Diario de Castilla y León

El biólogo digital de la medicina

PERSONAJES ÚNICOS / CÉSAR DE LA FUENTE NÚÑEZ Este licenciado en Biotecnología de la ULE es uno de los 50 españoles más galardonados y considerado uno de los diez mejores investigadores del mundo, según Forbes / Trabaja en un proyecto que combina la biología y los ordenadores para prevenir, detectar y tratar enfermedades para la creación de nuevos medicamentos. 

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Publicado por
Estibaliz Lera

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Cristalizó su talento desde que empezó a estudiar biotecnología en la Universidad de León (ULE). Un trampolín que le ha llevado muy lejos. César de la Fuente Núñez es uno de los 50 españoles más galardonados y, además, está considerado como uno de los diez mejores investigadores del mundo, según la revista Forbes. Sin embargo, la humildad le acompaña en cada paso que da. 

Después de graduarse en la primera promoción de esta carrera se marchó a realizar el doctorado a la University of British Columbia en Vancouver, Canadá, tras el cual recibió una oferta del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Finalmente, la University of Pennsylvania le reclutó como Profesor Asistente Presidencial.

Reconoce que se embarcó en esta carrera porque tenía «curiosidad y ganas de aprender y de intentar conocer el mundo natural, el mundo que nos rodea». Por aquel tiempo, dice, era una disciplina que sonaba a ciencia ficción. «Me atrajo de inmediato la posibilidad de crear nuevas tecnologías usando la biología como guía e inspiración. Imaginé que este sería el futuro de la medicina y otras disciplinas», señala.

 En esta línea, De la Fuente Núñez asegura que la ciencia siempre es ciencia ficción, si bien la labor de los científicos es «intentar acercar esos dos mundos». Pone como ejemplo que la capacidad que tiene la biotecnología para convertir la ciencia ficción en ciencia es el desarrollo de la tecnología de ARN mensajero que está detrás de las vacunas que ya han salvado millones de vidas. «La biotecnología está aquí para quedarse y va a cumplir un papel fundamental para afrontar los desafíos del futuro. Muchos más descubrimientos yacen bajo el motor de la biotecnología, así que ojalá que los más jóvenes, además de pensar en ser futbolistas, actrices y cantantes, consideren la ciencia como vocación y motor de cambio social». 

Este biotecnólogo expone que su objetivo es conseguir enseñar a un ordenador a comprender, leer y escribir el lenguaje de la biología. Para ello, comenta que primero deben aprender a traducir la complejidad química de una molécula en el lenguaje binario de unos y ceros. «El siguiente paso conlleva que el ordenador pueda leer esta información de manera eficiente. Y, por último, que la máquina aprenda a escribir nuevos sistemas biológicos y químicos para poder, por ejemplo, diseñar y descubrir nuevos medicamentos», subraya. 

En este punto, De la Fuente Núñez detalla que en uno de los proyectos más recientes han enseñado a un ordenador a leer información química. Esto, tal y como explica, permitió que un ordenador, a través de un algoritmo, explorase el cuerpo humano como una fuente de antibióticos previamente inexplorada, y ofreció la posibilidad de descubrir nuevos antibióticos que funcionan en modelos de ratón de relevancia preclínica.

La inversión en ciencia e investigación en España es del 1,41% del PIB. «Para ser un país puntero y atractivo a escala internacional en ciencia necesitamos que se incremente a un 3%. Personalmente, pienso que hace falta un plan nacional a largo plazo que invierta de verdad en investigación, desarrollo e innovación. La ciencia es agnóstica a la política, con lo cual este debe ser un plan que no entienda de agendas cortoplacistas como las que rigen el mundo político», lamenta. 

En este punto, César de la Fuente Núñez sostiene que un plan nacional a largo plazo haría posible la retención y atracción de talento de científicas y científicos que desean quedarse en España o que quieren volver al país para hacer ciencia de alto nivel, con dignidad económica y oportunidades para seguir evolucionando y creciendo. «La ciencia es el motor económico y social de los países punteros en el mundo. Si España no se quiere quedar atrás, debe invertir en ciencia».

El biotecnólogo de la Universidad de León tiene claro que sin un plan de acción a largo plazo es muy difícil cambiar las cosas. También, añade, es necesario crear un ecosistema de innovación. «Estoy siguiendo la evolución del Sistema Español de Ciencia, Tecnología e Innovación y los avances de la reforma de Ley de la Ciencia, Tecnología e Innovación y, entre otras cosas, hace falta revitalizar y acabar con la endogamia en las universidades españolas. Confío en que España sea puntera en un campo fundamental para nuestra sociedad como la biotecnología, pero hay que actuar ya». 

A su parecer, los jóvenes han sufrido tiempos muy difíciles y convulsos entre las crisis económicas y ahora la crisis impuesta por la pandemia. No obstante, siempre intenta ver lo positivo en tiempos complicados, quizá le viene de la ciencia, donde la gran mayoría de experimentos no funcionan. «Veo esos pequeños ‘fracasos’ como grandes oportunidades para aprender, como algo positivo. Es fundamental no desmoralizarse cuando las cosas no van como esperamos. Animo a los jóvenes a pensar en positivo y a aprovechar estos puntos de inflexión para hacer lo que realmente desean, para encontrar sus pasiones, para que entre todos podamos intentar mejorar nuestro mundo», destaca.

 Como sociedad siempre nos preguntamos qué es el talento. Para este biotecnólogo de la Universidad de León la definición es muy sencilla: «El talento es la capacidad de aprender cada día. Muy sencillo; pero lo más difícil siempre es sencillo en apariencia. Como sociedad, cada vez se tiene más en cuenta la labor científica. Esto ha cambiado mucho por el papel crucial que ha tenido la ciencia durante la pandemia, salvando muchísimas vidas. De la noche a la mañana la ciencia se convirtió en la heroína de nuestro tiempo. Espero que sigamos valorando, apreciando y cuidando a la ciencia como se merece».

De la Fuente Núñez celebra que, aunque ha recibido muchos reconocimientos, el mayor premio es poder trabajar junto a su equipo. «Ese trabajo constante es el que nos permite hacer descubrimientos por sorpresa, muy de vez en cuando y contra todo pronóstico. Nos permite descubrir algo por primera vez: ese momento íntimo, precioso y emocionante en el que sabes algo que nadie más conoce. Por eso somos científicos. Trabajamos cada día para volver a lograr un momento así, aunque nunca llegue», concluye. 

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