Repostería cien por cien pucelana
Susana y Miguel, un matrimonio de Valladolid, elabora magdalenas, cocadas y torta de chicharrones con aceite, harina y azúcar de la provincia
Llevan poco tiempo con su propia empresa pero toda una vida con las manos en la masa. Susana y Miguel regentan desde el año 2019 Clauval, un pequeño obrador de repostería artesana en el centro Artis de Portillo (Valladolid). Allí han fijado un pequeño espacio pensado para dar estabilidad a sus vidas. Desde niños han conocido cómo es la vida tras el puesto de un mercadillo, han viajado pueblo en pueblo junto a sus padres. «Susana creció tras un mostrador de feria, lleva en la sangre la artesanía y la pasión por la venta ambulante. Sus abuelos ya vendían chufas y frutos secos en ferias y romerías y sus padres tenían un obrador de obleas y barquillos en Santovenia de Pisuerga, Dulces Pedepa», señala Miguel, la mitad del proyecto. Con la jubilación de sus suegros decidieron apostar por levantar un espacio fijo propio donde elaborar sus creaciones. Además de la experiencia adquirida junto a su familia, han completado sus conocimientos con cursos de Repostería con José Roldán en el Centro Tecnológico de Cereales de Castilla y León - CETECE. «Es uno de los mejores panaderos que hay en el panorama actual», señala Miguel.
El nombre de Clauval es la esencia de su familia, concentrando los nombres de sus hijas Claudia y Valeria. Abarcan una amplia línea de repostería con la elaboración de sus garrapiñados como dulce estrella. Un laborioso proceso que se realiza en caldera de cobre. Dar con la receta perfecta le costó meses de pruebas y muchos kilos de materia prima. Su experiencia en una chocolatera belga le hizo dar con el secreto de un suave y crujiente caramelizado. También realizan exhibiciones durante las ferias. Su maestría en este arte les llevó a Madrid Fusión, donde fueron invitados junto a otros artesanos de a provincia a hacer una presentación en directo. Una cita fructífera de la que salió un contrato para realizar garrapiñadas en pequeño formato personalizado para las habitaciones de las cadenas de hoteles Pullmantur, Novotel y Sercotel. «En estos encuentros se crean muchas sinergias, hay buen rollo», sostiene. Una relación comercial que lamentablemente ha sufrido un frenazo en seco con la pandemia.
«Iba todo muy bien pero con el cierre de hoteles se ha paralizado. Les mandamos el último palé el 8 de marzo del año pasado», comenta Miguel. El cierre de la hostelería y cadenas de hoteles ha supuesto un mazazo para negocios como el suyo. Ahora intentan remontar el vuelo como pueden. Los garrapiñados les ha reportado grandes satisfacciones. Pero el producto es muy estacionario por lo que han apostado por fortalecer otras lineas de negocio como el surtido de magdalenas de aceite de oliva y de cacao. «Las elaboramos con aceite de oliva de la provincia de Valladolid, azúcar de la cooperativa Acor de Olmedo y harina de Emilio Esteban. Nunca empleamos aceite de palma ni hidrogenados ni mantequillas que contengan más de 80% de betacaroteno», señala.
Sus productos están amparados por los sellos de garantía Tierra de Sabor y Alimentos de Valladolid. Además elaboran obleas y barquillos artesanos, rosquillas de anís, canutillos de crema, palmeras y tortas de chocolate, tejas de almendra, cocadas, tortas de chicharrones y empanadas, que les quitan de las manos en cada mercado. «Nuestro procedimiento es todo manual, no tenemos maquinaria, trabajamos con masas y con mangas pasteleras a mano», señala. La pandemia les ha pillado como a todos desprevenidos, con ideas y proyectos en marcha o a medio hacer que se han visto truncados de repente. Ahora parece que ven el futuro con más claridad y para ello han apostado fuerte con la comercialización de sus productos. Están presentes en varias tiendas delicatessen de Valladolid como Mesetarios (Plaza del Salvador, 2 ), Pantaleón Muñoz (Francisco Zarandona s/n, Mercado del Val, 35, Calle San Blas, 2), la Despensa del Caño Argales y La Giralda de Castilla de Matapozuelos. También han comenzado a distribuir en el País Vasco. En un futuro albergan el sueño de abrir su propia tienda en la capital.
Estos días muestran sus productos en el Mercado Castellano que se ha instalado en la Plaza Mayor de Valladolid con motivo de las Ferias de San Pedro Regalado. Parece que la actividad vuelve poco a poco al calendario previo a la pandemia que ha sacudido la vidas diaria de todos.