Diario de Castilla y León

Los Tamayo y el Churrillo de Burgos

Bodega Raúl Tamayo

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Publicado por
Javier Pérez Andrés

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Raúl Tamayo es uno de esos enólogos burgaleses que nunca perdió de vista a sus raíces. Por eso, desde hace seis años produce vinos en su pueblo, en Pampliega. Como tantos profesionales de su generación, tras su formación en Agrarias y la licenciatura en Enología, salió fuera. Entre otros lugares, a Nueva Zelanda. Con este bagaje, en los 14 años que lleva elaborando ha trabajado para bodegas de su entorno, Garmendia y Negredo, continúa asesorando a dos bodegas en La Rioja y con un proyecto personal en la Ribera. Pero lo más importante para Raúl Tamayo ha sido recuperar y dignificar el nombre de un vino muy popular en Burgos, con el que se conocían los vinos de cosechero, de bodega: Churrillo.

Sin duda, un homenaje a su abuelo Paco Tamayo y a su familia, con labranza de toda la vida en Pampliega. Su padre, Paquito Tamayo, está orgulloso de tener un enólogo en la familia que ha contribuido a poner en el mapa los vinos del solar del visigodo Wamba. El valor reside en que Raúl juega hoy con otras cartas, pues solo quedan en el término municipal de Pampliega alrededor de ocho hectáreas de viñedo plantadas en los últimos 10 años. Nada que ver con el paisaje vitícola que conoció Paquito en los años 50 cuando llegó a haber 150 hectáreas de viñedo en todo el término. Centenares de bodegas subterráneas en las entrañas de Pampliega son testigos de aquellas épocas. Pero Churrillo no ha desaparecido, ha resucitado en Pampliega y lo ha hecho de la mano de un enólogo de prestigio que no ha renunciado a que su pueblo recupere la tradición vitivinícola. Por eso asesora, además, a otra bodega en la localidad burgalesa. Raúl elabora apenas 3.000 botellas de media al año, procedentes de la materia prima de sus viñas propias, apenas una hectárea a la que suman uvas de viñedos de los alrededores. Sus vinos son El Churrillo de Burgos, un tinto envejecido en barricas bordelesas usadas, lo que le confiere ese toque de bodega que todavía permanece en el recuerdo sensorial de sus habitantes. Raúl también elabora un blanco que denomina Castelae y que aporta a la paleta sensorial la madera de acacia en los envases de 500 litros para unas 600 botellas. 

Y esta es la historia de una viña y de una bodega situada en la orilla del río Arlanzón en la vega baja del Arlanza. Una ubicación geográfica por la que, por proximidad, Raúl cree que merece la pena seguir luchando. El objetivo es que algún día su pueblo, Pampliega, con dos bodegas y viñas de nueva plantación, entre a formar parte del ámbito geográfico de la Denominación de Origen Arlanza. Por el momento, la mayor parte de las uvas del término son de la variedad tempranillo, pero también, algunos líneos de syrah y garnacha junto al reparto tradicional del majuelo histórico con los cepajes de mencía, tintoreras, albillos, palominos, viuras y rojales, entre otras. El Churrillo es un tinto donde intervienen también las uvas blancas y sigue, con criterios enológicos, los procesos de antaño en el despalillado, el pisado, la prensa y la fermentación y crianza en barricas viejas. A los Tamayo siempre les agradeceremos que una parte de la historia vitivinícola de esta parte de Burgos y de Castilla y León no haya desaparecido. En pleno corazón de la meseta castellana, entre Burgos y Palencia, donde se dan la mano la Sierra de la Demanda y el valle del río Pisuerga. Como en tantas zonas de la región, el contraste de temperaturas y una altitud entre 800 y 900 metros, rozando el límite. Raúl Tamayo lleva su compromiso con Pampliega mucho más allá de la recuperación de la viña y el vino y, como alcalde de su pueblo, no descarta poner en valor el patrimonio de arquitectura popular del vino de los barrios de bodegas, ya que gran parte del casco urbano cuenta con cavidades subterráneas.

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