Traslanzas ya silba en la estación del vino de Mucientes
Traslanzas Bodegas y Viñedos
Hace dos años, Carlos González, viticultor mucenteño, y María Pinacho, enóloga de la misma localidad, comenzaron a fraguar un proyecto que ya fermenta en solitario en el término municipal de mayor actividad y agenda cultural de la Denominación de Origen Cigales. Le sigo la pista desde hace más de 25 años y he metido mis narices en todos sus vinos. La nueva bodega fermenta ya la última añada. Una historia que a ambos les viene de lejos, pues descienden de viticultores de la zona. María continúa la huella recibida de su abuelo Raimundo y de su padre, Aurelio Pinacho, que comprueba hoy con agrado la continuidad de la tradición en pleno siglo XXI. Con esas credenciales, María diseña hoy sus vinos tintos y rosados. El Traslanzas, con un incuestionable formato sensorial, y los rosados Traslanzas y Remolón, este último, un rosado pálido con mayor porcentaje de uva blanca en su composición. Además de la línea de tintos Tres Cuestas y nuevos guiños enológicos en un futuro no muy lejano.
El camino de Peñaflor, que es la salida de Mucientes a Torozos, presenta cada vez más la imagen dinámica del sector del vino mucenteño. A corta distancia de Sinforiano y Mucy. La nueva bodega de María Pinacho luce con fuerza su nombre Traslanzas en la fachada. A cualquier aficionado, profesional y catador del mundo del vino de este país, le viene a la memoria de inmediato, aquel tinto Traslanzas del 98, uno de los pioneros en la DO, para demostrar el potencial de la tempranillo en suelo cigaleño. Una iniciativa que ya entonces vislumbró la joven enóloga. 20 años después, aquel proyecto enológico que inició junto a Pepe Hidalgo y a Ana Martín, es precisamente el que tirará de la bodega con la razón social. La bodega y el vino responden al pago de Trasdelanza ,que sigue fiel a una viña vieja y al roble y a ese triunvirato de Pepe, Ana y María que se cierra en cuarteto con la participación de la viña y el conocimiento de la viticultura de Carlos. Aurelio Pinacho da paso definitivamente a una nueva generación que nació en plena pandemia. María Pinacho, a pesar de ejercer casi medio siglo y de continuar haciéndolo en la actualidad en la Ribera del Duero, nunca dejó de mirar hacia la viña familiar. Siempre tuvo claro el potencial del terruño mucenteño.
De ahí que ahora más que nunca sus 25 hectáreas de viña repartidas en los términos municipales de Mucientes y Fuensaldaña, sean su mejor bagaje y, en consecuencia, la respuesta a unas elaboraciones marcadas por el diferencial de los suelos y las cepas de pagos históricos que forman parte de la toponimia y arcano sentimental de los mucenteños. Sus tintos y rosados nacen de los pagos de Trasdelanza, Moral, Guindalera, Cercados, Velero, Carrapalencia, Salvueros, Tres Cuestas, Carrallano, La Embajada y El Teso. Todos ellos hunden las raíces de sus cepas en tierra caliza, arenosa y de arcilla con abundante cascajo, ese canto rodado tan beneficioso que ejerce de termómetro a los pies de las viejas cepas, algunas de ellas, según María Pinacho, con más de un siglo de existencia. Sin duda, María, por su formación técnica y por su apuesta permanente por su pueblo y la viña familiar, es todo un referente en el sector vitivinícola de Castilla y León. No dudo que nos esperan nuevas alegrías en la copa, pues la inquietud de Carlos y María nos va a proporcionar en el futuro vinos donde las variedades blancas albillo y verdejo, unidas a las garnachas y fundamentalmente a la uva tempranillo, procedente de distintos suelos y edades. Serán el mejor cimiento para responder a esa tan cotizada expresión de la tierra y el paisaje cultural, en este caso, garantizado. Bienvenida a la vía del tren del siglo XXI la locomotora del Traslanzas, que ya “silba” en el andén de la estación del vino de Mucientes.