Diario de Castilla y León

Fariña, leyenda de Toro

La bodega familiar zamorana ha cumplido 80 años de historia cargada de hitos en su forma de entender el viñedo. Han sido impulsores de la revolución llevada a cabo en la DO Toro 

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Publicado por
Henar Martín Puentes

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Tres generaciones apegadas al amor de una tierra, a un territorio que han sabido llevar a lo más alto a través de sus vinos. La historia de la DO Toro no se entendería sin la grandísima aportación y valentía de la familia Fariña. Un legado que se inició hace 80 años, allá por 1942, cuando Salvador Fariña adquirió unas viñas en el municipio zamorano de Casaseca de las Chanas, un pequeño pueblo a 30 kilómetros de Toro, en la otra orilla del río Duero. «Abandonaron su Porto de Sanabria natal en plena posguerra civil, para instalarse relativamente cerca, en la Tierra del Vino. Allí empezaron a elaborar vino en tres bodegas subterráneas, excavadas en piedra calcárea, una de ellas situada debajo de la casa familiar. A finales de los 60 mi padre, que había estudiado enología en Requena, se incorporó al negocio familiar con la intención de modernizarlo y ampliarlo», relata Manu Fariña, director técnico y adjunto a la Dirección General de la bodega familiar. En 2013, se incorporó al negocio familiar. Tenía tan solo 26 años pero un conocimiento profundo de las particularidades del suelo y clima de este entorno que ha completado con una excelente formación como ingeniero agrónomo y Master en Enología por la Universidad Politécnica de Madrid. «Me incorporé a la bodega con la ilusión de dar continuidad y mantener al día este proyecto que nació hace 80 años, elaborando nuevas gamas de vinos a lo largo del Duero, en la Tierra del Vino, en Toro y en los Arribes del Duero», explica. 

Es el continuador del trabajo que ha llevado su padre Manuel para llevar los vinos de Toro a lo más alto. «Uno de los retos más difíciles al que se enfrentó fue el de cambiar la percepción que el consumidor tenía de los vinos de esta zona, algo que conseguimos antes fuera de España que dentro, gracias a los premios internacionales y a las buenas puntuaciones que tuvieron dos de nuestros vinos en una cata a ciegas organizada por la revista suiza Vinum, y en la que se cataban las grandes marcas de vinos del Duero», afirma. 

La gran ‘culpa’ de esa revolución de los vinos de Toro la tuvo  ‘el Gran Colegiata Reserva del 82’, una referencia que logró críticas excelentes y que fue señalado en una cata a ciegas, celebrada en Suiza, como el mejor vino de la región del Duero. Pero para alcanzar ese éxito Manuel padre, que fue el primer presidente de la DO Toro, fue un visionario que supo introducir importantes cambios en el campo, en la forma de entender el viñedo como el hecho de adelantar la vendimia un mes, una decisión acertada para evitar sobremaduraciones, consiguiendo que los vinos de Toro sean más frescos y ligeros. EMBAJADOR DE SU TIERRA 

En los años 70 comienzan a elaborar los primeros ‘Colegiatas’, con la intención de cambiar el paradigma de los vinos de Toro. «Elaboramos reservas con menos cuerpo y graduación alcohólica y con una buena crianza en madera. Son vinos radicalmente distintos a los que se hacían en la zona en aquellos momentos, muy alcohólicos y estructurados», explican.

El Gran Colegiata es el vino más icónico de esta casa. Un vino que supuso el inicio o punto de partida. Un antes y un después que les abrió las puertas al mercado internacional. «Un vino elaborado con nuestra variedad autóctona procedente de ese viñedo viejo de Toro que es un auténtico tesoro. Queríamos que nuestros vinos fueran embajadores de nuestra tierra, y creo que cumplidos ya 80 años de andadura, lo hemos conseguido», sostiene.

Fariña ha demostrado ser en estos más de 80 años de historia el eje o hilo conductor sobre el que se hilvana o escribe la historia vinícola del nuevo Toro. La bodega familiar provocó un cambio de mirada sobre el viñedo toresano que logró atraer inversiones de prestigio como Vega Sicilia a finales de los noventa, Mauro o Bodegas Numanthia en 2008  entre otros productores. 

La bodega familiar se levantó en los años 80 como una instalación moderna y tecnológicamente avanzada para afrontar los retos que se han ido marcado. / LA POSADA

La bodega familiar se levantó en los años 80 como una instalación moderna y tecnológicamente avanzada para afrontar los retos que se han ido marcado. / LA POSADA

En la actualidad la bodega zamorana cuenta con 300 hectáreas de viñedo propio, muchos de ellos centenarios, a las que suma otras 130 hectáreas de viticultores de la zona, con los que trabaja desde hace más de 40 años, que aportan más viñedos viejos, en pie franco que utiliza la bodega en algunos de sus vinos más especiales. Junto a esta línea de viñedos prefiloxéricos, la bodega ha puesto en marcha una ‘agricultura del siglo XXI’, que emplea analíticas de hoja, estudio pormenorizado de cada parcela, con sensores de humedad, riego por goteo deficitario, nutrición con abono de estiércol orgánico, diferentes tipos de poda y exposiciones, cubiertas vegetales, etc. «Para nosotros, cuidar el viñedo es un trabajo fundamental porque es el origen de todo».

APUESTA POR VINOS JÓVENES

Actualmente, Bodegas Fariña comercializa 3,5 millones de botellas, de las que 1.100.000 lo hacen con el sello de la DO Toro y el resto con la indicación geográfica Vino de la Tierra de Castilla y León. La bodega mantiene una apuesta decidida por los vinos más jóvenes, más frescos y ligeros entre los que destaca  ‘Primero’, bautizado así por salir al mercado en noviembre. Comenzó a elaborarse en 1995 cuando un cliente holandés encargó a Manuel Fariña un vino al estilo del famoso beaujolais francés. Una de las notas destacadas de este vino es su etiqueta, distinta cada año. Desde el 2006, la obra que ilustra la etiqueta es la ganadora del concurso nacional de pintura ‘El Primero de Fariña’. «Es el vino más joven de la bodega, un vino de fiesta que nos da muchas alegrías y es también el primero en salir al mercado cada año. Para nosotros es muy especial por muchas cosas. Primero, por su etiqueta, que une el mundo del vino y el mundo del arte. El 1 de marzo hemos abierto el plazo de inscripción de obras de un Concurso Nacional de Pintura abstracta que realizamos anualmente para encontrar la obra que después luzca en su etiqueta, apostilla. 

El respeto al terruño y el profundo conocimiento de uva, junto con la innovación, han sido los grandes pilares de la filosofía enológica de Fariña una bodega presente en más de 40 países que ha sido abanderada de la revolución de los vinos de Toro. 

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