Diario de Castilla y León

Los vigías de la radiactividad del agua

Investigadores salmantinos analizan las muestras procedentes de las  demarcaciones de Castilla y León con una frecuencia quincenal

Miembros del equipo en el laboratorio de la USAL. ENRIQUE CARRASCAL

Miembros del equipo en el laboratorio de la USAL. ENRIQUE CARRASCAL

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Estibaliz Lera

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Al realizar muchas actividades cotidianas te expones a la radiación y no eres consciente de ello. Quién te iba a decir que, dando un paseo por el campo, sentado en el ordenador leyendo las últimas noticias en tu periódico favorito, respirando mientras estás trabajando o bebiendo un vaso de agua, recibes una dosis radiactiva. Es verdad que en el 80% de los casos es de origen natural, sin embargo, cuando se superan determinados niveles, puede afectar a las células del cuerpo humano, pudiendo dañar su material genético, lo que provoca que esa célula muera o se vuelva cancerígena. 

Por tanto, es clave controlarlo y, en algunos casos, es obligatorio, como el agua, donde desde el año 2003 se detecta la radiactividad natural de esta fuente de vida cuando está destinada al consumo humano. Además, la entrada en vigor de un nuevo real decreto en 2016 obliga a analizar el contenido de todas las especies radiactivas que contiene esta bebida . En esta línea, esta normativa pone el foco en que para que el agua no sea apta para el consumo no hace falta que se haya producido un accidente nuclear o que la captación de donde se toma esa agua se encuentre próxima a una instalación radiactiva, puesto que se centra en una lista de radionucleidos naturales.

No obstante, debido a la cantidad de especies que hay que tener en cuenta, esta actividad no está al alcance de cualquiera. Uno de los laboratorios que sí que puede hacer frente a este reto es el encabezado por la catedrática de Física Atómica, Molecular y Nuclear de la Universidad de Salamanca (USAL) Begoña Quintana. Su equipo analiza las muestras procedentes de las diferentes demarcaciones de Castilla y León con una frecuencia quincenal. «Se inicia la preparación para cada uno de los análisis a realizar, se miden los detectores de partículas y se analizan todos los datos para obtener los resultados finales, que se incluyen en una base de datos, en la que más tarde realizan estudios estadísticos que les permiten localizar las zonas que más vigilancia requieren», explica. 

Hasta la fecha, celebra que en ninguna otra región europea se ha realizado una caracterización radiológica tan completa que abarque el número de muestras que han analizado hasta el momento, el cual asciende a más de 600, implicando un número de análisis superior a las 7000 determinaciones. «Este estudio, que recoge muestras de toda Castilla y León, con su interesantísima variedad geológica, ha permitido establecer relaciones entre los niveles de los radionucleidos medidos y las características hidrogeológicas de las zonas en las que se encuentran las captaciones de donde provienen las muestras que los contienen». 

Con ello, según apunta Quintana, es posible establecer las zonas que requieren un mayor seguimiento y construir mapas de predicción de los niveles de radiactividad total y también para las especies más abundantes. En concreto, en lo que llevan de proyecto se han obtenido los mapas de predicción para casi la totalidad de la cuenca hidrográfica del Duero; es más, presume de que es la primera vez que se consigue ejecutarlo en un territorio tan extenso en toda Europa. 

Para determinar la concentración de los radionucleidos naturales, detalla la catedrática de Física Atómica, Molecular y Nuclear de la Universidad de Salamanca, es necesario utilizar técnicas radiométricas de muy bajo fondo. Su laboratorio está especializado en este tipo de medida desde sus orígenes, allá por 1990, y desde entonces han ido ampliando sus capacidades y mejorando los métodos.

En estos momentos, forman parte del Comité Internacional de Metrología de las Radiaciones, donde lideran el grupo de trabajo de Técnicas de Bajo Fondo. Entre las técnicas que utilizan en este trabajo se encuentra la espectrometría gamma de bajo fondo, la cual aplican en una gran variedad de estudios como la datación de sedimentos marinos con múltiples objetivos, como pueden ser determinar el efecto de la actividad humana en las costas o el estudio del cambio climático.

El uso de la espectrometría gamma, tal y como indica Begoña Quintana, ofrece la posibilidad del análisis simultáneo de diferentes especies radiactivas con una mínima preparación de muestra. Por lo tanto, añade, ahorra recursos tanto económicos, como técnicos y humanos, si bien dice que los detectores que usa son costosos, por eso suele estar al alcance de laboratorios muy especializados.

En cuanto a las ventajas de esta iniciativa, las principales, en su opinión, es que establece una frecuencia de análisis por captación adaptada a los riesgos que presenta cada zona y proporciona los protocolos de análisis adecuados para identificar de manera fiable aquellas aguas que puedan tener niveles elevados de los radionucleidos que representan un peligro para la salud.

Preguntada por el ahorro, la catedrática de la USAL considera que es mucho si se tiene en cuenta que la batería completa de análisis de una sola muestra que se requiere para determinar si un agua es apta para el consumo puede ascender a los 2000 euros. Por eso, deja claro que lo más importante es planificar bien y después disponer de un método que identifique de manera correcta las muestras que requieren una caracterización completa de su contenido radioactivo. 

