Plásticos de la miel que afectan a las mujeres
El proyecto WomanPlasticBeeSafe recoge la presencia de estas partículas en las colmenas; sin embargo, los niveles hallados no son preocupantes / Las investigadoras lamentan la carencia de legislación sobre estos contaminantes
Estamos comiendo plástico. Sí, como lo leen. En la barriga de los peces, en la carne de los moluscos… y en la miel. Este indeseable compañero está presente en nuestros menús diarios. A esto se suma que no afecta a todos por igual. Pero antes de entrar en pánico, es clave profundizar sobre esta cuestión, ya que no se sabe con certeza cuánto engullimos al año, por lo que es complicado conocer los efectos nocivos que tiene sobre nuestro cuerpo.
En este punto, aparece la investigación WomanPlasticBeeSafe que tiene como objetivo evaluar la presencia de sustancias plásticas y aditivos en la colmena . «Los productos apícolas tienen excelentes propiedades nutricionales y bioactivas, sin embargo, las abejas polinizadoras responsables de estos productos se enfrentan a una exposición constante a contaminantes», sostiene Ana María Ares Sacristán, profesora titular de Química Analítica de la Universidad de Valladolid e investigadora principal de este proyecto.
Una de las contaminaciones más preocupantes es la derivada del uso masivo e incontrolable del plástico , que ha invadido nuestras vidas y tiene consecuencias directas sobre el medio ambiente. «Los grandes polímeros plásticos se disgregan en otros más pequeños como los microplásticos o nanoplásticos llegando a afectar a todos los ecosistemas e impactando de forma directa o indirecta sobre la salud de las personas. Su toxicidad no sólo se atribuye a su composición química, sino también a los aditivos utilizados durante su fabricación, entre los que destacan los bisfenoles y los ftalatos, los cuales se consideran disruptores endocrinos. Estos se mimetizan con las hormonas naturales, pudiendo afectar negativamente al sistema endocrino, así como al funcionamiento biológico, siendo especialmente graves en la salud de la mujer».
A esto se suma, lamenta, que las legislaciones actuales en materia de seguridad alimentaria no establecen límites máximos de residuos en alimentos, ni posibles diferencias entre ellos. Sólo se marcan los límites de migración específicos, que no máximos de residuos y únicamente para algunos compuestos individuales. Por ello, considera crucial el desarrollo y la validación de métodos analíticos específicos para poder monitorizar la presencia de microplásticos. En concreto, en este trabajo se centran en miel y polen de abeja, con la meta de obtener metodologías adecuadas para cuantificar estos contaminantes, obtener información y garantizar la seguridad de los consumidores.
Es verdad, recalca Silvia Valverde Bastardo, profesora ayudante doctora de Química Analítica de la Universidad de Valladolid y miembro del equipo investigador de esta iniciativa, que no quieren con esta línea de investigación decir que el consumo de productos apícolas sea peligroso, sino que debido a la contaminación emergente, es posible que estos compuestos hayan llegado a la colmena debido al pecoreo de las abejas (no de manera intencionada) o incluso durante la manipulación de sus productos y proceso de envasado. «Este proyecto nos dará una idea de la situación actual del tema y si fuera necesario información adicional que podría ser tomada en cuenta en términos de seguridad alimentaria tanto desde el punto de vista de la química analítica, con los métodos desarrollados, como de información de lo que se ha encontrado en una primera aproximación en el análisis de las muestras seleccionadas», apostilla antes de dejar claro que los niveles encontrados no son preocupantes .
Hasta la fecha y bajo la información que disponen, asegura que sólo se han reportado análisis de estos contaminantes en mieles , utilizando otros tipos de tratamientos de muestra o métodos de análisis más largos y tediosos, menor número de compuestos evaluados o sin utilizar métodos específicos y validados teniendo en cuenta el origen botánico de las mieles, lo que puede afectar de manera directa a la reproducibilidad de los resultados obtenidos. Para el caso del polen de abeja, expone que lo que se pretende reportar es novedoso. Además, la investigadora de la UVa celebra que se ha puesto de manifiesto que es necesario continuar esta línea de investigación en la que se tiene que seguir obteniendo información científica que no repercute igual a las personas, introduciendo una reflexión a la hora de tener en cuenta particularidades en función del sexo biológico. Por otro lado, destaca que es pionero en cuanto a que ha sido un proyecto liderado por jóvenes científicas, en las que se ha utilizado la química analítica con un enfoque feminista.
WomenPlasticBeeSafe es una iniciativa subvencionada por el Instituto de las Mujeres del Ministerio de Igualdad para investigaciones feministas, de género y sobre mujeres y en la convocatoria del año 2022 y que ha tenido una duración de un año. En este sentido, Ares Sacristán afirma que sería necesario aumentar la significancia del trabajo proporcionando un mayor número de resultados por medio del análisis de un mayor número de muestras, incluyendo nuevos factores de estudio como los tipos de orígenes botánicos/geográficos, envases, incluir nuevos contaminantes también de origen plástico, con el objetivo de ayudar a mejorar los sistemas de calidad de los productos alimentarios, así como promover la reflexión de la sociedad en general sobre la repercusión del problema ecológico actual. Sin olvidar, agrega, la necesidad de seguir apostando por jóvenes científicas.