Corazones artificiales que salvan vidas
Los profesionales del Hospital Clínico Universitario de Valladolid utilizan la ECMO móvil para tratar a personas que han sufrido un shock cardiogénico grave / Buscan ganar tiempo para poder ayudar a estos pacientes con fármacos, cirugía o trasplante
La muerte te pisa los talones. Sin aviso. Un buen día la vida te pone una prueba de fuego. Tu corazón se apaga. De repente. No es capaz de bombear la cantidad necesaria de sangre requerida por el organismo. Detrás de esta afección grave se encuentra el infarto de miocardio, una arritmia, una miocarditis o una valvulopatía descompensada. Distintas enfermedades con un mismo desenlace si no se actúa a tiempo. Por tanto, cada minuto es oro, más bien vida.
De ganar tiempo a la muerte sabe mucho el equipo que se encuentra detrás del laboratorio de Cardiología Intervencionista del Hospital Clínico Universitario de Valladolid. Cada paso que dan va acompañado de un tándem perfecto: conocimiento más tecnología. El proyecto ECMO móvil es «fundamental» para dar una respuesta asistencial a un problema grave cada vez más frecuente como es el fallo cardiaco agudo avanzado.
Y es que, según comenta el director de este laboratorio Ignacio J. Amat-Santos, implica disponer de un dispositivo que supla las funciones del corazón y los pulmones y de un grupo entrenado para implantarlo en el lugar que sea, ya que también dan cobertura a todos los centros que soliciten su ayuda para identificar de manera rápida a los candidatos a esta terapia.
En este punto, destaca el rápido aumento de personas que se atiende con la ECMO móvil, puesto que cada vez se tratan mejor los infartos, es decir, sobreviven más pacientes a la fase aguda gracias a un cateterismo urgente, pero esto implica que algunos de ellos en las horas o días siguientes van a desarrollar un fallo de bombeo de corazón, con lo cual este dispositivo tiene que entrar en acción para reemplazar sus funciones hasta que el corazón se recupere o, sino lo hace, hasta que pueda realizarse un trasplante de corazón o un implante de un corazón artificial definitivo.
Un programa, coordinado por el cirujano cardiovascular Alexander Stepanenko, que implica a muchos profesionales, como el equipo de cardiólogos intervencionistas que llevan a cabo el implante de la ECMO; los cardiólogos especialistas en insuficiencia cardiaca que seleccionan a los candidatos a esta terapia y marcan los pasos a seguir una vez implantado el dispositivo; los profesionales de cuidados cardiológicos agudos que vigilan su correcto funcionamiento; los expertos en imagen cardíaca que ayudan a guiar el implante; todo el equipo de enfermería que cuida cada minuto de pacientes en una situación tan crítica, y la decena de personas que se sincronizan como un reloj para que nada falle. La responsabilidad es grande; tienen en sus manos el tesoro más preciado: la vida.
Para explicar todo esto, Amat-Santos pone un ejemplo práctico: «El cardiólogo experto en insuficiencia cardiaca de Valladolid recibe una llamada del médico de Cuidados Intensivos del Hospital de Burgos, en la que comenta que un paciente de 20 años de edad tiene un fallo cardiaco agudo, en este caso por una inflamación brusca del corazón, miocarditis. O se actúa en pocas horas o el paciente fallecerá. Inmediatamente, dos cardiólogos de Valladolid, un intervencionista y un experto en insuficiencia cardiaca, recogen el kit básico para implantar una ECMO y la propia máquina del dispositivo y se desplazan a Burgos, bien en ambulancia, bien en su propio coche, lo que sea más rápido».
Cuando llegan al destino, continúa, el médico de Cuidados Intensivos ha preparado al paciente. «Tras una rápida discusión de la situación de la persona, se punciona una arteria y una vena y por cada una se introduce una cánula que extraerá la sangre, la oxigenará y la bombeará de vuelta al organismo estabilizando la situación. Una vez implantada la ECMO, se trasladará al paciente a la Unidad de Cuidados Cardiológicos Agudos de Valladolid, donde se mantendrá estable hasta que se recupere la función normal del corazón, como ocurre en la mayor parte de los pacientes con esta patología inflamatoria». El siguiente paso de este periplo para salvar la vida a ese chico de 20 años llega cuando se decide retirar el dispositivo. En ese momento regresa a Burgos para completar su recuperación y volver a hacer vida normal.
A este ejemplo real se suman, según indica el director del Laboratorio de Cardiología Intervencionista del Hospital Clínico Universitario de Valladolid, casos más complejos como ocurre con los grandes infartos de miocardio, que necesitan llegar a terapias más avanzadas o incluso a un trasplante de corazón. En Valladolid se realizan estos trasplantes en pacientes de Castilla y León. En 2022 14 personas se sometieron a esta terapia, logrando una supervivencia del 100% de los casos. Es verdad, sostiene Amat-Santos, que la ECMO no es nueva, pero hasta ahora solo se usaba en hospitales con cirugía cardiaca para dar soporte a determinados enfermos que, tras una intervención cardiaca, necesitaban apoyo circulatorio para salir adelante.
El esfuerzo de este proyecto, a su parecer, reside en extender sus indicaciones a todo tipo de casos con fallo cardiaco agudo con independencia de la causa, y en ofrecer la disponibilidad del equipo de profesionales del Clínico vallisoletano a toda la Comunidad para mejorar la calidad asistencial de esta patología y la equidad en el acceso a los recursos por parte de los pacientes castellanos y leoneses independientemente de donde sean asistidos.
