Diario de Castilla y León

Señorío de Aldea

El nieto de Jacinto Sotillos

La tradición familiar permitió levantar esta bodega en Aldea de San Esteban, en la Ribera del Duero soriana

Daniel Heras y su padre Honorio en el interior de la bodega Señorío de Aldea. | ARGI

Daniel Heras y su padre Honorio en el interior de la bodega Señorío de Aldea. | ARGI

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Javier Pérez Andrés

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La Ribera soriana moviliza en los últimos años un buen número de proyectos, prácticamente todos ellos con un vínculo territorial muy definido. Es decir, las iniciativas se llevan a cabo en las pequeñas localidades que un día mantuvieron sus viñas gracias a la cooperativa comarcal situada en San Esteban de Gormaz .

Pero lo curioso es que en los años 2000 emergieron en toda esta zona pequeñas bodegas en los términos municipales donde tradicionalmente se había cultivado la viña y se habían elaborado vinos. Dentro de este fenómeno, destaca el ejemplo de un joven soriano que, gracias a su ADN familiar, se ha abierto un hueco entre los vinos de la Ribera del Duero soriana .

Daniel tuvo siempre claro que algún día se terminaría dedicando a elaborar vinos en su pueblo. Le viene de familia y, gracias a su padre Honorio, se ha salido con la suya al construir una pequeña bodega de elaboración de vinos de calidad. Y es que Daniel Heras es nieto de Jacinto Sotillos , uno de los socios fundadores de la cooperativa de San Esteban de Gormaz, la que fuera en los 70 el motor de la viticultura de la Ribera del Duero soriana.

En el año 2013, este joven economista soriano tomó la decisión de construir la bodega, atender los viñedos de la familia y entrar en el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Ribera del Duero. Pero Daniel jugaba con ventaja, pues un reducido grupo de bodegueros ha entendido en Soria el camino a seguir.

En su caso, aporta la raíz familiar y su vínculo cultural con el vino. En Aldea de San Esteban , su pueblo, cuenta con viñedos propios y actualmente elabora, además, con uvas procedentes de términos cercanos como San Esteban, Atauta, Peñalba de San Esteban o Quintanilla de Tres Barrios, entre otros.

En principio, la bodega elabora una producción media de 20.000 botellas, que procede de sus viñas, la mayor parte, vasos viejos en majuelos diseminados en esta parte del Duero soriano. 

Pero el futuro depara a este joven soriano y a su padre Honorio nuevos retos, siempre dentro del perfil de bodega de corta producción y corte familiar. En proyecto están las próximas 20 hectáreas de viñedo, que servirán para consolidar la bodega. En principio, Daniel Heras cuenta con el asesoramiento de dos enólogas ribereñas, Rebeca Palomo y Esther Gómez , de Divinos, dos técnicas que conocen muy bien el territorio y que llevan un control exhaustivo de los procesos, especialmente durante la vendimia.

Ambas han logrado definir unos vinos que han alcanzado el reconocimiento de la prensa especializada, los prescriptores y los consumidores del mercado del vino de calidad. Sus vinos Agoris están dentro del perfil sensorial de los tintos de Ribera del Duero, junto al Señodal , un tinto con 6 años y una magnífica relación calidad-precio.

Daniel no se ha mantenido ajeno al fenómeno de la revitalización de la variedad blanca Albillo en la Ribera y, de ahí, que su vino Albus recoja la esencia de toda esta casta repartida en las viñas de la bodega. Un blanco que pronto entrará a formar parte de la DO Ribera del Duero, ya que su Consejo Regulador acaba de aceptar en el reglamento los blancos. En este momento, Albus ya está en el mercado, con seis meses de barrica y procedente de la añada de 2018. 

Honorio insiste en la importancia de que las uvas procedan de 70 pagos diferentes. Un aspecto que la enóloga Rebeca Palomo define como clave para la definición de los vinos, ya que conocen y se realizan muestreos de maduración en las distintas parcelas. De esta forma se eligen las partidas de uva destinadas a los diferentes vinos de la bodega. Entre ellas, los cerca de 3.000 kilos de uva blanca albillo.

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