Diario de Castilla y León

Pico Lago, una cumbre con vistas

Ruta que se eleva sobre el Pinar de Lillo, ofreciendo unas incomparables vistas sobre las montañas de Mampodre

Un montañero alcanza la cumbre del Pico Lago, con las cumbres de Mampodre a sus espaldas. / N.S.

Un montañero alcanza la cumbre del Pico Lago, con las cumbres de Mampodre a sus espaldas. / N.S.

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NACHO SÁEZ | VALLADOLID
Valladolid

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En extremo norte de la provincia de León, en las proximidades del Puerto de las Señales, se esconde un rincón privilegiado rodeado de montañas. El paso es conocido por ser uno de los puertos más elevados de toda la Cordillera Cantábrica (1.625 m.), lo que hace que sea muy visitado por los enamorados del ciclismo. Se trata, además, de una zona que atesora un gran valor ecológico y paisajístico. El primero se debe a que en su vertiente occidental se localiza el incomparable Pinar de Lillo, uno de los escasísimos pinares autóctonos de la península Ibérica, lo que hace que se trate de una de las joyas de nuestros espacios naturales , que le hace acreedor de una especial protección.

La zona, además, se incluye dentro del Parque Regional de los Picos de Europa, en la cabecera de los ríos Esla y Alto Porma. Por su parte, el componente paisajístico se debe a que el puerto se encuentra flanqueado por cumbres que se elevan aisladas respecto de las vecinas, lo que les da un mayor protagonismo y, al tiempo, les convierte en extraordinarias atalayas sobre todo el conjunto. 

La cumbre que vamos a visitar en esta ocasión es el Pico Lago o Pico del Pinar. Podremos dejar nuestro vehículo en el mismo puerto de montaña. Un cartel explicativo nos indica que nos encontramos en las fuentes del Esla. Desde el mismo puerto salen dos pistas. Una se dirige hacia el suroeste y la otra hacia el sureste. La primera se adentra rápidamente en el Pinar de Lillo, y a los pocos metros un cartel que nos indica que se trata de una zona de acceso restringido, con lo que salvo que hayamos obtenido autorización no podremos adentrarnos en la zona.

La otra pista, la que se dirige hacia el sureste, será la que tenemos que seguir nosotros, pasando junto a las  lagunas de Valdecarrin. La pista es la PR-LE 19, que desciende en poco más de 7 kilómetros hasta la localidad de Maraña por un magnífico itinerario. En nuestro caso, sin embargo el objetivo no es bajar, sino subir al Pico Lago, de modo que a los pocos metros de tomar esta pista (unos doscientos metros), la abandonaremos hacia la derecha, casi por el extremo superior del pinar. 

El sendero avanza por un sendero por un pequeño claro en esta zona del bosque y pronto comenzará a coger altura. Nuestro objetivo es sencillo, pues simplemente se trata de llegar al cordal que tenemos de frente, pero accediendo a él por su zona más baja, que es la situada en el flanco derecho (occidental). La senda coge en este tramo bastante pendiente, pero nos permitirá encaramarnos muy rápidamente en el cordal, ya por encima de la línea del bosque. La buena noticia es que en poco más de un kilómetro habremos superado casi doscientos metros de desnivel, la mitad de los que presenta nuestra ruta. 

Es imposible, llegados a este punto, no echar la vista hacia abajo (oeste) y sobrecogerse con la impresionante pirámide del Pico Torres (2100 m). Desde aquí el recorrido hasta la cumbre del Pico Lago no tiene pérdida, pues se trata simplemente de seguir el cordal en sentido ascendente (hacia el oeste). Tras un primer tramo más cómodo, vendrá otro en el que el trazado se vuelve algo más empinado y en el que tendremos que sortear algunos bloques rocosos. Se trata de una zona que no reviste dificultad para los acostumbrados a moverse por las montañas, pero que nos exigirán ir más atentos al terreno. 

A medida que vamos subiendo, de frente, vamos cogiendo una mejor perspectiva de las cumbres que tenemos de frente, que son muchas más de las que podríamos imaginar. La cumbre del Remelende, es la más próxima, situada al norte. Hacia el este veremos en primer plano la mole de Peña Ten, y a su izquierda su hermana pequeña, Pileñes. Por detrás de ellas todos los cresteríos de Picos de Europa. Las cumbres del macizo occidental, presididas por la más alta y esbelta, la Peña Santa. A su derecha, las cumbres del macizo central, con las inconfundibles siluetas de las Torres del Liordes y de Salinas. Pronto también aparecerán ante nosotros en el horizonte las siluetas de “las Palentinas”, donde el protagonismo se lo lleva el Espigüete.           

Entretenidos con la panorámica llegaremos hasta el colladito que se sitúa por debajo de las dos cotas características del Pico Lago. Ambas superan por poco los dos mil metros de altura, pero mientras la primera sólo lo hace por cuatro metros, la segunda todavía se eleva cinco metros más por encima de su compañera, alcanzado los 2009 m. 

Sin duda lo mejor de esta cumbre es la panorámica que ofrece sobre las cumbres de Mampodre, enmarcadas desde esta perspectiva por La Polinosa y la Peña de la Cruz.  

El descenso de esta cumbre, si no hay nieve podríamos hacerlo -sin senda definida- por las laderas de la vertiente este de la montaña, lo que nos permitiría hacer un itinerario circular volviendo por las Mina Escarlati, una explotación que extraía cinabrio un mineral que se usaba para obtener mercurio y que se explotó hasta 1972. Sin embargo, en esta época en que esas laderas todavía suelen estar cargadas de nieve, lo más seguro será deshacer el camino andado para retornar a nuestro punto de partida. 

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