La historia contada por cocodrilos y tortugas
Un equipo de científicos publica una recopilación de las faunas de reptiles que habitaron las selvas tropicales del noroeste de la Península Ibérica en el Eoceno / Muestra cómo se produjo la transición entre los ecosistemas dominados por dinosaurios.
Es un enclave dedicado a las faunas de vertebrados del Cenozoico de la Cuenca del Duero. La Sala de las Tortugas muestra una visión peculiar de la crisis de diversidad que acabó con los dinosaurios hace 66 millones de años. Desde entonces, los ecosistemas terrestres se reorganizaron a partir de los linajes supervivientes. Unos millones de años más tarde, en el archipiélago europeo se identifica el desarrollo de selvas tropicales en las que eran frecuentes los cocodrilos, las tortugas, las aves gigantes y una enorme diversidad de mamíferos. En ese momento, en la Península Ibérica existen dos áreas bien definidas, una, al noreste, que presenta faunas semejantes a las del resto de Europa; y otra, al noroeste, que parece quedar aislada y mantuvo un complejo faunístico particular durante muchos millones de años. Los yacimientos que representan a esta área noroccidental se encuentran bien representados en las cuencas cenozoicas de Oviedo, Miranda-Treviño y, sobre todo, en la Cuenca del Duero.
Estos yacimientos con vertebrados fósiles del Eoceno de la Cuenca del Duero han sido objeto de una gran cantidad de estudios durante décadas, aunque su composición faunística dista aún de estar bien conocida. Durante los años 80 y 90 una fase de intensa actividad paleontológica dirigida por el recientemente desaparecido profesor Emiliano Jiménez Fuentes de la Universidad de Salamanca (USAL) dio como resultado múltiples hallazgos de yacimientos en las provincias castellanas y leonesas de Zamora, Salamanca y Soria y, como consecuencia, se depositó una abundante colección de fósiles de esta época, que dio lugar a la ‘Colección de Vertebrados Fósiles de la Cuenca del Duero – Sala de las Tortugas’, que constituye un referente del Eoceno ibérico. Sin embargo, en las últimas décadas, la actividad sobre estas faunas se había ralentizado y muchos de los datos disponibles habían quedado desactualizados y precisaban una revisión.
El trabajo publicado en la revista Historical Biology y firmado por el profesor Francisco Ortega y otros miembros del Grupo de Biología Evolutiva de la UNED, junto con investigadores del Departamento de Geología de la Universidad de Salamanca y de la Universidad Autónoma de Madrid, ha retomado la información geológica y paleobiológica disponible sobre las faunas del Eoceno de la Cuenca del Duero, con el objetivo de establecer una base actualizada que permita impulsar su estudio.
A lo largo de este proceso se ha revisado y puesto al día el conocimiento sobre la estratigrafía y datación de yacimientos clásicos del Eoceno de las provincias de Zamora, como los de Corrales del Vino o Casaseca de Campeán; de Salamanca, como los de Cabrerizos o Aldealengua; y de Soria, fundamentalmente Mazaterón. Además, se han estudiado las determinaciones de miles de ejemplares depositados en la USAL, para ajustar, en una primera aproximación, la fauna de reptiles que habitaron el actual noroeste ibérico hace 45 millones de años.
«Los resultados de este análisis muestran cómo se produjo en la Península Ibérica la transición entre los ecosistemas dominados por dinosaurios y los que, posteriormente, serán ocupados por faunas modernas. Durante el Eoceno una parte de la Península Ibérica estuvo ocupada por selvas tropicales y habitada por una amplia variedad de cocodrilos y tortugas. Los yacimientos más antiguos representan ecosistemas dominados por cocodrilos emparentados con los actuales cocodrilos del Nilo y por tortugas dulceacuícolas. Con el paso del tiempo, los cambios climáticos desplazarían el dominio de los ecosistemas hacia cocodrilos terrestres y aparecerán también los primeros representantes europeos de tortugas terrestres de gran tamaño. Esta estructura faunística se mantuvo hasta el final del Eoceno, hace unos 34 millones de años, momento en el que desaparece la mayor parte de la fauna de reptiles y mamíferos endémicos de Europa», explica Santiago Martín de Jesús, comisario científico de la Colección de Vertebrados Fósiles de la Cuenca del Duero – Sala de las Tortugas.
A su parecer, este proyecto es innovador porque comprender las condiciones que permiten la coexistencia de las especies es uno de los principales objetivos de la ecología de comunidades. La coexistencia de diferentes animales carnívoros es compleja. En el caso de los cocodrilos, el comisario científico apunta que el estudio de las faunas de cocodrilos del Amazonas sugiere que la coexistencia de cuatro especies de caimanes se produce por segregación espacial y reparto de presas. En el registro fósil existen varios ejemplos de faunas ricas en cocodrilos, como las de los yacimientos de Messel y Geiseltal del Eoceno de Alemania, en las que coexistieron cinco especies diferentes y cuyo papel ecológico se ha inferido a partir de su morfología craneal y dental junto con su tamaño.
En este sentido, precisa que la Cuenca del Duero también cuenta con una rica fauna de crocodiliformes con cuatro especies en esta misma época, compuestas por Asiatosuchus sp., Diplocynodon sp., Duerosuchus piscator, e Iberosuchus sp. A través del análisis comparativo de la morfología craneal y dental, tamaño inferido y locomoción de estos crocodiliformes con las de Alemania, se ha podido evaluar un papel ecológico preliminar y un esquema de reparto de presas que permitiría su coexistencia en la Cuenca del Duero. «Tanto Asiatosuchus sp. como Diplocynodon sp. serían depredadores generalizados de emboscada, mientras que Iberosuchus sp. y Duerosuchus piscator serían depredadores terrestres especializados en determinados tipos de presas como artiodáctilos y perisodáctilos. Además, la coexistencia de ambas especies de depredadores de emboscada y de ambos depredadores terrestres especializados se vería facilitada por la gran diferencia de tamaño entre ellos», puntualiza Martín de Jesús.