Foco en los parásitos de la toxoplasmosis
Un equipo de la ULE analiza las consecuencias clínicas de la enfermedad en ovejas gestantes en función del aislado que las infecte / El estudio será útil para concienciar a los ganaderos de la implantación de medidas de control eficaces
Está detrás de un importante número de abortos en el ovino. La toxoplasmosis es una enfermedad parasitaria producida por Toxoplasma gondii, capaz de infectar a cualquier animal de sangre caliente. Las ovejas se contagian a través del agua o el alimento. En el momento de la infección el parásito se disemina por todo el organismo por vía linfática y hemática, produciendo una fuerte respuesta inflamatoria. Si no está gestando, la mayoría de las veces la enfermedad pasa desapercibida para el ganadero, ya que los animales solo mostrarán fiebre e inapetencia por unos días, pero si está embarazada, el parásito consigue atravesar la placenta y llegar hasta el feto para originar el aborto. No obstante, si la infección se produce en periodos tardíos de la gestación, nacen corderos vivos, prematuros y débiles que con frecuencia mueren durante los primeros días de vida.
Una vez que la oveja se infecta, al igual que ocurre en las personas, será inmune frente a futuras reinfecciones y, por lo tanto, no abortará. Sin embargo, las infecciones experimentales llevadas a cabo por un equipo de investigación de la Universidad de León (ULE) han permitido caracterizar las lesiones de una nueva presentación clínica de esta enfermedad, denominada toxoplasmosis aguda, en la que los abortos tienen lugar entre los días 7 y 14 después de la infección . Son, según explica el profesor Daniel Gutiérrez Expósito, los llamados abortos tempranos, en los que no se detecta la presencia del parásito en el aborto ni tampoco la presencia de anticuerpos en el suero de la madre.
En este punto, comenta que cuando esta enfermedad parasitaria afecta a un rebaño, suele producirse un brote de abortos, lo que provoca importantes pérdidas para el ganadero, ya que no solo pierde el lechazo, también la leche. Prueba de ello es que, en España, su control es importante, puesto que si se tiene en cuenta el tamaño medio de rebaño (300-350 ovejas), un brote de abortos que afecte al 50% de los animales supondría unas pérdidas incalculables. Por ello, se recomienda vacunar frente a la toxoplasmosis ovina y extremar las medidas de control en la granja, como eliminar ratones y gatos.
Y es que la toxoplasmosis da lugar a una infección crónica de por vida, ya que el parásito, tras la infección, queda enquistado en diferentes localizaciones del organismo como musculatura y sistema nervioso central. En la actualidad no existe cura frente a esta enfermedad, de hecho, se estima que al menos un millón de los abortos que se producen en ovejas de la Unión Europea se deben a este parásito y un tercio de la población humana mundial podría estar infectada sin saberlo.
Arrojar luz sobre esta enfermedad es clave, así que este grupo leonés decidió centrarse en conocer si sus consecuencias clínicas en ovejas gestantes varían en función del aislado del parásito que las infecte. Para ahondar más en este punto, seleccionaron tres aislados del Toxoplasma gondii que se habían obtenido dentro del desarrollo de un proyecto de investigación, coordinado con el grupo SALUVET de la Universidad Complutense de Madrid, y que habían sido previamente estudiados en modelos in vitro e in vivo para analizar su comportamiento en un modelo ovino gestante.
Para llevar a cabo el estudio utilizaron ovejas gestantes que fueron infectadas a los 90 días de gestación con las formas infectantes producidas en un gato en un laboratorio mediante una infección experimental. Se dividieron las ovejas en cuatro grupos (tres grupos infectados con cada uno de los aislados y un grupo control). Tras la infección, realizaron un seguimiento diario de los animales midiéndoles la temperatura corporal y tomándoles muestras de sangre para controlar los niveles de anticuerpos. A los 14 y a los 28 días de la infección se sacrificaron cinco animales de cada grupo para poder estudiar las lesiones microscópicas y en el resto se anotó el número y día en el que ocurrían abortos, expulsión de corderos mortinatos o nacimiento de corderos débiles. De igual forma, se investigaron parámetros clínicos como la subida de temperatura corporal, el título de anticuerpos, las lesiones microscópicas y la presencia del parásito.
Para Gutiérrez Expósito, la novedad de este proyecto es que se han comparado por primera vez tres aislados de T. gondii en un modelo ovino gestante, modelo experimental muy relevante, porque es la especie de destino de la toxoplasmosis ovina, siendo una de las principales amenazas para su bienestar y además comprometiendo seriamente la viabilidad económica de los rebaños. «Uno de los mayores hitos de la investigación es que se ha utilizado una dosis de infección baja (10 formas parasitarias), que reproduce fielmente lo que ocurre en condiciones de campo, ya que en estudios previos las dosis elevadas de infección (por ejemplo, 50, 500, 2000 o 3000 formas parasitarias) enmascaran lo que ocurriría en condiciones naturales», explica.
Respecto a las ventajas, afirma que se ha demostrado, al menos en estos tres aislados estudiados, que proceden de muestras ovinas (músculo cardiaco de ovejas crónicamente infectadas y encéfalo de fetos abortados) que las consecuencias clínicas para las ovejas son similares independientemente del aislado. Sin embargo, el profesor del departamento de Sanidad Animal de la ULE puntualiza que no se puede descartar la existencia de otros aislados atípicos, recombinantes o de tipo I que produzcan un mayor porcentaje de abortos.
«En cualquier caso, es importante concienciar a los ganaderos para la implantación de medidas de control eficaces frente a la toxoplasmosis ovina, por ejemplo, vacunación, que eviten el aborto, puesto que las pérdidas económicas producidas tras la infección del parásito pueden llegar a ser elevadas , sobre todo en granjas pequeñas y familiares, que son las más comunes en España», incide.
De cara al futuro, adelanta que los siguientes objetivos irían encaminados de forma general a explicar los mecanismos causantes del aborto en las ovejas infectadas y cuáles serían los factores del hospedador que otorgarían protección frente a ellos. Para ello, y de forma más inmediata, añade, se estudiaría la respuesta inmunitaria periférica y local en las muestras procedentes de este estudio, para conocer si existen variaciones en la misma que expliquen las diferencias observadas en cuanto a la mayor o menor presencia de lesiones y detección del parásito y cómo se relacionan estas con el desencadenamiento del aborto.