Salamanca
El ritual de los pintores del Paleolítico
La USAL participa en un estudio en la cueva de Atxurra que permite reconstruir el comportamiento humano dentro de este enclave simbólico, relacionando el arte rupestre con el contexto arqueológico que lo rodea
La pintura nunca deja de sorprender. No solo la obra en sí, que también, sino el ritual que rodea a su momento de creación. Algunos artistas se sientan delante de lo que quieren pintar, lo miran, descubren sus colores y formas y lo plasman junto con sus emociones y sensaciones. Otros tiran de su imaginación. Bocarriba, bocabajo, sentados, de pie, con pinceles, con brochas, a carboncillo, al óleo, encerrados en un estudio, en el exterior, ciudad, campo… El abanico de posibilidades es enorme. Cada maestro tiene su forma de proceder, su peculiar manera de crear para enamorar.
Cada paso que dan revela rasgos de su personalidad a la hora de trabajar. Cuando miras una de esas obras no sabes todo lo que existe detrás. O sí. Todo depende de si su creador quiere contarlo o dejar pistas para que lo descubras. No sabemos qué opción siguieron los primeros hombres y mujeres del Paleolítico, pero por primera vez una investigación con ADN salmantino ha identificado cómo las sociedades de este periodo prehistórico planificaban la escenografía de su arte rupestre.
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En concreto, este proyecto ha consistido en un estudio interdisciplinar realizado en la cueva de Atxurra, en Bizkaia, en el que se han aunado análisis traceológicos, tanto de la industria lítica como de la producción del arte, estudios geológicos y topográficos y análisis lumínicos que permitan comprender la capacidad de visualización del arte. «Se eligió la conocida como Repisa de los Caballos por ser el panel con mayor concentración de motivos, con 85 figuras repartidas en un panel de menos de 10 metros de largo», detalla Olivia Rivero Vilá, profesora titular de Prehistoria en el Departamento de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología de la Universidad de Salamanca (USAL).
Teniendo como base este soporte, se llevó a cabo el estudio iconográfico, asociando el panel al periodo Magdaleniense. De forma complementaria, se analizaron traceológicamente las piezas líticas encontradas bajo el panel decorado, pudiendo replicarlas para desarrollar un protocolo experimental y determinar con qué útiles y mediante qué gestos realizaban las figuras los artistas paleolíticos.
«En las excavaciones desarrolladas bajo el panel decorado, además de instrumentos líticos, aparecieron restos de hogueras y antorchas. Una experimentación ha permitido determinar la cantidad de lúmenes que podían haber emitido, posibilitando recrear de forma virtual la iluminación del panel».
En conjunto con la iluminación, se realizó un trabajo de visibilidad espacial y de accesibilidad, determinando que las figuras más visibles son también las más grandes y las de mejor calidad, además de que el recorrido para llegar a la repisa presenta algunas dificultades, como zonas de gateo y pequeñas subidas.
Preguntada por la innovación del proyecto, considera que la principal es que se ha confirmado la existencia de una planificación previa a la producción artística, incidiendo en aspectos iconográficos y topográficos, es decir, que elegían a conciencia tanto los motivos a representar como la ubicación de las representaciones en función de la visibilidad que quisieran darles. Además, los datos indican que el panel estaba decorado para ser visto por terceros desde distintas posiciones y que estaba expresamente iluminado para ello.
Al mismo tiempo, asegura que se ha podido comprender cómo el artista utilizó cada tipo de herramienta hallada en el contexto arqueológico para fines gráficos específicos, delineando los animales con un tipo de útil y trazando los detalles anatómicos interiores con otro diferente. «Se ha demostrado por primera vez que la realización de arte rupestre requería de una planificación previa exhaustiva, así como una inversión muy grande de recursos humanos, naturales y de tiempo. También se ha demostrado que, en este caso, el arte de la repisa fue realizado para ser visto, lo que requiere una planificación previa de la disposición de las figuras en el espacio disponible», resume Rivero Vilá.
En cuanto a las ventajas del proyecto, la investigadora indica que los estudios desarrollados en la cueva de Atxurra ofrecen la posibilidad de reconstruir el comportamiento humano dentro de estos enclaves simbólicos, relacionando el arte rupestre con el contexto arqueológico que lo rodea. «Hemos comprendido que la selección de las herramientas es una actividad previa y que está vinculada al tipo de trazo que se requiera. Además, estas pruebas respaldan el papel del arte rupestre como sistema de comunicación visual en las sociedades del Paleolítico Superior».
Este trabajo arrancó tras el descubrimiento parcial del arte en el desarrollo de una prospección en el interior de la cavidad. A partir de este momento se iniciaron las prospecciones globales de la cueva, descubriendo nuevos sectores decorados, en paralelo al estudio integral del arte de la repisa y la excavación de este sector. Con el hallazgo de restos arqueológicos tan importantes como útiles líticos y restos vegetales carbonizados, comenzó a plantearse la posibilidad de realizar experimentaciones con las que demostrar el uso de estos materiales. En paralelo, se planteó el estudio de accesibilidad a la repisa mediante análisis topográficos y medición del tiempo.
Los planes de futuro del Laboratorio de Tecnología Prehistórica de la USAL pasan, según avanza, por seguir estudiando un conjunto muy numeroso de yacimientos en España, Francia, Australia y Laos, aplicando nuevas metodologías para el análisis del arte paleolítico, tanto desde el punto de vista de la documentación mediante técnicas de registro tridimensional como desde el punto de vista del análisis de las evidencias gráficas, con el fin de conocer qué papel desempeñaba el arte dentro de las sociedades del Paleolítico Superior y qué significaba para nuestros antepasados la producción de un arte visual tan complejo y elaborado como el que encontramos hoy en día en las paredes de las cuevas o representado sobre objetos.