PEDRO ALFONSO LAZO-ZBIKOWSKI TARACENA
El médico que identifica los genes del cáncer
El investigador del Centro del Cáncer de Salamanca trabaja en la regulación de la organización y expresión de todos los genes / Forma parte del grupo de personal científico más influyente a nivel mundial en cuanto a su producción científica, según la clasificación de la Universidad de Stanford de Estados Unidos
El coronavirus golpea muy fuerte, pero también lo hace otra pandemia que mata a más de 100.000 personas cada año. Un año tras otro. Sin descanso. Es el cáncer, un término que abarca a un conjunto de muchas enfermedades muy complejo. Arrojar luz sobre diferentes aspectos que forman parte de la idiosincrasia tumoral es clave. Pedro Alfonso Lazo-Zbikowski Taracena recorre este camino. Y lo hace dejando huella. Forma parte del grupo de personal científico más influyente a nivel mundial en cuanto a su producción científica, según la clasificación de la Universidad de Stanford de Estados Unidos.
Este sevillano estudió Medicina en la Universidad de Sevilla y se doctoró en Medicina y Cirugía por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Optó por esta carrera por genética. «En mi familia hay varias generaciones de médicos y cuando yo estudié éramos al menos doce», expone para, a renglón seguido, añadir que el motivo principal para dedicarse a la investigación médica se definió cuando rotó en pediatría. «Siempre había un grupo de niños con problemas muy complejos, que sabíamos controlar y mantener vivos, pero no resolver el problema de origen desconocido. Para resolverlo tenemos que conocer el mecanismo de la enfermedad, y eso hizo que me decidiera por la investigación, que sienta las bases de la medicina del futuro».
Realizó su tesis doctoral en la Facultad de Medicina de la UAM con Alberto Sols trabajando en el metabolismo de tumores. Tras ello se inició en biología molecular con una beca EMBO en la Universidad de Cambridge. Después consiguió un contrato de los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos y se incorporó al Fox Chase Cancer Center de Filadelfia, donde trabajó en oncogénesis viral por virus de papiloma en cáncer de cérvix y leucemias asociadas a retrovirus.
Tras diez años en EE. UU. volvió a España con una plaza del CSIC destinada al Instituto de Salud Carlos III, donde creó la Unidad de Genética y Medicina Molecular y dirigió el Departamento de Biología Celular. En esta época también realizó una estancia en el Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia). Cuando se estaba planificando el Centro del Cáncer de Salamanca en los noventa, un día Eugenio Santos, su director, le preguntó si quería formar parte del equipo y le respondió que sí, y hasta ahora.
Está trabajando en los mecanismos que regulan la organización y expresión de todos los genes. «Los genes están empaquetados con proteínas y forman complejos que son dinámicos y dependen de la función. Esta reorganización dinámica es un proceso coordinado y sus alteraciones afectan tanto al cáncer como a numerosas enfermedades neurodegenerativas. Nosotros, poco antes de trasladar el grupo a Salamanca y por error, identificamos un gen que es crítico para esta función, y nos hemos convertido en el grupo de referencia mundial», indica Lazo-Zbikowski Taracena, antes de subrayar que ya conocen su función y que sus altos niveles son marcadores de mal pronóstico.
Además de su función biológica, en el contexto de cáncer están estudiando su manipulación, con el fin de desarrollar nuevos fármacos de utilidad clínica y están sentando las bases para ello. En esta línea, informa que se sabe que la pérdida de función de este gen hipersensibiliza tratamientos como la quimioterapia y radioterapia y se pueden conseguir reducciones de las dosis, lo cual redundaría en una menor toxicidad y probablemente mejora de supervivencia y calidad de vida. En este contexto están analizando combinaciones de letalidad sintética, que básicamente es un ataque simultáneo a varios puntos débiles de la célula tumoral.
«Este gen, VRK1, participa en la respuesta celular al daño génico y tiene variantes muy raras que están asociadas a importantes enfermedades como la atrofia muscular espinal, esclerosis lateral amiotrófica, y paraplejia espástica hereditaria y Charcot-Marie-Tooth, entre otras. En el contexto de estas enfermedades neurológicas de la moto neurona, hemos identificado parte del mecanismo patogénico y hemos estudiado los primeros casos identificados en el mundo, procedentes de diferentes países, solo uno es europeo», detalla.
Este trabajo lo están llevando a cabo en colaboración con grupos en Israel y Francia, lo que indica que existe un número desconocido de pacientes con estos diagnósticos, muchos de los cuales tienen una causa desconocida y es muy posible que sean portadores de una variante muy rara de este gen.
«Llama la atención la heterogeneidad de las enfermedades neurológicas, y este gen nos va a permitir la identificación de una nueva enfermedad de la moto neurona, con variabilidad en su manifestación clínica y que seguramente pronto se incorpore a los paneles diagnósticos. Hasta este momento, todas las variantes que se han identificado en el mundo están siendo caracterizadas funcionalmente en mi laboratorio».
En su opinión, las economías fuertes son las que invierten en ciencia y tecnología, lo cual les permite afrontar mejor las diversas crisis económicas. «En Castilla y León es muy mejorable. Los procesos administrativos son más complejos por razones desconocidas, pues en otras autonomías y el Estado los fondos también proceden de la Unión Europea, pero su utilización es más simple», afirma Pedro Alfonso Lazo-Zbikowski Taracena.
En este punto, el investigador considera que hay buenas intenciones, sin embargo, su puesta en práctica es muy mejorable. «Esto depende del modelo económico que se quiera para la Comunidad, y de que haya financiación disponible. Palabras bonitas ya hemos oído muchas». Desde su punto de vista, Salamanca podría ser un polo biomédico de primer nivel, pero nunca se ha apostado por ello para facilitar y atraer empresas biotecnológicas en el sector de la salud.
Otros polos, sugiere, podrían estar en otras ciudades, por ejemplo, uno agroalimentario en León o uno de ingeniería en Valladolid, si bien puede haber más siempre que se concreten bien. «Son cuestiones que requieren toma de decisiones sobre ideas y proyectos bien definidos, planificarlos y luego disponer de los recursos necesarios para ejecutarlos. La actual crisis y los fondos europeos para cambiar el tipo de economía son una oportunidad. Tengo muchas dudas de que sepamos aprovecharla», lamenta.
Y es que, a su parecer, hace falta una política seria de atraer talento a Castilla y León independientemente de su procedencia, y olvidarnos de una vez de los nuestros. «Es la única manera de dar el salto cualitativo. Esto requiere estrategias bien definidas a medio y largo plazo, que no interesan a los políticos que quieren cosas inmediatas, a medio plazo ellos ya no están y no salen en la foto. Cataluña sí lo ha hecho».
El sevillano comenta que la sociedad española nunca ha premiado ni apostado por la innovación y el talento, que es el fundamento del desarrollo tecnológico y económico como realizan otros países, como por ejemplo Estados Unidos, Reino Unido, Israel, Corea del Sur, países escandinavos, entre otros. Otro freno es la reducción del número de doctorandos que continúe en la ciencia tras la finalización de sus tesis doctorales y la limitación de oportunidades para continuar.
«Solo podría solucionarse con un incremento significativo de ayudas para retenerlos en la carrera científica. Otro efecto colateral de la pandemia es la disminución del número de alumnos que quieran iniciarse en una carrera científica. Esto es relevante en un contexto en el que se producirán numerosas jubilaciones a corto plazo de las generaciones del baby boom y para las que no hay reemplazo», zanja Pedro Alfonso Lazo-Zbikowski Taracena.