PERSONAJES ÚNICOS / OLGA CALVO
La salmantina de la revolución del ARN
Es la directora del Instituto de Biología Funcional y Genómica / Sus proyectos giran en torno a la síntesis del ARN, una molécula que salió del anonimato para la ciudadanía a raíz de la pandemia de la COVID-19 y la generación de las vacunas
Pizarrales la vio crecer. Este barrio humilde y de clase obrera fue su refugio. Allí no encontró referentes en el mundo de la investigación; sin embargo, sí descubrió su pasión por las ciencias gracias a las profesoras del Colegio Público Nicolás Rodríguez Aniceto de Salamanca. Entre clase y clase, Olga Calvo descubrió esta disciplina de la que terminó enamorándose en el Instituto Lucía de Medrano. Tuvo su primer contacto con un laboratorio. En ese momento, reconoce que sabía que estudiaría Biología.
Tras licenciarse, realizó su tesis doctoral en el Instituto de Microbiología Bioquímica, centro mixto vinculado por entonces al Departamento de Microbiología y Genética de la Universidad de Salamanca. Durante el periodo predoctoral realizó una estancia de investigación de cuatro meses en Bruselas. El siguiente paso en su carrera fue una estancia postdoctoral de cuatro años en el departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad de Columbia en Nueva York. Más tarde, relata que disfrutó de otra estancia de un año en el Centro de Regulación Genómica de Barcelona hasta que se incorporó como investigadora Ramón y Cajal al Centro de Investigación del Cáncer en 2004.
A finales de 2006 trasladó su contrato al Instituto de Microbiología, donde había realizado su tesis doctoral, y en 2009 consiguió una plaza de científica titular del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. En 2012, junto con el resto del personal, se trasladó a la nueva sede de este centro que cambió de nombre y pasó a llamarse Instituto de Biología Funcional y Genómica (IBFG). De 2018 a 2022 fue vicedirectora y desde marzo de 2022 es su directora.
Innovadores
Un estudio de la UBU logra datar la época Neandertal con una precisión inédita
María Merino
A lo largo de su carrera científica se ha interesado mucho por el campo de la expresión génica, es decir, cómo se expresan los genes, cómo se regula su expresión y qué maquinarias celulares están implicadas en estos procesos. Sus proyectos siempre han girado en torno a la síntesis del ARN, una molécula que salió del anonimato para la ciudadanía a raíz de la pandemia de la COVID-19 y la generación de las vacunas.
«Los ARNs son moléculas que se sintetizan a partir de la información contenida en el ADN de cualquier ser vivo. Estas moléculas, de hecho, algunas llamadas mensajeros, llevan la información necesaria para generar todas las proteínas celulares que son las que hacen posible que las células lleven a cabo todas sus funciones», explica.
En su laboratorio trabajan en esclarecer cómo funcionan y se regulan las maquinarias celulares que generan los ARNs. «Estas maquinarias se llaman ARN polimerasas. Son complejos formados por numerosas proteínas y cuya estructura molecular y función se encuentran muy conservadas a lo largo de toda la escala evolutiva. La actividad de estas máquinas es esencial para mantener la viabilidad celular y un crecimiento controlado. Por ejemplo, la actividad descontrolada de las ARN polimerasas permite que las células cancerígenas se dividan rapidísimamente, sin control, y que se formen los tumores», detalla Calvo antes de añadir que entender cómo funcionan, cómo se regulan y cómo se puede frenar la actividad de las ARN polimerasas en ciertas enfermedades es de gran interés en el campo de la biomedicina.
En cuanto a la dirección del IBFG, están trabajando para conseguir la acreditación como centro de excelencia del CSIC. Para lograrlo tienen que superar tres fases. Hace unas semanas pasaron la primera, por lo que han recibido la acreditación Joseba Barba. De los 124 institutos del CSIC, 40 lo han conseguido, lo que es otro hito importante para su instituto. Ahora empezarán a trabajar en superar la segunda fase, que conlleva, además, una dotación económica para poder llevar a cabo un proyecto y un plan de excelencia para los próximos tres años.
En su opinión, la investigación y la innovación en Castilla y León han mejorado mucho y están mejorando. No obstante, considera que para que lo hagan al ritmo que lo hacen otras comunidades y que sus centros de investigación estén al nivel de centros de excelencia nacionales, hay que contar con políticas de atracción de talento que impliquen una financiación generosa y adecuada. Pone como ejemplo la creación de nuevas convocatorias semejantes a la Ramón y Cajal, como ya se ha realizado en otras comunidades con éxito. «La convocatoria Emergia en Andalucía, sin ir más lejos, sería un buen ejemplo a seguir», apostilla.
Para Olga Calvo, no se puede trabajar para que España sea puntera sin una inversión económica importante en ciencia, innovación y tecnología por parte de las administraciones públicas, sin que se realice una inversión que iguale a la de los países de nuestro entorno. «El avance de la ciencia en España y que seamos punteros no puede radicar sobre todo en los científicos. No se nos puede pedir que trabajemos en proyectos potentes y que lo hagamos al nivel de países punteros cuando trabajamos con muchísimos menos recursos económicos y humanos y cada vez más burocracia y gestión administrativa».
En este sentido, deja claro que quienes trabajan para que España sea puntera en ciencia y tecnología son todas las personas que trabajan en los centros de investigación, desde el personal técnico y de investigación hasta el personal de gestión, pero las administraciones públicas no o, al menos, no al nivel que deberían.
A su parecer, la sociedad sí que reconoce la innovación y el talento; es más considera que lo hace más que los políticos, quienes utilizan estos temas como estrategias electoralistas. «Hay mucho talento en nuestros centros de investigación. La divulgación científica está ayudando mucho a que la sociedad reconozca la innovación, el talento y la necesidad de investigar. Las personas que nos dedicamos a la ciencia, y la ciudadanía en general, somos conscientes de que la investigación y la innovación son pilares fundamentales para el desarrollo económico y social de cualquier región, incluida Castilla y León. Si es algo tan obvio ¿por qué no se invierte más? Una mayor inversión sería el mejor de los premios», concluye.