Con la lupa en las terrazas del Valle del Tiétar
Un profesor de la UCAV lidera un proyecto para el conocimiento de los bancales de la provincia abulense / Trabaja estableciendo puntos débiles, perturbaciones, riesgos y problemas para la conservación del patrimonio rural tradicional que constituyen.
Es un tesoro único que necesitan preservar para que siga sumando años a la vida. Los bancales son unas estructuras construidas en laderas para el establecimiento de cultivos, pastizales o especies forestales que, en general, consisten en una plataforma, un surco o un canal y su correspondiente lomo, caballón o muro, de manera habitual hecho de tierra o piedra, trazados según curvas de nivel, de forma que intercepten el agua de la lluvia y de la escorrentía que desciende por la ladera, provocando su infiltración o evaporación, o desviándola, con una velocidad controlada que no ocasione erosión, a un lugar determinado protegido por el mismo motivo.
El objetivo del proyecto impulsado por el profesor de la Universidad Católica de Ávila (UCAV) Jorge Mongil es contribuir al conocimiento de los bancales de la provincia de Ávila, en especial los del Valle del Tiétar, en cuanto a su distribución, características, tipología y funcionamiento como agrosistema, para valorizar este patrimonio rural tradicional y fomentar su conservación.
Así, se han cartografiado los paisajes de bancales, para conocer su distribución real en la zona y se han caracterizado en cuanto a su tipología, elementos constructivos, topografía, vegetación, suelos, etc. También se ha estudiado el funcionamiento de los bancales en aspectos, tales como retención de escorrentías, infiltración de agua en el suelo, almacenamiento del agua en el suelo, control de erosión, entre otros.
Todo ello, tal y como señala, va dirigido a la valorización del paisaje de bancales, establecimiento de sus puntos débiles, perturbaciones, riesgos y problemas para la conservación del patrimonio rural tradicional que constituyen, y la determinación de sus potenciales, así como posibles iniciativas para su conservación y puesta en valor, en el marco de la agricultura y ganadería sostenibles, la etnografía y el turismo rural, y de los problemas que afectan en la actualidad al medio rural, como son la despoblación, el cambio global, los incendios forestales y la gestión y conservación de los recursos naturales.
Mongil comenta que esta iniciativa les ha permitido comprobar que las terrazas de carácter tradicional de la provincia de Ávila constituyen un paisaje agrario con elevados valores ambientales, culturales y estéticos, lo que le convierte en un patrimonio rural tradicional a conservar. «Este paisaje es el resultado de un proceso de transformación del medio natural de las laderas montañosas, convirtiendo bosques sobre fuertes pendientes en superficies aptas para el cultivo, solventando las limitaciones del relieve, de los suelos y del clima. De esta manera se consiguen unos suelos cultivables y productivos, que abastecen de alimentos y otros recursos a los habitantes de las zonas de montaña», señala para, a continuación, explicar que los bancales son una infraestructura agrícola eficaz para la regulación de los procesos hidrológicos de las vertientes, ya que controlan la escorrentía superficial y la erosión (laminar, en regueros, en cárcavas y los movimientos en masa), favorecen la infiltración del agua en el suelo, aumentan el contenido de humedad del suelo y reducen la evapotranspiración.
El origen de los bancales de Ávila, ya como una estructura agraria de uso generalizado, puede situarse hacia los siglos XIV o XV, en especial en las zonas del Valle del Tiétar y comarca de Pinares. No obstante, en su opinión, es necesario un mayor esfuerzo de búsqueda documental para poder conocer con mayor profundidad la historia de estas terrazas, puesto que este es aún un terreno poco explorado en la historiografía abulense.
De los 247 municipios que tiene la provincia, al menos 67 tienen bancales, lo que supone un 20,24%. 42 municipios de las comarcas del Valle del Tiétar y Pinares y alrededores de Peñalba de Ávila poseen la mayor concentración de bancales y terrazas, de los cuales 15 municipios del Valle del Tiétar con los más característicos, debido a la extensión de estos elementos, tipología constructiva y variedad de cultivos.
«El proceso constructivo de los bancales ha de entenderse desde una dimensión territorial y medioambiental, y con una mirada antropológica. Aunque hay técnicas, elementos y procedimientos comunes a varias regiones, cada zona tiene los suyos propios, que en parte dependen de la tradición constructiva local y en parte de la adaptación al clima, a la geología y al relieve del terreno».
Este proyecto, detalla el profesor Mongil, se basa en la aplicación de modelos de estimación de la erosión y la escorrentía ya conocidos, pero nunca aplicados a los bancales, como el modelo USLE-RUSLE o el del Número de Curva. También se ha utilizado una metodología propia de estudio de la infiltración del agua en el suelo, empleando el infiltrómetro Infiltest, desarrollado por su grupo de investigación y patentado por la Universidad Católica de Ávila hace unos años.
Todo empezó porque veían que en lugares como Gran Canaria, Mallorca o algunas regiones de Francia y Portugal se estaban desarrollando investigaciones muy interesantes sobre los servicios agrícolas, ambientales e hidrológicos de los bancales, y pensaron que los de Ávila no podían quedarse atrás. Más tarde conocieron muchas experiencias llevadas a cabo por la Alianza Internacional de Paisajes de Terrazas (ITLA), que les ayudaron a diseñar la investigación.
Los siguientes pasos, avanza, son profundizar en los aspectos tratados, hacer estudios más detallados sobre los suelos de los bancales y su funcionamiento respecto a los procesos hidrológicos de infiltración, escorrentía o erosión. También analizar aspectos productivos más concretos, relacionándolos con cultivos emblemáticos como el viñedo, la higuera o el olivo. De igual forma, dice que les preocupa la conservación de los elementos constructivos y las potencialidades turísticas de estos paisajes.