La idea llegó, relata, de la mano de Enrique Estrada Vélez, anterior responsable del Servicio de Sanidad Ambiental, dependiente de la Dirección General de Salud Pública de la Consejería de Sanidad, quien vio el problema que tenían todas las comunidades autónomas para la ejecución de los criterios planteados en el real decreto para verificar la calidad radiológica del agua de consumo humano en cada punto geográfico de la red de abastecimiento. 

«Era consciente de la escasa capacidad predictiva de los índices que se utilizaban para el cribado o identificación de las aguas potencialmente peligrosas , lo que llevaba a dos situaciones diferentes: la primera, que muchas muestras peligrosas no se identificaran, o sea, que quedaran ocultas, y, la segunda, identificar como peligrosas aguas que están muy lejos de serlo», expone antes de agregar que, por ejemplo, en Castilla y León, una región cuya base rocosa es rica en uranio, el agua que circula por los acuíferos puede contener radionucleidos que no son peligrosos a no ser que alcancen niveles mucho más elevados que los demás.

Por ello, en el primer análisis, el que corresponde al índice de cribado, que es un indicador ciego porque no distingue de qué radionucleidos se trata, es bastante probable obtener valores elevados, aunque luego sean aguas perfectamente aptas para el consumo. Sin un trabajo como el del Laboratorio de Radiaciones Ionizantes y Datación de la Universidad de Salamanca, recalca la catedrática, serían muchas las aguas a las que habría que realizarle una caracterización completa según marca la ley, y esto plantea un doble problema, ya que, por una parte, se desbordaría la capacidad de análisis de un laboratorio especializado y, por otra, conllevaría un gasto económico enorme y a la vez con muy poco sentido.

Con este estudio buscan sensibilizar a otros gobiernos regionales sobre la importancia de realizar la caracterización completa del contenido radiactivo del agua que se suministra a través de las redes de abastecimiento. Su idea, avanza, es si la Junta sigue confiando en ellos, completar todo el mapa de la Comunidad. También se están planteando realizar un estudio más extenso sobre una de las especies radiactivas que conlleva mayor riesgo a nivel de inhalación y de ingestión como es el 222Rn. 

De igual forma, este equipo salmantino trabaja en los planes de vigilancia radiológica ambiental del Consejo de Seguridad Nuclear y en aplicaciones de los radionucleidos a la datación absoluta de muestras de interés paleoclimático, evolutivo y de impacto ambiental. Aquí incluyen al famoso 14C, que miden mediante la técnica de espectrometría de masas con acelerador, siendo el segundo laboratorio español en contar con ella, y a otros radionucleidos que posibilitan completar un intervalo de edades que van desde la actualidad a los últimos 500.000 años.

Begoña Quintana, catedrática de Física Atómica, Molecular y Nuclear de la USAL: «Es necesario crear un tejido científico sensato para que la inversión realizada dé sus frutos»

Begoña Quintana, catedrática de Física Atómica, Molecular y Nuclear de la Universidad de Salamanca (USAL), asegura que desde el Gobierno autonómico se están realizando esfuerzos notorios por fortalecer la investigación, aunque a veces los recursos económicos que se adjudican a los proyectos son escasos. Sin embargo, comenta que es cierto que favorecen de manera especial la incorporación de doctores a estos trabajos, lo cual es «esencial» en los grupos de investigación porque ese es un escalón intermedio entre el estudiante de doctorado y el profesor que hace que la investigación en los equipos sea más dinámica y efectiva. 

No obstante, desde su punto de vista, lo que no se termina de conseguir es mantener en el tiempo esa estructura tan eficaz, la cual se ha creado en un grupo gracias a un proyecto concreto. «Eso significa que los recursos invertidos no se terminan de aprovechar para ampliar el tejido científico de Castilla y León. Y si pensamos en proyectos de tipo tecnológico, la situación es todavía peor».

En esta línea, reclama técnicos cualificados y lamenta que los programas existentes no cubren estas necesidades. A esto se suma, expone Quintana, que cuando formas a un técnico también en el marco de un proyecto, al no existir una carrera técnica que sea paralela a la científica, es imposible estabilizarlo. «No creo que todo se solucione a base de dar mucho dinero a proyectos de investigación que tienen una duración muy corta en el tiempo. Es necesario crear un tejido científico y técnico sensato para que la inversión realizada dé sus frutos a corto, medio y largo plazo, que es lo que nos conduciría a ser punteros», subraya la catedrática de Física Atómica, Molecular y Nuclear de la Universidad de Salamanca.

A su parecer, la sociedad no premia la innovación y el talento . Es verdad, admite, que con el gran éxito que ha supuesto conseguir una vacuna eficaz para el COVID-19 en tan poco tiempo, se ha visibilizado algo más la tarea de los investigadores, pero afirma que pronto se olvidará. «El día que veamos programas de televisión, incluso tertulias de las de máxima audiencia, en las que participen los que realmente trabajan por el progreso en el bienestar humano, entonces podremos decir que a la sociedad le importan. A lo mejor soy muy friki, pero yo lo veo así», concluye. 

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