Abanderada de la terapia celular
PERSONAJES ÚNICOS / CRISTINA APARICIO FERNÁNDEZ Esta palentina trabaja en un proyecto para curar a pacientes con cáncer que no responden a ningún tratamiento / Desarrolla un producto fabricado a partir de células de donante sano, lo que permitirá reducir los costes de producción y mantener un stock que estará disponible de manera inmediata.
Su investigación va encaminada a personas que se aferran a la vida con un hilo de esperanza, ya que todos los tratamientos a los que se han sometido no funcionan. Cristina Aparicio Fernández podría considerarse el hada madrina de las causas perdidas. Su saber hacer busca arrojar luz sobre nuevas terapias que cambien la vida de pacientes que necesitan seguir sumando días a su camino vital.
Esta palentina estudió el Grado de Biotecnología en la Universidad de León (ULE) y el Máster en Inmunología Avanzada en la Universidad de Barcelona. Y lo hizo, según rememora, porque «tenía mucho interés en conocer cómo funcionamos a nivel celular y molecular y porque quería saber qué procesos se producen en las enfermedades». Además, añade, tenía la ilusión de que cursando esa carrera podría ayudar a la sociedad a través de la ciencia.
En la etapa universitaria tuvo la posibilidad de realizar un Erasmus en Sarajevo durante un cuatrimestre. Allí cursó asignaturas del Grado de Genética y Bioingeniería, lo que le permitió adquirir otra visión en la ciencia y en el método de enseñanza. También durante la carrera hizo unas prácticas en una empresa de diagnóstico genético en Valladolid.
Tras graduarse siguió aprendiendo en el grupo de Trasplante y Autoinmunidad del Instituto de Investigación Marqués de Valdecilla en Santander. Esta experiencia le ayudó, según comenta, a conocer los laboratorios dentro del ámbito de un hospital y cerciorarse de que elegir el Máster en Inmunología Avanzada había sido una buena elección.
El trabajo de fin de máster lo realizó en el grupo de Inmunobiología del Departamento de Biomedicina de la Universidad de Barcelona, donde se centró en el campo de las alergias, estudiando el proceso de activación del mastocito durante las reacciones alérgicas o adversas a fármacos. En la actualidad está cursando el Doctorado en Investigación Biomédica en el Grupo de Terapia Celular en el Instituto de Biología y Genética Molecular en Valladolid, gracias a una beca predoctoral de la Asociación Española Contra el Cáncer. En este proyecto combina tanto la inmunología como el cáncer que son las áreas de la ciencia que más le interesan.
Aparicio Fernández está focalizada en el desarrollo de una nueva terapia celular CAR-T alogénica dirigida contra ligandos de NKG2D. «La terapia celular se basa en la utilización de células, como principio activo, con el objetivo de tratar enfermedades. Dependiendo del tipo de células que se utilicen y sus características, determinará para qué patología pueden ser útiles. Uno de los mayores avances de la terapia celular contra el cáncer de los últimos años es la terapia CAR-T, que ha conseguido curar a pacientes con cáncer que no respondían a ningún tratamiento», explica.
En esta línea, la investigadora detalla que las células CAR-T se basan en linfocitos T, un tipo de glóbulo blanco, a los que se ha introducido una molécula CAR (Receptor de Antígeno Quimérico), que los dirige contra las células tumorales. En la actualidad existen tres terapias CAR-T comercializadas en Europa y todas se encuentran dirigidas contra tumores hematológicos. La principal desventaja de esta terapia, a su parecer, es que es autóloga, es decir, utiliza los propios linfocitos T del paciente para tratarle. «Esto produce que las células CAR-T se produzcan individualmente para cada paciente, lo que hace que sea extremadamente caro, limitando su financiación por los sistemas sanitarios. Además, su fabricación puede durar varias semanas, que pueden ser críticas para un paciente oncológico, y en algunos casos, las células inmunitarias de los pacientes pueden estar alteradas, imposibilitando la obtención del producto».
Por esta razón, el trabajo de la biotecnóloga palentina pretende desarrollar un producto CAR-T alogénico, o, en otras palabras, fabricado a partir de células de un donante sano. Esta circunstancia ofrecerá la posibilidad de reducir los costes de producción y mantener un stock que estará disponible de manera inmediata para cuando los pacientes lo necesiten. «Para conseguir que estas células CAR-T se puedan utilizar de forma alogénica se deben eliminar varios genes, ya que, si no pueden atacar al paciente produciendo una patología llamada enfermedad de injerto contra huésped o, por el contrario, que el paciente reconozca como extrañas esas células del donante y las elimine», afirma. Para ello utilizarán una tecnología de modificación genética que se denomina CRISPR/Cas9 –que recibió el Premio Nobel de Química en 2020–, la cual funciona como una tijera que corta en un gen específico, impidiendo que este se exprese.
A esto se suma, apunta, que el CAR NKG2D que usan en este proyecto es especial, puesto que se puede unir a ocho ligandos distintos que se expresan tanto en tumores sólidos como hematológicos. Por tanto, «esta unión entre el receptor CAR y los distintos ligandos permitirá dirigir la actividad inmunitaria del linfocito T contra múltiples tipos de tumores y así conseguir eliminarlos. Este CAR NKG2D también hay que introducirlo en las células y se realiza gracias a la utilización de virus, los cuales han demostrado en múltiples ocasiones su seguridad».
En su opinión, en Castilla y León hay centros de investigación muy buenos con grandes profesionales, tanto en ciencia como en otros ámbitos. Sin embargo, la biotecnóloga asegura que debería aumentarse la inversión en investigación tanto por parte de las administraciones autonómicas como de las estatales, e intentar atraer financiación privada, ya que nos encontramos por debajo de la media europea en gasto en I+D respecto al PIB.
Aparicio Fernández manifiesta que las administraciones sí que apuestan por colocar a la Comunidad a la vanguardia. De hecho, dice que su grupo de investigación forma parte del Centro en Red de Medicina Regenerativa y Terapia Celular de Castilla y León, creado por la Consejería de Sanidad, y que les financia cada año. No obstante, a su juicio, aún deberían involucrarse mucho más porque con el aumento de inversión se incrementa la capacidad y calidad científica de los centros de investigación.
«El aumento de la inversión induce que los científicos prometedores no tengan que emigrar a otros países para obtener estabilidad y contratos mejor remunerados. Es una forma de atraer y retener al talento investigador que tenemos en Castilla y León. Además, aumentando la inversión en recursos humanos y recursos técnicos obtendremos mejores resultados y en más corto plazo», señala.
Para esta palentina, la sociedad es más consciente de la importancia de la innovación y el talento y, en especial, en ciencia. Eso sí, deja claro que, a pesar de ser necesaria para que el mundo avance, la sociedad no termina de apoyarla y valorarla como tal. «Cuando nos hemos encontrado con la pandemia producida por la COVID-19 se ha visto que la ciencia es muy necesaria y no podemos darle la espalda, y con la debida inversión financiera hemos sido capaces de desarrollar una vacuna en poco tiempo», concluye Cristina Aparicio Fernández.