OLIBHER (VALLADOLID)
La aceituna como ninguna
Esta empresa familiar nacida en Valladolid elabora artesanalmente encurtidos, banderillas y aceitunas que viajan a todos los rincones de España
Desde hace algún tiempo el logotipo Olibher se ha convertido en parte del paisaje urbano de Valladolid cuando uno pasea por el centro histórico de la ciudad. Pero pocos saben que esta empresa familiar de raíces salmantinas y alma artesanal nació en la ciudad del Pisuerga, concretamente en el Barrio la Farola de la capital pucelana y que en algo menos de dos décadas se ha convertido en todo en un referente en su apuesta por la calidad del producto nacional en aceitunas, encurtidos y jamones ibéricos.
La familia Hernández pone rostro a una de las historias que ha ido creciendo a lo largo de este tiempo hasta llegar a alcanzar una red de 15 tiendas (9 en Valladolid además de tres en Burgos y una en Palencia, La Coruña y Gijón). Pero la historia de Aceitunas y Encurtidos Olibher se remonta a la localidad de Sotoserrano (Salamanca) donde Vicente, padre de Bernardo, el cabeza de familia, decide hacer las maletas y emprender un viaje a Valladolid que por aquellos tiempos, se aventuraba como una auténtica travesía, por buscar un futuro mejor para su familia. «Mi padre compraba aceituna a una mujer que se quedó viuda y, cosas del destino, al no poder pagarle y quedarse sin liquidez le ofreció traspasar la empresa. Fue así como empezó todo», comenta.
Nunca hubiera imaginado que aquel pequeño negocio de orígenes humildes del Camino de la Esperanza se convertiría en una industria que combina tradición e innovación con la banderilla como punta de lanza. «El embrión nació en la calle Goya de la capital pucelana, en una casa molinera con unos tinos para las aceitunas que hoy es un almacén; ahí fue donde empezamos una empresa que ha ido creciendo», comenta.
En la actualidad Bernardo dirige el negocio junto a sus hijos Diego y Emma. «Diego es el que aporta las ideas, el que siempre está pensando cosas, y Emma la que hace los números y busca financiación. Uno es el corazón de Olibher y el otro la cabeza», resumen. En su tienda de la plaza mayor han dedicado un rincón a Sotoserrano, un enclave salmantino de la Sierra de Francia donde comenzó todo. Un vínculo que les llevó a empezar a traer aceitunas y más tarde jamones. En este tiempo Olibher se ha convertido en un comercio de referencia para degustar in situ una caña con un bocadillo de jamón o comprar encurtidos.
La banderilla made in Pucela que conquista
La historia de Olibher arranca en 1965 con la primera tienda en el Camino de la Esperanza. En la actualidad la empresa abarca distintas líneas de negocio que incluye la elaboración artesanal de banderillas y encurtidos que venden en sus comercios y en supermercados. Además, venden jamones y todo tipo de conservas, legumbres, patés, vinos y licores. Disponen de puntos de venta y restauración en Valladolid, Palencia, Gijón, La Coruña y Burgos. Cuentan con una empresa de cátering. Su plan de expansión contempla nuevas aperturas en el norte de España.
No me gusta la palabra gourmet o delicatessen. El ambiente que se respira en nuestros locales es el del comercio de toda la vida, con un ambiente familiar y producto de la máxima calidad», resume Diego, un emprendedor nato con una vocación precoz por comenzar proyectos nuevos.
En 1998 abrieron su primera tienda en el popular barrio de la Farola. «La idea la tenía muy clara desde pequeñito; la ilusión de mi padre y mía era montar una tienda en el barrio y ahí hemos estado 18 años», relata con desparpajo Diego. «Comenzamos solo mi madre y yo en la tienda y mi padre en almacén. Preparábamos aceitunas y las distribuíamos», relata. La idea gusta y cala como la lluvia fina. Cinco años más tarde abren su segunda tienda y tiempo después la siguiente, en la Bajada de la Libertad de la ciudad vallisoletana. De los tres trabajadores han pasado en este tiempo a contar con una plantilla de casi 80 personas solo en Valladolid. El empleo femenino tiene mucho protagonismo. Tanto es así que el 80% de las personas que trabajan en tiendas son féminas. Y en fabricación más de la mitad. También colaboran con la Fundación Línce en la elaboración de sus productos con personas con discapacidad. «Les mandamos el género y hacen banderillas con mucho cariño».
Su portfolio abarca más de 800 productos donde hacen bandera a la excelencia de los productos marca España. «Apostamos mucho por la calidad de aquí, de nuestra tierra. Intentamos que sea de Castilla y León, servir de escaparate para los pequeños elaboradores. Podríamos recurrir a otros mercados como Grecia o Egipto donde la aceituna es más barata pero preferimos la calidad de la aceituna de España. Viene de Andalucía y Extremadura dependiendo su tipología».
Plan de expansión
La empresa vive un momento dulce. Ha ido ampliando nuevas líneas de negocio. Elaboran banderillas para cadenas de supermercados como Gadis o Froiz. Cerró el pasado ejercicio con 7,5 millones de euros de facturación, un 3% más que el año anterior. Van dando pasos firmes y con cautela. Sus esfuerzos se centran en un plan de expansión para los próximos años enfocado en el norte de España. En 2019 trasladaron la fábrica a unas nuevas instalaciones más amplias y modernas en Arroyo de la Encomienda. «Disponen de un espacio para envasado y tienen capacidad para poder desarrollarse en un futuro», dice Emma, con la prudencia y cabeza fría propia de alguien que maneja libros de cuentas. Llegó en 2002 tras pasar una etapa laboral en Valencia. «Hice empresariales y más tarde un máster. Me fui a Valencia a trabajar a una gran empresa de alimentación y a un bufete de abogados. Allí adquirí los conocimientos necesarios para poder llevar las tiendas. Cuando llegué se hacía todo a mano, en papel y boli». Ha cambiado todo mucho desde entonces.
El salto en volúmenes y crecimiento está al llegar aunque prefieren no marcar fechas. «Tenemos muchas posibilidades de expandirnos a nivel de distribución, tiendas, organización eventos y franquicia. Tenemos muchas posibilidades de crecer. Estamos muy orgullosos de lo que hemos logrado Pero preferimos dar pequeños pasos», subraya.