Tras los pasos del pistacho más óptimo
Grupo Pistacyl desarrolla un proyecto de parametrización con drones y sensores para mejorar la producción de este fruto seco / Busca conocer las necesidades hídricas reales que tiene el árbol y su rendimiento en función del riego recibido
El pistacho es conocido por su longevidad, de hecho, en países, como Turquía o Irán, puede permanecer con vida hasta 300 años. Eso sí, es de crecimiento lento, necesita entre 5 y 7 años para empezar a producir los primeros frutos. Otro dato clave es que soporta temperaturas extremas, pero en verano, que es cuando se encuentra en fase de maduración, necesita altas temperaturas y ambiente seco. En invierno, por el contrario, requiere de temperaturas frías por debajo de los cero grados.
Información que sirve para conocer a este fruto seco y buscar cómo potenciar su producción. Sobre este último punto tiene mucho que decir el Grupo Pistacyl, que trabaja para incrementar la sostenibilidad de su cultivo a través de los recursos híbridos. Estudia las necesidades hídricas reales del pistacho en base a los datos recogidos en dos regímenes diferentes de riego, riego por goteo aéreo y riego por goteo enterrado, y con intensidades distintas: riego alto y riego normal.
«La finalidad de esta línea de trabajo es mejorar la eficiencia del riego en el cultivo del pistachero y evaluar el impacto de distintas condiciones de riego en las características productivas de la cosecha», detalla Alfredo Pérez, socio fundador y presidente del Grupo Pistacyl para, a continuación, añadir que están empleando sensores de suelo como herramienta para optimizar el uso de los recursos hídricos.
Un segundo objetivo de esta iniciativa es conseguir la homogenización de la producción del pistacho a través del control de su polinización. Con esta meta, tal y como señala, están aplicando varios tratamientos de inyecciones de aire caliente en los cultivos, con el fin de disminuir el peso de polen y favorecer, por tanto, su dispersión y estudiar así los efectos que esto provoca.
El proyecto, desarrollado en colaboración con el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (ITACyL), también persigue la gestión integrada de plagas y enfermedades para minimizar sus efectos en el pistacho. En este sentido, Pérez subraya que están comprobando la utilidad de la aplicación de la imagen por drones para determinar el estado fitosanitario de las parcelas objetivo de estudio y buscar posibles relaciones con el régimen hídrico al que son sometidas en el proyecto. En concreto, lo están analizando en dos parcelas experimentales que están situadas en las localidades vallisoletanas de La Seca y Moraleja de las Panaderas.
Respecto a la tecnología que se encuentra detrás de cada paso que dan, comenta que usan drones y sensores que, entre otras metas, están permitiendo conocer factores relevantes para optimizar el cultivo del pistacho, como son las necesidades hídricas reales que tiene el árbol pistachero y su rendimiento en función del riego recibido.
Así, han procedido a la instalación de los sensores de humedad de suelo en las dos parcelas experimentales, con dos estaciones de monitorización en cada parcela, una por cada tratamiento de riego. Gracias a estos sensores, asegura el socio fundador y presidente del Grupo Pistacyl, pueden obtener datos precisos sobre la temperatura y humedad. De igual forma, celebra que les avisan al móvil cuando alcanzan los rangos que quieren, y, a partir de ahí, cada cinco minutos va llegando información para saber hasta qué momento hay que estar inyectando calor.
También han colocado sondas de humedad de suelo en la parcela de La Seca, que es la que tiene el sistema de riego por goteo enterrado, y disponen de medidores de humedad relativa y temperatura ambiental en los dos terrenos. A esto se suma que están usando drones para obtener imágenes que ofrecen la posibilidad de programar el cultivo del pistacho y que combinan con las imágenes procedentes del satélite Sentinel-2. También se basan en imágenes multiespectrales para determinar el estado fitosanitario de las parcelas experimentales.
En cuanto a las ventajas, Alfredo Pérez tiene claro que persigue una mayor eficiencia y un mejor aprovechamiento de los recursos hídricos necesarios para el cultivo del pistacho en Castilla y León, de modo que se pueda conseguir un ahorro de agua, que es un bien tan necesario para la agricultura y la ganadería, sobre todo en situaciones de sequía como la que lamentablemente se está viviendo.
«Nuestro objetivo es alcanzar una gestión agrícola eficiente, lo que también repercute en la protección de nuestro entorno. Además de su sostenibilidad, gracias a este proyecto vamos a poder mejorar la calidad del cultivo, tanto en su vertiente fitosanitaria, como en las cualidades y características del propio fruto».
La idea de esta iniciativa surgió, tal y como expone, porque el cultivo del pistacho todavía no está muy desarrollado en Castilla y León, de ahí que desde Grupo Pistacyl lleven trabajando e investigando desde el año 2008 en todo lo relacionado para mejorar su producción. En este punto, destaca que uno de los aspectos más desconocidos es el relativo al riego, ya que mientras que existen determinadas zonas de España donde se recomienda un cultivo prácticamente de secano, en otros lugares como Estados Unidos se están regando con hasta 7.000 metros cúbicos por hectárea.
«Cuanto más lo riegas sí que es posible que el fruto sea más grande y el árbol crezca más, pero también puede influir en la sanidad vegetal del árbol y en la calidad del fruto», informa Pérez, quien agrega que fue ese uno de los motivos que empujó a la realización de este estudio que tiene como fin determinar, a través de ensayos de diferentes tipos de riego, qué cantidad de agua es la óptima para conseguir el fruto que quieren. En cualquier caso, defiende que el pistacho de Castilla y León es de buena calidad y es un cultivo por el que se puede seguir apostando, ya que su calidad es lo que les diferencia del resto del mundo