PABLO ÁLVAREZ | PREMIO LA POSADA A LA TRAYECTORIA
El hombre más allá del mito
Hace cuatro décadas tomó las riendas de la bodega más legendaria: Vega Sicilia. Tenía tan solo 28 años pero una visión clara y privilegiada para llevar sus vinos a lo más alto del mundo, convirtiendo su marca en todo un icono de lujo
Su infancia transcurrió en el barrio de Neguri de Bilbao, donde estudió sus primeros años y lugar donde guarda sus primeros recuerdos en torno a una copa de vino. «Siempre que celebrábamos alguna fecha importante se abría algún vino especial. Y recuerdo los grandes vinos de Rioja que en el Bilbao de mi niñez era lo que más se bebía, me gustaban un poco, no entendía nada», explica. Pablo Álvarez Mezquiriz (Bilbao, 1954) representa el lujo llevado al mundo del vino, el artífice de haber conducido a Vega Sicilia a lo más alto en prestigio internacional . Álvarez es un hombre de negocios al que le gusta llamar las cosas por su propio nombre, de forma directa y sin rodeos. Los que le conocen bien hablan de una persona «tímida y discreta, que huye de los focos y la popularidad, que habla poco y en tono bajo, pero con las ideas claras». Un hombre audaz en los negocios, respetuoso con las tradiciones, pero siempre atento a las innovaciones, además de perseverante, y cuando cree que tiene que decir algo lo dice sin remilgos.
Un hombre de leyes en la viña
Estudió Derecho por el Centro de Estudios Universitarios de Madrid y se diplomó más tarde en un curso de Asesoría Jurídica Empresarial en el Instituto de Empresa. Sin embargo, el destino le aguardaba derroteros bien distintos al de las leyes. Su padre, el empresario de origen leonés David Álvarez , adquirió la mítica bodega del siglo XIX a la familia Neumann. Este año se cumplen 40 años de aquella firma celebrada ante notario en un reservado del restaurante Zalacaín de la capital. Su primer Vega Sicilia lo probó al día siguiente de la compra. Solo tres años después, en 1985, David designó a Pablo, que jamás había trabajado en nada que tuviera que ver con el vino, para llevar las riendas de Vega Sicilia. Tenía tan solo 28 años . A pesar de saber poco o nada de variedades de uvas ni de vinificaciones, Don Pablo (como le conocen) se enamoró del terroir de la ‘milla de oro’ de la Ribera del Duero. Empezó desde cero, aprendiendo cada día, dejándose asesorar y escuchando los sabios consejos de los que saben de vinos como Jesús Anadón , entonces director general y director técnico de Vega Sicilia. Entre sus primeras decisiones está el nombramiento de Mariano García como director técnico. También se centra en el viñedo: «encontraba que era la base de todo, aunque entonces no sabía bien por qué». Don Pablo fue un precursor del biodinamismo cuando en España, ni tan siquiera en Francia, había personas que conocieran sus prácticas. En 1985 prohibió el uso de pesticidas en toda la finca .
Él mismo asegura que la paciencia es un arma eficaz en el camino del éxito empresarial. Y en el mundo del vino, donde el tiempo vale oro, quizá más. En 1986, fue designado director general de Bodegas Vega Sicilia y en 1990 asumió el cargo de consejero delegado de la empresa familiar.
El modelo de negocio de Vega Sicilia ha sido estudiado en MBA de escuelas de todo el mundo. Asegura que la explicación o la clave para haber tocado el cielo del vino no es otra que la paciencia en la creación de una materia prima excelente y única . «Creo que nuestra viña es algo diferente, mejor o peor pero diferente de cualquier otro vino de la Ribera del Duero. Y para conseguirlo, sin esfuerzo, sin pasión, sin la paciencia necesaria, porque trabajamos con seres vivos que necesitan muchos años para hacerse, y sin amor no se hubiera podido conseguir.
Paciencia para la viña, paciencia para la elaboración compleja y larga, y paciencia para saber ver la evolución del mundo del vino durante tantos años sin caer en las modas de cada momento, seguir un camino marcado y esperar».
El hecho de saber esperar, aguardar el momento oportuno no es algo que se aprenda en las aulas. Y menos en los tiempos actuales donde vivimos en una gran vorágine de ruido; se trata de un valor que aglutina astucia, coraje y perseverancia . Un valor propio de la personalidad de Pablo Álvarez, que según confiesa, ha ido mejorando a lo largo de su vida. «Indudablemente el trabajo en esta casa me ayudó a desarrollarlo».
En estos 37 años de trayectoria el empresario vasco ha sabido demostrar esa paciencia con la discreción que le caracteriza. Álvarez produjo cambios en las instalaciones de la bodega, adaptándola a la tecnología más puntera y a la vez más respetuosa con el medio ambiente y la tradición. Modernizó y cambió la imagen y la filosofía sin estridencias ni exceso de visibilidad , otra de sus señas de identidad.
A lo largo de estos casi cuarenta años Pablo Álvarez es toda una institución en el mundo del vino, el ‘arquitecto’ de convertir a Vega Sicilia en una bodega única que se ha posicionado en el exclusivo mundo de las marcas de lujo y la ha convertido en la única firma española en este selecto club al lado de nombres míticos como Ferrari, Hermés o Dior .
Sus aspiraciones no se quedan aquí. Las ambiciones de Vega Sicilia, asegura, seguirán creciendo. «Vega Sicilia vive un momento magnífico, como nunca lo tuvo antes pero preparándose para ser más en la próxima década. El día que nos paremos, estaremos perdidos. Estamos en 150 países con un reconocimiento mundial que muchas veces ni siquiera nosotros somos conscientes. Debemos seguir demostrando que Vega es cada vez más grande y que el resto de los vinos que elaboramos van por el mismo camino».