A esto se suma el éxito del programa que, tal y como celebra, se basa en «una tremenda implicación» de los profesionales del centro que activa este recurso y de los profesionales que se desplazan para implantarlo. «Aunque lo ideal sería que cualquier médico dispusiese de la ECMO y lo pudiese implantar, la realidad es que el volumen de casos no es muy alto y es importante que los médicos implantadores sean un grupo reducido para evitar complicaciones relacionadas con falta de experiencia».
¿Cómo funciona este dispositivo? Detalla que imita el funcionamiento del organismo en condiciones normales, es decir, cuando la sangre pasa por los pulmones se expone al aire inspirado y es capaz de impregnarse del oxígeno del aire para llevarlo a todos los órganos del organismo bombeado para ello por el corazón. «La ECMO hace exactamente lo mismo. La sangre extraída del organismo pasa junto a una membrana que le permite entrar en contacto con el oxígeno e impregnarse del mismo. Entonces bombea la sangre de vuelta al organismo para que se distribuya por todos los órganos».
En cuanto a las ventajas, tiene claro que la principal es que pueden salvar vidas, ya que hasta hace muy poco el único recurso que podían ofrecer al paciente era una serie de medicaciones intravenosas que ayudan a bombear más fuerte, sin embargo, subraya que su eficacia es limitada porque si el corazón ya está muy debilitado, estos fármacos no son suficientes para ganar tiempo a la muerte.
En este sentido, el responsable del Laboratorio de Cardiología Intervencionista resalta que otra opción que ponen encima de la mesa era realizar un trasplante urgente, si bien, en su opinión, tiene múltiples desventajas, como trasladar a un paciente a otro hospital que pueda realizar un trasplante en un estado tan crítico. «Sin ayuda de la ECMO es algo muy arriesgado, el paciente puede fallecer en el traslado porque está en una situación de extrema fragilidad».
Otro punto en contra, dice, es que no siempre se puede disponer rápidamente de un corazón adecuado para trasplantar a ese enfermo concreto y, además, realizar un trasplante en un paciente en tan mal estado da peor resultado que si se puede hacer el trasplante con la persona ya estabilizada. El broche a las ventajas lo pone, a su juicio, la mejor: «Con este dispositivo el enfermo tiene capacidad de que su propio corazón se recupere si le damos unos días de apoyo con la ECMO, lo que les evitaría tener que pasar por una intervención tan compleja como es un trasplante y también evitar el tratamiento crónico inmunosupresor que necesitan los pacientes trasplantados para que su organismo no rechace el nuevo órgano».
No obstante, Ignacio J. Amat-Santos apunta que la ECMO tiene sus riesgos, como que el paciente presente algún tipo de hemorragia durante los días que esté conectado al dispositivo, ya que precisará recibir anticoagulantes durante ese periodo. Por este motivo, incide en que la experiencia del equipo es crucial a la hora de alcanzar la situación óptima de funcionamiento de la ECMO, minimizando los riesgos de cada paciente. «Cada persona es diferente, pero la experiencia acumulada por el equipo beneficia a cada uno de los pacientes tratados».
Los primeros enfermos a los que decidieron ofrecer esta terapia fueron personas que habían sufrido un infarto agudo de miocardio, y que durante el cateterismo urgente que realizaron para desobstruir la arteria que les había provocado ese infarto, presentaban algún tipo de complicación que provocaba una parada cardiaca. «En esa situación poco podíamos hacer para salvar la vida del paciente, lo cual es algo dramático para la familia, pero también para nosotros como profesionales, puesto que la mayor parte de las veces que afrontamos este grave problema se trata de personas con toda una vida por delante», relata.
Por esta razón, decidieron ir un paso más allá. Plantearon el código ECMO y pronto vieron que estaban salvando vidas que hasta hace muy poco no podían salvar. Corría el año 2014 cuando los profesionales del Servicio de Cardiología del Clínico empezaron a hablar sobre esta posibilidad, si bien destaca que les parecía una intervención demasiado lenta para plantear hacerla en un procedimiento sobre un paciente crítico que requiere actuar muy rápido. «La clave fue plantear realizar un procedimiento ‘sin abrir’, es decir, mediante una rápida punción de la arteria y de la vena, ya que eso nos permite implantar la ECMO en menos de 10 minutos y reduce el riesgo de hemorragias».
De igual forma, admite que Castilla y León es la comunidad que más puede beneficiarse de programas con la ECMO móvil. Por ello, está feliz de que su laboratorio sea pionero. De hecho, Amat-Santos asemeja este programa al de trasplante porque en ambos están implicados muchos médicos que se desplazan para extraer e implantar órganos allá donde se les necesite.
«En este caso los profesionales hemos tomado la iniciativa para forzar a las estructuras asistenciales a cambiar paralelamente a los avances técnicos y científicos y, aunque aún hay elementos que corregir, hemos conseguido que el sistema empiece a adaptarse a lo que realmente es mejor para los pacientes», presume para, a continuación, añadir que quizá esta capacidad de cambiar el sistema sanitario es en lo que más pioneros han sido, por encima incluso de los avances tecnológicos que han incorporado a su práctica clínica.
Los próximos pasos se escriben, avanza, validando nuevos dispositivos más sencillos de implantar. De igual manera, dice, quieren desplazarse a otros hospitales más rápido mediante medios de transporte específicos; establecer un programa de cardiólogos de guardia para dar soporte a esta actividad que de momento se basa sobre todo en la motivación de los equipos, pero, tal y como indica, debe hacerse sostenible, entre otros puntos. El cierre a los planes lo pone una reunión anual en la que se ha constituido el primer grupo de trabajo para la asistencia del fallo cardiaco agudo a través del cual buscan dar soporte a otras comunidades en el desarrollo de programas asistenciales similares al que han creado en Castilla y León.