Diario de Castilla y León

La química de las poesías

Esta egresada de la Universidad de Burgos recibe una de las prestigiosas becas Fulbright para continuar su formación científica en la Universidad de Stanford, en California / Trabajará con un equipo de expertos en catálisis y economía del hidrógeno a nivel mundial. 

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Publicado por
Estibaliz Lera

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Su perfil no es convencional. Ama las ciencias y las letras a partes iguales. La burgalesa Carmen Martínez Alonso estudió Química porque le parece una disciplina del conocimiento apasionante, no obstante, reconoce que se ha ido enamorando de ella poco a poco. De hecho, cuando tuvo que marcar la carrera dudó, incluso llegó a barajar estudiar Filosofía. La descartó, si bien en la actualidad cursa el grado en Lengua y Literatura españolas en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).

En este sentido, relata que la literatura es una parte de ella. Escribe poesía y acude a tertulias literarias desde que tenía 14 años. Un amor compartido con el grado que realizó en la Universidad de Burgos (UBU), donde conoció el «maravilloso apoyo y trabajo» del grupo de Gustavo Espino en química organometálica, en el que se sintió como «en casa» y con los que publicó una patente y un artículo. Un vínculo muy fuerte que, según apunta, aún sigue. También, añade la burgalesa, conoció a Fernando Jiménez Barredo durante sus prácticas en el Centro Nacional de Investigación de la Evolución Humana (CENIEH). «Fue una experiencia única y apasionante. Me dio una formación magnífica y una confianza plena para trabajar con él en una sala blanca y con equipos de altísima calidad».

En esta época consiguió una estancia en Millersville University of Pennsylvania y otra en la University College Dublin. Ambas experiencias, según comenta, fueron «apasionantes» tanto a nivel profesional como personal. Además, Martínez Alonso sostiene que le ayudaron a volver con un alto nivel de inglés y con una red de contactos internacionales «imprescindibles» a lo largo de su carrera académica. 

Al terminar el grado, Martínez Alonso se trasladó a Madrid al Instituto de Ciencia y Tecnología de Polímeros para cursar el máster universitario en Alta Especialización en Plásticos y Caucho. Tras un año logró una beca FPU del Ministerio para llevar a cabo un doctorado en el Instituto IMDEA Materiales. En la actualidad compagina esta labor con la docencia. Imparte diferentes clases en los grados de Ingeniería Química y Geología por la Universidad Complutense de Madrid. Admite que ama la docencia y la divulgación, y que le parece «imprescindible» sacar todo el conocimiento científico fuera del laboratorio y transmitírselo a la gente. 

La química burgalesa expone que su doctorado se basa en el estudio y la producción de energía verde principalmente en la economía del hidrógeno. «Contamos con numerosas fuentes de energía renovable, pero uno de los principales problemas es que producen una energía intermitente», subraya para, a renglón seguido, agregar que la solución sostenible para resolver este reto es la fundamentada por la llamada economía del hidrógeno, que consiste en almacenar toda esta energía proveniente de fuentes limpias en forma de hidrógeno, para, más tarde, emplearlo en la producción de energía generando vapor de agua como único residuo. 

Un camino que, a su parecer, tiene frenos que impiden su desarrollo a nivel industrial como, por ejemplo, el elevado coste de las baterías de hidrógeno. «Estas cuentan con un catalizador, la sustancia que hace que la reacción ocurra lo suficientemente rápido, que está hecho de platino. El platino está entre los 15 materiales más caros del mundo, por lo que mi tesis consiste en tratar de conseguir sustitutos para este metal, que sean igual de eficientes, pero con menor coste», detalla la química burgalesa.

Para ello, relata que emplea herramientas de química computacional, simulación e inteligencia artificial, para ser capaz de predecir in silico qué materiales poseen las mejores propiedades. «Tratar de probar en el laboratorio todos los posibles candidatos de metales y compuestos intermetálicos sería totalmente inabarcable, por lo que, a través de herramientas de simulación, ahorramos tiempo y dinero. Lanzamos cálculos a superordenadores de todo el mundo, como CTE y Minotauro en el Barcelona Supercomputing Center o Carbon Cluster en Chicago». 

Una trayectoria que ha llevado a Martínez Alonso a conseguir una beca Fulbright predoctoral para realizar una estancia de seis meses en SUNCAT, un centro con líderes a nivel mundial de la economía de hidrógeno y de la catálisis, que nace de la colaboración entre la Universidad de Stanford y SLAC National Accelerator Laboratory, en California. «El prestigio de estas becas es inmenso y la competitividad muy alta. Iré a Stanford este septiembre hasta el próximo marzo. La Universidad de Stanford está en el ranking de las cinco mejores de todo el mundo».

Preguntada por el papel de la investigación y la innovación en Castilla y León, asegura que es «muy limitado». En este punto, aclara que los investigadores castellanos y leoneses son «maravillosos profesionales y muy buenos docentes», pero visto desde Madrid y ya ni contar desde Estados Unidos la investigación de esta Comunidad es «totalmente inexistente». Reitera una vez más que no es por la falta de profesionalidad y capacidades de los investigadores, sino por la falta de recursos. Como burgalesa orgullosa que es, reconoce que no se cansa de patrocinar Burgos por ahí, y le da pena que no se le dé más visibilidad a la buena ciencia que se lleva a cabo en su tierra.

En su opinión, la crisis afecta a todas las edades, sin embargo, dice que a los jóvenes se les exige estar cada vez más preparados, ya que la competitividad es altísima. «Ya no es cuestión de ser bueno o malo, sino de ser el más brillantísimo entre los mejores. Creo que en la ciencia en nuestro país hay una fuga de talentos terrible que deberíamos frenar con recursos, si no queremos que se vayan todas las mentes brillantes del país. Las condiciones económicas de los investigadores fuera de España y ya ni hablar en Estados Unidos triplican a las de España», concluye Carmen Martínez Alonso. 

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