Dotado de un olfato o instinto privilegiado, Álvarez ha mejorado de forma notable la calidad de los vinos, rozando casi la obsesión, preparando los viñedos para el futuro y además, recuperando gran parte de la viña que Eloy de Lecanda , fundador de la bodega, plantó a mediados del siglo XIX. «Vega Sicilia se ha convertido en mito por sus cualidades objetivas de viñedo, elaboración, envejecimiento y comercialización, pero nada de eso sería posible sin el trabajo durante casi 160 años de muchas personas, muchas que han puesto desde el más pequeño grano de arena hasta las grandes rocas que han hecho grande a Vega Sicilia, el trabajo de cada uno, su ilusión, su amor, porque creo que muchos de ellos han puesto su amor, han hecho posible crear un gran mito».
En todo este tiempo Vega Sicilia ha crecido en calidad, prestigio y tamaño, creando cuatro bodegas más: Alión en 1991, en la Denominación de Origen Ribera del Duero, Oremus se fraguó en Hungría en 1993, Pintia, en Toro, fue inaugurada en 2001, mientras que la última en sumarse a los sueños de la familia Álvarez fue Bodegas Benjamín de Rothschild, en La Rioja, 2009. A ellas se sumará dentro de poco una nueva bodega en Rías Baixas (verá la luz en 2023), donde ha adquirido 24 hectáreas de viñedo para elaborar dos albariños –Deiva y Arnela–. Un proyecto en el que ha invertido 20 millones de euros .
Meticuloso y perfeccionista –siempre dice que el mejor vino está por venir,– confiesa que si tuviera que elegir la mejor etiqueta que ha probado en su vida sería un Vega Sicilia de 1962 –«en un lugar y con una persona»–, añade.
Don Pablo sigue soñando con crear grandes vinos en otras zonas vitivinícolas como Burdeos, Borgoña, alguna zona de Italia o incluso una joya en Jerez. Sueños le sobran, tiempo y dedicación le faltan. Por eso prefiere centrarse ahora en la sucesión de Vega Sicilia, asunto de crucial importancia que tienen previsto dejar cerrado para finales de año. «Mi jubilación se acerca . Mi retirada la imagino cerca de lo que ha sido mi vida durante todos estos años, evidentemente nunca como ejecutivo pero si como embajador de nuestros vinos, como transmisor de la pasión, el esfuerzo y el amor que ha llevado a Vega Sicilia al lugar que hoy ocupa en el mundo. Sin eso no es posible crear algo grande».
No le gustan las despedidas. El Premio La Posada representa una de ellas, un reconocimiento que según confiesa con esa sinceridad que le caracteriza, tiene un sabor agridulce. «El Premio La Posada a toda una Vida lo agradezco de corazón y me molesta porque me recuerda que los años pasan y que mi vida profesional va llegando a su fin, y eso me entristece y al mismo tiempo me tiene que hacer pensar que ya comienzo a no poder dar lo mejor de mí mismo. Suelo decir que ni el ser humano viejo ni las viñas muy viejas van a dar nunca el mejor vino. El equilibrio perfecto que tanto la viña como el ser humano tiene durante esa época maravillosa en la que da todo y lo mejor en perfecto equilibrio comienza a caer y hay que pensar de otra manera».
Para él el vino simboliza un viaje de emociones en el tiempo, de recuerdos, un compañero de viaje de vivencias. «Creo que hay grandes momentos más que grandes vinos. Cada momento tiene su vino y debe ser grande. Los vinos son grandes cuando celebramos los más felices momentos de nuestra vida . Como me dijo un gran periodista español, él debía agradecer a Vega Sicilia el haberle ayudado a celebrar los grandes momentos de su vida y a soportar los peores momentos».
40 años al frente de la leyenda de Vega Sicilia
Trabajador incansable y viajero infatigable, Pablo Álvarez, creador de la leyenda de Vega Sicilia, ha impulsado el crecimiento y la expansión internacional de todas sus marcas. Si en 1982 Vega Sicilia vendía unas 200.000 botellas y exportaba a cinco países, ahora el grupo produce en torno a 1,2 millones de bodegas al año y está presente en 150 países en todo el mundo . La demanda sobrepasa con creces la oferta. Sin embargo, entre las señas de identidad de la casa se encuentra la producción limitada. «El año pasado la demanda conocida fue de 2 millones de botellas, complicado no caer en la tentación, mantener la calidad por encima de todo es muy difícil pero necesario si queremos seguir estando ahí arriba», afirma Pablo Álvarez, CEO de Tempos Vega Sicilia. Si la calidad no cumple con los estándares exigidos, llegan a tomarse el lujo de no sacar al mercado único. «Puede suponer muchos millones de euros, pero estoy seguro que esa decisión es mucho más rentable a futuro que ninguna otra». Una filosofía que se ha impuesto en el resto de bodegas del grupo, desde Tokaj a Vega, pasando por Pintia, Alión y Macán en Rioja donde comparten la bodega con Benjamin de Rothschild. Todo lo que rodea a Vega Sicilia tiene un halo de magia y exclusividad. Su sistema de cupos tiene lista de espera. Entre los clientes habituales a los que han servido sus botellas se encuentran personajes históricos de la talla Winston Churchill pasando por Jefes de Estado, familias reales, deportistas o artistas como Julio Iglesias.