VALLADOLID
Maestros de la cirugía robótica
El Hospital Río Hortega de Valladolid cuenta con un programa de formación centrado en intervenciones con robot para el abordaje mínimamente invasivo de la litiasis. Esta iniciativa es única en el Sistema Nacional de Salud. Arrancó hace poco tiempo y ya ha formado a una uróloga de Gante, quien está aplicando todo lo aprendido en un hospital de Bélgica
Es un avance imparable. Los robots cirujanos se cuelan en los quirófanos para salvar la vida de miles de personas. Guiados por un profesional actúan con precisión gracias a sus manos de acero, lo que permite que los pacientes se recuperen más rápido. Este procedimiento es aplicable a diversas enfermedades y condiciones médicas, incluyendo la urología. Sin embargo, para que todo salga según la hoja de ruta prevista hay que poseer la formación adecuada para hacer frente a esta circunstancia.
Y es que no todos los profesionales están habituados a compartir la sala de operaciones con un sistema robótico. Por esta razón, es clave aprender a desarrollar una intervención mano a mano. En la primera posición de los formadores se sitúa el Hospital Universitario Río Hortega de Valladolid. Este dream team cuenta con un programa de fellowship en cirugía robótica y mínimamente invasiva para el abordaje de los casos de litiasis, una enfermedad causada por la presencia de cálculos o piedras en el interior de los riñones o de las vías urinarias.
«La urología es una especialidad muy amplia, que abarca, en líneas generales, el tratamiento médico y quirúrgico de las enfermedades de la vía urinaria y del retroperitoneo, tanto en el varón como en la mujer», explica Marcos Cepeda, jefe del servicio de Urología del centro vallisoletano, antes de comentar que alcanzar un nivel de excelencia adecuado en todas las partes de esta especialidad es «muy complejo», puesto que se ha desarrollado mucho.
Por ello, la tendencia actual es hacia la subespecialización, lo que permite a los profesionales concentrarse en patologías específicas y mejorar la calidad asistencial. «Esa subespecialización requiere no sólo estudio e investigación, sino también entrenamiento quirúrgico para adquirir habilidades y superar curvas de aprendizaje».
El Servicio de Urología del Hospital Universitario Río Hortega de Valladolid ha estado tratando a los pacientes oncológicos y litiásicos con cirugía mínimamente invasiva desde hace décadas, es decir, con cirugía laparoscópica y endoscópica. A partir del año 2018 incorporó la cirugía robótica a su cartera de servicios, sobre todo para el tratamiento de los cánceres prostáticos y renales. Es un servicio docente que en la actualidad recibe residentes de distintos hospitales del país para completar su formación.
«La cirugía mínimamente invasiva, tanto oncológica como para litiasis, es compleja y presenta una larga curva de aprendizaje», señala. Para abordar este desafío, este centro vallisoletano ha desarrollado un programa de subespecialización en colaboración con espacios de referencia en América y Europa, enfocados en cirugía endourológica, laparoscópica y robótica. De este modo, según detalla, se desarrollan las capacidades para operar, sobre todo, las piedras del riñón y los cánceres renales y prostáticos.
La formación dura seis meses en los que el profesional realiza una inmersión en el abordaje integral de estas patologías, incluyendo proyectos de investigación, actividad asistencial y quirúrgica, dirigido y tutorizado por determinados especialistas del servicio expertos en dichas áreas. De igual forma, la actividad investigadora ayuda a incrementar la evidencia científica sobre estas enfermedades, la cual se presenta en congresos y publicaciones científicas.
En este punto, señala que es un programa único en el Sistema Nacional de Salud. Por los pupitres del Río Hortega ya ha pasado una uróloga de Gante que ahora mismo está aplicando todo lo aprendido en la capital del Pisuerga en un hospital de Bélgica. En la actualidad cuentan con dos alumnos procedentes de Badajoz. Además, han recibido la solicitud de dos cirujanos mexicanos para aprender de la mano del equipo vallisoletano.
Cepeda destaca que trabajan con aprendizaje progresivo y tutorizado, que es «básico» para adquirir las competencias en cirugías complejas. «Es un método requerido en centros de referencia mundial y que empieza a ser valorado en nuestro sistema. Este tipo de proyectos está avalado por las principales sociedades científicas. Para el urólogo inmerso en el programa exige muchas horas de estudio, visualización de vídeos y prácticas en modelos».
