenaje. Recupero antiguas viñas que todo el mundo daba por perdidas dándoles el valor que merecen". Otro vino interesante es 'Matalaya', un 100% garnacha vieja del Arlanza, muy original y diferente a las que conocemos, del que solo salen 700 botellas. 'Amalgama' completa el abanico. Se trata de un clarete típico de la zona elaborado con diferentes variedades de uva blanca de la zona, tempranillo y garnacha.

LA VIÑA DE MIS OJOS

'La Viña de mis Ojos' es su otro proyecto personal. Un vino singular procedente de una pequeña parcela en la localidad de Palenzuela, en la zona baja de la DO Arlanza. "Las dos fincas están pegando con el Cerrato palentino, ahí no queda nada, se arrancó todo el viñedo para el cultivo del cereal. Una de las fincas no era al principio muy atractiva pero mi sorpresa vino en la primera cosecha cuando, en mitad de la fermentación, empezaron a salir unos aromas a frutas y flores que nos quedamos flipando: el patito feo se convirtió en príncipe. Es la viña de mis ojos. Se trata de una viña muy curiosa, de suelos muy calizos, elegantes y arenosos; todos los años tiene el mismo perfil, da lo mismo la añada, ella va por libre", sentencia.

Los viñedos están plantados en vaso y cuentan con 150 años, algo que llama la atención a primera vista. Pero lo más singular es el tipo de uva, aún sin catalogar. "Es una variedad que desconocemos es rara hasta para eso. Hemos intentado descifrar su origen genético y nada. Me dijeron sus antiguos dueños que podría ser Mencía y podría ser por su perfil Atlántico", sentencia. Lo cierto es que es una uva singular, fresca, con toques y aromas a flores y hierbas. El envejecimiento se lleva a cabo durante 20 meses en barricas francesas usadas de dos y tres años. "Me gusta darle todo el protagonismo a la fruta, no a la madera". La Viña de mis Ojos produce tan solo 700 botellas que van a parar a pequeñas tiendas gourmet de Madrid, Burgos y restaurantes especiales.

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Luis ha conseguido embotellar la esencia de historias que se esconden detrás de una parcela. Es un espíritu libre de la viña que sigue soñando con materiales y elementos curiosos. "Este año he comprado tres barricas nuevas y he descubierto una tonelería en Portugal que doman las duelas con lava volcánica para que no tenga toque a tostados", apostilla. Su sueño es adquirir un foudre, depósitos de gran capacidad que, gracias a su tamaño, reducen el contacto del vino con la madera. Junto a ello le apetece probar y divertirse con vinificaciones en tinajas de gres y barricas de roble francés de 500 litros.