RESTAURANTE LA CHOPERA | PREMIO LA POSADA A MEJOR PROYECTO DE ZAMORA
El templo de la cocina sanabresa
Comenzó a finales como un modesto merendero a orillas del río Tera que con el tiempo se ha convertido en una referencia gastronómica
En las afueras de El Puente de Sanabria, o orillas del río Tera, se alza desde 1932 La Chopera , uno de los complejos hosteleros referentes en la comarca sanabresa. «Mis abuelos paternos eran de Sanabria y tenían una fonda que se llamaba ‘La Gran Sanabresa’. Y por parte de mi madre, mi abuelo –Gregorio– procedía de Molezuelas de la Carballeda mientras que mi abuela Rosalía era asturiana; se conocieron en Cuba y llegaron a regentar una panadería con 25 empleados. Sin embargo, con la revolución se vieron obligados a volver. Mi madre –Erundina– era la mayor de cinco hermanos. Desde muy jovencita tuvo que sustentar la economía familiar», rememora con cariño un año después de su despedida su hijo José Antonio Gonzalez López , al que todos conocen como Pepe.
Maestra de maestros cocineros, Erundina ha sido desde su primer día el alma de La Chopera y la transmisora de los secretos de la cocina a su hijo Pepe, que ha sabido mantener la gastronomía de la tierra y a la vez innovar sobre esa base aprendida entre enormes perolas y pucheros, siempre con los productos de calidad de la comarca. «Me siento muy orgulloso de mi familia que ha creído en sus raíces y en su buen hacer», dice.
Erundina, la matriarca, abrió con su marido Gregorio un merendero bajo el nombre de un árbol que presidía el lugar. Desde entonces su figura se ha mantenido inquebrantable, con un sentido del servicio a los demás, cocinando una increíble tortilla de patata o unos cachopos de ternera sanabresa que aún hoy son santo y seña de la casa . «Hemos intentado seguir la tradición de la comida que aquí se hacía respetando mucho el producto y buscando la calidad». Pepe ha seguido la estela. Se formó como cocinero en Puebla de Sanabria y Santiago de Compostela . «Me defino como un cocinero de producto con nuevas técnicas y nuevos sabores», apostilla. En este tiempo ha dado nuevos aires al negocio, que ha ido creciendo y modernizándose hasta convertirse en el Centro de Turismo Rural La Yénsula que ostenta el título de Posada Real , aunque manteniendo siempre la esencia, lo aprendido en los fogones a la vera de su madre.
La cocina tradicional heredada de Erundina, hecha con amor, a fuego lento, sin prisas y en cazuela de barro, es imbatible: sus habones sanabreses con pata; el caldo o pote de berza sanabrés con su toque de unto; sus entrantes ibéricos, espectaculares ensaladas con escabechados, las carnes blancas y rojas, el lechazo asado, el infalible pulpo a la sanabresa o el tradicional bacalao no faltan en una carta que es una apuesta por el producto de kilómetro cero , por los marchamos de calidad de la provincia zamorana y de Castilla y León.
Mención aparte ofrece su cocina micológica, con la que el chef Pepe ha obtenido el premio Boletus , o su extensa carta de vinos, donde dan protagonismo a las elaboraciones de DO Toro, Arribes, Benavente, Tierra del Vino o Ribera del Duero.
Su casa de comidas se ha convertido en este tiempo en un lugar de encuentro entre amigos, en una hospedería o más bien, un hogar para todo aquel que se acercara. Porque La Chopera siempre tenía las puertas abiertas para todo el mundo.
Su generosidad le ha sido devuelta por el cariño de las gentes de su tierra y por compañeros de oficio como los hermanos Pedro Mario y Óscar Pérez de El Ermitaño de Benavente, de Gloria Lucía Martín de El Empalme (Rionegro del Puente, Zamora), Víctor Martín del Restaurante Trigo (Valladolid), Óscar el del Maracaibo (Segovia), José Gordón de El Capricho (Jiménez de Jamuz, León) o Luis Alberto Lera. La lista de amigos es interminable.
Han pasado por momentos difíciles como la marcha repentina de su hermano Javier. Pero las ganas y la ilusión por levantar cada día la Chopera se ha mantenido firme en este tiempo. El Premio La Posada despierta sentimientos de agradecimiento a su familia. «Doy las gracias a mis tres ángeles del cielo: mi padre, mi madre y mi hermano pequeño (Javi)».
Pepe, o Pepito, es el alma viva de la Chopera junto a su familia –su mujer Mónica «que siempre ha estado a mi lado en los momentos dulces y amargos»– y sus hijas Noa y Ania–. Junto a ellas no se quiere olvidar de su sobrina Esther. Una casa de comidas a la que siempre hay que volver.