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La careta para respirar durante los masajes

Álvaro Sanz patenta un sistema filtrante que protege de virus y permite a los pacientes quitarse la mascarilla durante las sesiones de fisioterapia / Este dispositivo aumenta el bienestar, sin renunciar a la prevención antivírica y antibacteriana. 

FISIO

Publicado por
Estibaliz Lera

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La pandemia llegó, y con ella muchas normas cambiaron las rutinas. Una de ellas fue el uso de la mascarilla. Se hizo obligatoria en todo el territorio nacional. Sin embargo, en determinadas situaciones su utilización se complica, como sucede en las sesiones de fisioterapia. Los pacientes acuden a los centros, clínicas u hospitales portando estos protectores; el problema llega cuando tienen que colocarse tumbados boca abajo con su rostro sobre el agujero facial de la camilla para recibir el tratamiento. ¿Cómo se sienten en esa posición? ¿La respiración se ve afectada? 

Con las respuestas a las preguntas encima de la mesa, el fisioterapeuta Álvaro Sanz decidió aumentar la comodidad de las personas que acudían a su consulta sin reducir el nivel de protección que proporciona la mascarilla. Patentó el equipo de protección autofiltrante para orificios faciales en camillas de tratamiento, que busca aumentar el bienestar del paciente facilitando su respiración, sin renunciar a la prevención antivírica y antibacteriana. 

«Es una herramienta elaborada de material filtrante que se coloca en el agujero facial de las camillas de tratamiento y permite a la persona retirarse la mascarilla durante la sesión de fisioterapia», expone para, a renglón seguido, detallar que tiene forma de copa, de cuyo borde sobresale una solapa que lo rodea. «La copa se introduce en el agujero facial de la camilla, dejando las solapas por la parte superior de la misma». 

En este punto, comenta que cuando el paciente se tumba boca abajo sobre la camilla, se retira la mascarilla del rostro, poniendo su cara sobre las solapas de este sistema. «El peso de su cabeza sobre dichas solapas, ajusta el modelo a su rostro, quedando la cara de la persona cubierta por una amplia careta filtrante que protege de virus, de la misma forma que si llevase mascarilla, pero con la ventaja de tener un espacio amplio entre sus fosas nasales y el tejido protector», subraya Álvaro Sanz. 

Aparte de la protección y la comodidad que brinda, otro punto a favor, a su parecer, es la higiene que proporciona, ya que al colocarse sobre la camilla y ser de un solo uso, evita que el paciente entre en contacto con la superficie. Además, añade el también responsable del centro de fisioterapia y rehabilitación FisioSanz en Navas de Oro (Segovia), si estornuda, tose o habla, las posibles partículas que se expulsan por nariz y boca quedarían retenidas en esta herramienta, que será desechada tras terminar la sesión. 

Esta idea surgió a finales de abril del año pasado, cuando este fisioterapeuta, tras dos meses cerrado por el confinamiento estricto, regresó a su actividad laboral. Hizo acopio de los nuevos productos que la pandemia ha obligado a utilizar en el día a día: mascarillas, guantes de vinilo, gel hidroalcohólico, pantallas… En esa búsqueda no encontró ningún producto que le permitiese al paciente quitarse la mascarilla para respirar mejor, sin poner en riesgo su salud. Entonces, decidió dar un paso al frente. 

Sanz planteó un boceto en papel, un patrón de elaboración muy sencillo sobre tela y con ayuda de una paciente con conocimientos de costura, elaboró varios prototipos con TNT, que probó en la consulta. El resultado, reconoce, fue muy positivo, higiénico, cómodo, seguro y desechable. A partir de ahí, decidió patentarlo. La espera fue larga. Empezó en junio del año pasado y no lo ha logrado hasta febrero. «Un periodo mucho más largo de lo deseado, pues son meses que se pierden entre formularios, burocracia y esperas. Un tiempo muy valioso que, de no haberse dilatado tanto, hubiese permitido ver el proyecto hecho realidad ya en nuestras clínicas», lamenta. 

Antes de contactar con las empresas, su principal interés fue saber si esa incomodidad que le habían manifestado sus pacientes era la tónica general en las consultas de fisioterapia, por ello, difundió una encuesta a través de varios colegios de fisioterapeutas de diferentes comunidades autónomas para así poder afianzar el sistema que tenía entre manos. Las conclusiones, según indica, fueron claras: el 93,6% de los profesionales encuestados afirma que muchos de sus pacientes se han quejado de la incomodidad de llevar mascarilla estando tumbado boca abajo. De ese porcentaje, un 73,1% describe la sensación como agobiante y en un 18,6%, asfixiante. 

Ante tal incomodidad y dificultad para respirar, dice que un 83,4% de los pacientes pidió el favor de bajarse o quitarse la mascarilla. Es aquí, incide Sanz, donde empieza la grave alerta de contagio, puesto que, si el usuario se retira el protector, se incumple todo el protocolo de prevención que se sigue en los centros. De hecho, admite que en la encuesta realizada se refleja que un 53,2% de las personas se llegó a quitar la mascarilla. Para atajar este problema aparece esta particular careta. 

Álvaro Sanz apunta que sería «una satisfacción personal inmensa» conseguir que esta herramienta formase parte de los materiales de uso cotidiano que se emplean en sus centros, ya que más de un 82% de los fisioterapeutas encuestados considera útil la patente. «Aportar mi granito de arena para reducir contagios, no solo de coronavirus, sino también de otros virus como la gripe o alergias estacionales, representaría un éxito en lo personal y en lo profesional». 

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Por esta razón, en la actualidad está trabajando para encontrar empresas e inversores que quieran hacer realidad esta patente; intentar fabricar un producto en serio que abra una nueva línea de mercado no explotada hasta el momento, ya que, tal y como confirma el fisioterapeuta, no existe nada con las mismas características a nivel internacional. Clínicas de fisioterapia y osteopatía, centros médicos, hospitales, gabinetes de estética o estudios de tatuajes son ejemplos de las muchas posibilidades comerciales que tendría.