En cuanto a las ventajas, el programa de subespecialización proporciona a los profesionales los conocimientos teóricos y prácticos necesarios para abordar patologías específicas, en este caso se centra en el cáncer de próstata, renal y litiasis. «Desarrolla habilidades necesarias para la ejecución con excelencia de esas cirugías que son en sí mismas de difícil ejecución. Esto le permite poder dedicarse en un futuro a esas áreas de conocimiento, así como aumentar exponencialmente el valor de su experiencia profesional, a la vez que incrementa la calidad de su actividad profesional y, por ende, sus posibilidades de encontrar un puesto de trabajo subespecializado, algo que es obligatorio en multitud de centros americanos y europeos», resume el jefe del servicio de Urología del Hospital Universitario Río Hortega de Valladolid.
El proyecto arrancó el pasado mes de enero tras conseguir la acreditación de la Asociación Europea de Urología como centro formador. En la actualidad, se ha completado el primer programa, el segundo está en pleno rendimiento y hay nuevas plazas proyectadas para el próximo año. Es verdad, admite, que la idea no es nueva. De hecho, existen programas similares en varios sitios del mundo. «Ha sido nuestro interés altruista en la docencia y nuestra amplia experiencia en estos tratamientos lo que hizo plantearnos la posibilidad de formar a urólogos en estas áreas de subespecialización. El objetivo es enseñar para mejorar la calidad asistencial de los pacientes con estas enfermedades», sostiene.
En este punto, Marcos Cepeda recuerda que existen muy pocos programas tan especializados en urología en España, y los que hay están estructurados en centros privados, por esta causa es tan importante esta formación en la que unen dos subespecialidades: la laparoscopia-robótica para la cirugía oncológica y la endoscopia para la cirugía litiásica.
Por el momento indica que la experiencia ha sido «positiva» y espera seguir avanzando en este proyecto en el futuro. «Es innegable que requiere un gran esfuerzo por ambas partes, ya que no es fácil aprender ni tampoco enseñar, pero ese esfuerzo tiene su recompensa y nos estimula para seguir adelante con el proyecto en los años venideros», concluye.
En su opinión, la investigación y la innovación en medicina en Castilla y León es «fundamental» y desde las sociedades científicas siempre se reclama aumentar las facilidades para su desarrollo. No obstante, considera que, en las últimas décadas, existe mayor implicación por parte de las instituciones y de los profesionales.
Es importante destacar que el Servicio de Urología del Hospital Universitario Río Hortega de Valladolid es uno de los pocos centros en España que utiliza el robot Da Vinci para salvar el riñón en procesos complejos de carcinoma renal.
La técnica utilizada hasta la llegada de la cirugía robótica para la extirpación de este tipo de tumores era la de la cirugía laparoscópica a través de una única incisión de tres centímetros, empleando una cámara y el instrumental específico para llevar a cabo la extracción. Esta nueva técnica cumple un doble objetivo: eliminar el cáncer y conservar el órgano.
Este abordaje consigue, según explicó Marcos Cepeda en una entrevista anterior a este periódico, precisión gracias a la imagen 3D magnificada, acceso a espacios milimétricos y libertad de movimientos, lo que permite conseguir una mejor visión del campo quirúrgico, menos pérdida de sangre, además de reducir el dolor postoperatorio y la estancia hospitalaria. «Si todo va bien, en tres días el paciente estará en casa y con su riñón».
En este punto, expuso que una persona con dos riñones tiene mucha más esperanza de vida que una con solo uno. A esto se une, agregó, que con el paso de los años se desarrollan enfermedades, como hipertensión, litiasis, diabetes… que afectan a estos órganos. Además, «si aparece otro problema en el riñón tiempo después de haber extraído el primero, la única opción sería la diálisis; mientras que, si se salva el órgano, la situación es muy diferente», apuntó.
La utilización de esta técnica para el tratamiento del cáncer renal, uno «de los más frecuentes» debido al aumento de pruebas de TAC o ecografías para el control de otras enfermedades, se realiza en cuatro tipos de operaciones oncológicas –«la única vía para el tratamiento de estos tumores a los que no se puede eliminar ni con quimioterapia ni con radioterapia», apostilló Marcos Cepeda.
Una de ellas es para los tumores que están pegados a los vasos renales. En todas las cirugías, tal y como indicó, lo fundamental es no dañar los vasos renales para que el paciente no se desangre; por este motivo, antes de la llegada del robot Da Vinci se recomendaba eliminar el órgano entero para no correr ese riesgo.