Tus datos en internet valen muchos euros

Deambular por el mundo virtual sin dejar huella es una misión complicada. La información personal se ha convertido en un producto más de compraventa. Es verdad que existe un marco legal que nos protege ante los casos de uso indebido de datos en internet, sin embargo, muchas veces concedemos permisos en aplicaciones y páginas web sin darnos cuenta. 

Para comprobar que todos lo hacemos, solo tienes que entrar en ajustes de tu móvil. Allí verás qué permisos has concedido a tus aplicaciones: acceso al micrófono, cámara, geolocalización, lista de contactos, correo electrónico… Acciones que llevas a cabo de manera inconsciente, pero que borran tu anonimato. 

También hay que tener en cuenta que cuando se usan servicios gratuitos en la red, la moneda de cambio es nuestra privacidad. Aceptamos sus condiciones, es decir, firmamos un contrato para que envíen información de nuestros patrones de consumo a terceros. Datos por los que se saca mucho rédito, ya que la mayor parte de esa información se traduce en anuncios personalizados que nos invitan a comprar. 

Para dibujar ese panorama y lograr un uso más justo, seguro y transparente llega Shield, una plataforma diseñada por alumnos de IE University que devuelve el control de los datos personales en internet. «Permite al usuario, en un primer momento, proteger sus datos, filtrando los rastreadores del ordenador, y, en segundo término, monetizar sus datos a cambio de ingreso en criptomoneda. A través de estos servicios queremos empoderar a los individuos en el mundo digital», señala Mateo Ploquin, CEO y fundador de Shield, que estudia en Segovia el doble grado en Administración de Empresas, Datos y Analítica de Negocio.

Y es que, según expone, los datos representan el recurso con más valor hoy en día y en toda la historia de la humanidad. En esta línea, lamenta que se han adueñado de ellos las grandes corporaciones, ya que solo tienen valor cuando son manipulados en volumen y con filtros analíticos. «Esto nos demuestra que el único objetivo de las empresas digitales es extraer la cantidad más grande de datos de los usuarios sin que estos se den cuenta», sostiene para, a continuación, añadir que es clave protegerlos. 

¿Por qué? Ploquin afirma que las compañías utilizan esos datos para captar atención y manipular en masa a los usuarios en favor de sus clientes. «Las plataformas de difusión tienen más poder que cualquier organización que haya podido existir, ya que tienen el poder de manipular opiniones y preferencias. Esto nos lleva a la famosa frase: ‘¡Los datos son el oro de la era digital!’». 

Esta plataforma de monetización, a su parecer, es innovadora, puesto que es la primera solución que devuelve el valor económico de los datos a sus dueños. En este punto, reconoce que han existido soluciones anteriores que recompensaban a los internautas a través de descuentos o códigos de promoción que se solían encontrar gratis en línea. «Nuestra proposición de valor es ofrecer las herramientas de privacidad y monetización al mercado convencional, al usuario que no entiende el mundo digital y que justamente está angustiado por esto. La tecnología blockchain nos permite descentralizar el mercado de los datos, dándole al usuario una transparencia total de lo que se hace con ellos», celebra el estudiante de IE University. 

Shield, tal y como comenta, aporta la ventaja de poder disfrutar de un navegador libre de rastreadores y publicidades gratis. «Este hecho le ofrece la posibilidad al usuario de tener precios más bajos comprando vuelos, por ejemplo, y ser más libre en internet sin tener que después ser bombardeado de publicidades», defiende antes de agregar que el mundo digital está creciendo exponencialmente con la llegada del Web3: metaverso, tecnología que te abruma por completo en el mundo digital. Por tanto, a su juicio, los internautas necesitan un aliado que les permita controlar su información y darles transparencia.

Respecto a la tecnología, Mateo Ploquin detalla que han construido el servicio de protección de datos sobre tecnologías de filtración de cookies o rastreadores y uno de los bloqueadores de anuncios más potentes del mercado. Esto se suma a una tecnología de monetización basada en un sistema financiero de blockchain, tecnología que sustenta las criptomonedas.

¿Cómo surgió la idea? Relata que el proyecto nació cuando ojeaba una revista económica a la hora del desayuno. La bombilla se encendió porque el espíritu de este estudiante del doble grado en Administración de Empresas, Datos y Analítica de Negocio buscaba su próxima aventura. «Me crucé con un artículo con un dato sorprendente: un individuo representa para las empresas más de 20.000 euros de ingresos al año a través de sus datos. Poco a poco fui desarrollando la idea mediante un análisis extenso del mercado con mis profesores y compañeros hasta que unos meses después pasé a la acción».

Una acción que abre camino, ya que, según apunta, con el soporte de la sociedad se puede reestructurar el mundo digital y poner al individuo en el centro. «La flexibilidad de tener volumen y usuarios activos mediante nuestra plataforma nos permite ofrecer datos seguros, flexibles y legales, no como la mayoría de los datos vendidos a las empresas. Desde una perspectiva lógica en la que el usuario usa ambos servicios de Shield, bloqueando que las empresas lo rastreen y monetizándolos, los individuos pueden monopolizar sus datos». 

Su primera prioridad es llegar a un volumen de usuarios para poder empezar a monetizar los datos. «En el mundo tecnológico, el volumen de usuarios es el primer indicador de fuerza para la empresa. Para poder revolucionar y cambiar el mercado de los datos necesitamos a los individuos. Quiero hacer un llamamiento a toda la gente que está cansada de recibir publicidades constantemente y de ser el recurso de las empresas de manipulación para que descarguen Shield. Nosotros estamos del mismo lado de la sociedad y queremos darles las herramientas a todos para retomar el control del mundo digital. Nuestro objetivo es recaudar suficientes recursos para construir una aplicación móvil», concluye Mateo Ploquin.