Diario de Castilla y León

Cruz de Alba (DO Ribera del Duero)

Naturaleza viva del viñedo

Esta bodega aplica principios de la biodinámica y agrohomepatía para elaborar vinos 100% tempranillo de la Finca Los Hoyales

Sergio Ávila, enólogo de Cruz de Alba, es un entusiasta de la viña.

Sergio Ávila, enólogo de Cruz de Alba, es un entusiasta de la viña.LA POSADA

Publicado por
Henar Martín Puentes

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Cada vez es más frecuente escuchar las bondades del respeto por la naturaleza, por los ciclos vitales propios de la plantación, alejados de usos de químicos, de insecticidas, dando libertad a la madre naturaleza y marcando un respeto profundo por el campo. Pero hace veinte años llamaba por lo menos la atención oír hablar de los tratamientos de la biodinámica. Sergio Ávila, enólogo de la bodega Cruz de Alba (Quintanilla de Onésimo, Valladolid), fue una de esas voces que se adelantaron a su tiempo. Sergio habla de ‘sinceridad’ para referirse a la única verdad que conoce el viñedo. «La biodinámica no es solo una forma de agricultura, es una forma de vida», asegura. Esta forma de agricultura, fundada por Rudolf Steiner a principios del siglo XX, lleva a cabo un enfoque holístico de la viña considerada como un organismo donde plantas, animales y seres humanos están conjuntamente integrados. Se dejan guiar por la influencia de la luna para la realización de ciertas tareas en el viñedo, desde la poda, a la aplicación de tratamientos, o preparados (como se les denomina). Como su fuera una especie de druida Sergio realiza sus preparados como si fueran pócimas empleando como únicos ingredientes la manzanilla, la ortiga, el diente de león, la valeriana, el sílice o el estiércol de vaca, entre otros. «En biodinámica, se trata de dotar al viñedo de herramientas para que trabaje, siendo tutores del viñedo, sin doblegarlo, para que se autorregule y logre una mayor estabilidad», explica Sergio.

Sus vinos sinceros huyen de intervencionismos, tan sólo se nutren de los cuidados que ofrece el entorno. Cuida de 40 hectáreas de viñedo propio en espaldera dividido en 18 subparcelas de tipicidades distintas según la edad de la viña y el tipo de suelo en plena Milla de Oro de la Ribera del Duero. Todas ellas se concentran en el Pago de los Hoyales de las cuales extraen su joya de la corona, el vino con el nombre de la misma finca procedente de 1,8 hectáreas de viña de 67 años. La bodega cuenta con certificación ecológica desde 2012.

Lo que empezó como un reto personal con el tiempo ha ido dándole la razón. La bodega cuenta con la certificación biodinámica Deméter que garantiza la máxima sostenibilidad. Elaboran tres referencias, todas ellas 100% tempranillo y emplean barrica de roble francés en la crianza.

Los retos miran al presente. «El reto es el día a día, intentar ser mejor que ayer. Que los vinos sigan mejorando a la partir que la viña. Que evolucionemos de la mano con el entorno», asegura Sergio. Sus miras están puestas en seguir recuperando el tiempo pasado, volviendo a los métodos de antes, y llegar algún día a recuperar animales para los trabajos del campo.

Este Ingeniero Agrónomo, hijo y nieto de agricultores no deja de hablar de las bondades del campo, del terruño, del propio palpitar que se esconde bajo la tierra. Un apasionado de la vid y de la uva, al que le gusta escuchar y hablar con la propia viña. Luce con orgullo una boina como forma de reivindicar sus orígenes. Los principios de la viticultura sostenible que comenzó a aplicar evita el uso de pesticidas. El resultado de esta forma de trabajar la viña es que el vino pueda expresar la identidad del lugar, sin maquillajes ni artificios. «Lo importante es expresar la identidad específica de cada lugar, la esencia y personalidad del sitio», afirma Sergio.

Cruz de Alba, propiedad de Zamora Company, está presente en los principales mercados, tanto en nacional como internacional, estando presentes en países europeos como Suiza, Holanda, Alemania e Inglaterra además de vender sus vinos en Asia, Japón, y en América, Estados Unidos y México. 

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