Diario de Castilla y León

Carreprado

Tempranillo del Cerrato, profeta en su tierra

Álvaro Mélida y su padre cultivan alrededor de 3 hectáreas de viñedo y producen al año una media de 15.000 a 18.000 botellas que venden prácticamente en la capital palentina

Álvaro Mélida, con dos de sus vinos Carreprado, en el parque del Salón de Palencia.

Álvaro Mélida, con dos de sus vinos Carreprado, en el parque del Salón de Palencia.E.M.

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Álvaro camina con dos de sus vinos en las manos por El Paseo de Isabel II, en pleno parque del Salón, en el corazón de la ciudad de Palencia. Y lo hace con cierto orgullo, pues sus habitantes, lejos de darle la espalda, han respondido a sus vinos cerrateños. No es muy habitual que una bodega pequeña, que está fuera del radio de las poderosas denominaciones de origen y que produce unas miles de botellas de un par de majuelos recién plantados en tierra histórica y sin pertenecer al glamour mediático, logre lo imposible en nuestra región: ser profeta en su tierra. 

Álvaro lo ha conseguido. Y ha sido en pocos años, fruto de un sueño romántico, de la perseverancia de su padre Jose Ignacio y de las ganas de apostar por su pueblo y recuperar la tradición vitivinícola. Este joven informático y viticultor cerrateño, Álvaro Mélida, lo ha logrado con sus vinos Carreprado, de la bodega del mismo nombre situada en el corazón del cerrato palentino, en la localidad de Alba de Cerrato. 

Una localidad fuera del ámbito geográfico de las tres denominaciones de origen con incidencia en suelo palentino: Arlanza, Ribera del Duero y Cigales. En el caso de la Denominación de Origen Arlanza, a ella pertenecen un buen número de poblaciones cerrateñas en las que se ubican las tres bodegas más potentes de la DO. 

Además, a unos 20 kilómetros de distancia de Alba de Cerrato se encuentra el entorno de Dueñas, villa histórica que forma parte de la DO Cigales en suelo palentino. A esto se une que la localidad también está próxima a la Ribera del Duero, pues su ámbito geográfico roza el otro lado del Valle del Esgueva cerrateño. Sin duda la de Carreprado es toda una apuesta decidida por la supervivencia de la viticultura rural en esta parte aislada del cerrato palentino. 

Pues en este punto tan plural de la geografía, Álvaro y su padre cultivan alrededor de 3 hectáreas de viñedo, todo plantado de tempranillo y en espaldera y producen al año una media de 15.000 a 18.000 botellas que venden prácticamente en la capital palentina en las cabeceras de comarca de la provincia. El éxito puede estar en el precio razonable (franjas de entre 7 y 10 euros) y en el corte sensorial de sus vinos, que se someten a criterios modernos de color, potencial aromático y buena estructura en boca, destacando siempre la fruta, la uva y la variedad. Unos vinos y un bodeguero que no recurre a los majuelos olvidados con supuestas cepas centenarias y que apuesta de forma decidida por la frescura, al juventud y el vigor de unas buenas espalderas plantadas con criterio. 

De ahí que Álvaro Mélida y su vinos Carreprado Joven, Rosado, Crianza y Roble se sientan profetas en su tierra. Por otra parte dada la singularidad de este proyecto familiar de vitivinicultura cerrateña es muy probable que no tardando mucho la viña, el vino, la bodega y el término municipal sean amparados por la Denominación de Origen Arlanza. Es inevitable al hilo de esta crónica vinícola de los últimos años en el Cerrato, recurrir a Manuel Vallejo del Busto y, sin ninguna duda, citar a Fernando Franco Jubete que, hace veinte años nos proporcionó la radiografía de la viña y el vino en esta comarca palentina en su libro ‘Cultura vitivinícola en el Cerrato castellano’. 

Ambos autores colocan en su sitio al Cerrato como expresión territorial, cultural y vitivinícola. Un buen ejemplo es la iniciativa de este joven en Alba de Cerrato, que deberá ser secundada con la inclusión en el Consejo Regulador de la DO y con el fomento por parte de todas las instituciones competentes del incremento de plantaciones viñedo que garanticen la materia prima en el futuro. 

A las referencias geográficas vinculadas a la familia Mélida hay que unir a Becerril de Campos, donde empezó todo en los viejos majuelos familiares, y a Cevico de la Torre, donde actualmente están plantadas las viñas de tempranillo con destino a los Carreprado.

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