JORGE COBO
De los castillos de arena al Real Valladolid
Este arquitecto de 27 años trabaja para construir un lugar de encuentro por y para los aficionados y ciudadanos de su Valladolid natal / Gracias a sus reconocimientos participa en competiciones restringidas internacionales como en la que está inmerso para la creación de un nuevo complejo hotelero en Turquía
Su futuro laboral se puede decir que se escribió in extremis. El vallisoletano Jorge Cobo se decantó por la rama sanitaria, sin embargo, a poco más de dos meses de terminar 1º de Bachillerato en el Colegio Nuestra Señora de Lourdes se dio cuenta de que su verdadera vocación era la arquitectura. Supuso «un gran punto de inflexión» en su vida, dado que tuvo que cambiar de opción y cursar las dos ramas, sanitaria y tecnológica. Además, puntualiza que una de ellas la realizó sin ir a clase, ya que el Gobierno no permitía el cambio del expediente durante el curso.
«Siempre había sido un gran entusiasta de la arquitectura, pero nunca tuve algo tan claro como ese cambio en ese momento de mi vida; lo que pudo ser un gran error académico al final se convirtió en el comienzo de algo tremendamente ilusionante», apunta para, a continuación, rememorar su infancia ganando concursos de castillos de arena en la playa. «Nunca llegué a imaginar que esas pequeñas ilusiones e ideas encerradas en la mente de un niño, podrían llegar a ser parte de una realidad palpable y con presencia en la sociedad».
Más de 15 años después de esos castillos de arena, consiguió su título como arquitecto entre la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Valladolid y el Politecnico di Milano en Italia. Aunque la mayor parte de su formación académica universitaria la llevó a cabo en su ciudad natal, quizá el gran cambio en su actitud se produjo durante su estancia en Italia. «Allí tuve la gran fortuna de disponer de clases magistrales de varios de los mejores arquitectos del mundo como Kazuyo Sejima, Renzo Piano o Souto de Moura, entre otros. Puede que haya algo innato en la forma que tienen los artistas o los arquitectos al explicar sus obras, llegas a sentir la emoción con la que te exponen sus ideas y obras, ves el brillo de sus ojos mientras las muestran. Esto se puede comparar a cuando oyes y ves a unos abuelos o a unos padres hablar de sus nietos o de sus hijos, una emoción que nace de dentro y que puedes palpar», relata Cobo.
Su primer contacto con el mundo laboral fue con unas prácticas dentro del estudio de Fernando Cobos en Valladolid. El salto hacia la arquitectura real y los proyectos de ejecución llegaron una vez obtenido el título. En ese momento, el estudio segoviano AIRE Arquitectura y Desarrollo depositó en Cobo «una confianza ciega» en sus habilidades y posibilidades de futuro. Allí desarrolló y lideró numerosos proyectos de ejecución de viviendas unifamiliares, vivienda colectiva e incluso algún centro social.
Después tras ganar la Beca Arquia 2019 como uno de los Mejores Arquitectos Jóvenes de España y Portugal, entró en un gran estudio Internacional como NO.MAD Arquitectos, liderado por Eduardo Arroyo, donde han realizado obras de gran magnitud como la WU Executive Academy en Viena, el estadio de Lasesarre o la Casa Levene. «Aquí he podido crear los proyectos con los que siempre he soñado, teniendo una responsabilidad y libertad para mostrar mi forma de diseñar y trabajar». En esta línea, ha podido diseñar un nuevo colegio en Praga, un museo en unos humedales en Noruega, un instituto integrado en un bosque en Italia, propuestas urbanas y paisajísticas en Alemania, estaciones de tren en Reino Unido, así como otros proyectos en España, Corea del Sur, Estados Unidos, etcétera.
Además, expone que en este tiempo ha estado desarrollando sus propios proyectos, concursos internacionales bajo su propia firma COBO Architecture; cosechando grandes éxitos, premios y la realización de proyectos reales. Trabajo duro con recompensa. En este punto, celebra que ha llegado a recibir el interés de otros grandes estudios internacionales como Foster + Partners de Sir Norman Foster o de UNStudio de Ben Van Berkel.
A sus 27 años se siente afortunado. Está dejando su sello en una vivienda unifamiliar en Valladolid, la cual promete ser diferente gracias a la libertad de ideas que le permiten los promotores. A mayores tiene varias colaboraciones abiertas para diferentes viviendas unifamiliares en Segovia, Valladolid y Barcelona. Una de ellas, describe el arquitecto, para el estudio AIRE Arquitectura y Desarrollo, y otras colaboraciones con los fundadores de NORO Estudio. «Ambos estudios con una calidad estética y funcional increíble», apostilla.
También, desde COBO Architecture, junto con varios periodistas deportivos y una consultora de marketing, están imaginando «el espacio perfecto» para la ciudad y el Real Valladolid, un lugar de encuentro por y para los aficionados y ciudadanos. «Esta propuesta no solo se antoja necesaria, sino que abarca una gran amplitud de posibilidades, ya que permitiría potenciar la movilidad sostenible, la economía circular y la innovación; pero, sobre todo, generaría un nuevo espacio y pulmón verde», explica y añade que creen que han logrado un proyecto capaz de aprovechar las deficiencias y oportunidades existentes en una zona residual de Valladolid y que, sin duda alguna, sería una gran apuesta de futuro, creando un gran polo de atracción, capaz de adaptarse a un gran número de variables y necesidades. «Además de una reforma estética del estadio y la creación de un sistema de espacios libres polifuncionales dentro de un tapiz urbano verde, el cual sería clave en la ecología urbana», desgrana.
Gracias a los últimos premios y reconocimientos sobre su trabajo, ahora tiene la oportunidad de ser invitado a competiciones restringidas internacionales, como la que en la actualidad está inmerso para la creación de un nuevo complejo hotelero en Turquía. A esto se suma que en el último año ha tenido la posibilidad de realizar en solitario proyectos de diferentes tipologías y localizaciones como viviendas en Nueva York, un complejo deportivo en Turín, diseñar unas viviendas mínimas prefabricadas para sitios remotos, o una estación de trenes en China, realizada junto con Álvaro González, y que fue galardonada como el mejor edificio diseñado por jóvenes arquitectos.
Debido a situaciones fraudulentas de la famosa crisis del ladrillo del 2008, los requisitos mínimos de los técnicos para una licitación se han visto afectados. De hecho, Jorge Cobo está en desacuerdo con la forma en que las administraciones licitan y valoran un proyecto de arquitectura. En su opinión, puede llegar a entender que debido a todo ese pasado puedan intentar exigir ciertas capacidades económicas y financieras a los estudios de arquitectura, a fin de asegurar y permitir un desarrollo óptimo de los proyectos. Sin embargo, considera que esto cierra cualquier intento por parte de los jóvenes de abrirse hueco en un sector tan complicado como la arquitectura. «Llegar a pedir haber realizado numerosos proyectos por importes elevados a jóvenes que acaban de formar su propio estudio, les impide optar a una licitación pública para realizar un nuevo espacio o edificio, obligándoles a tomar otro tipo de vías con el objetivo de garantizar ciertos ingresos», lamenta.
En este sentido, subraya que el talento de una persona joven tiene el mismo valor que el talento de una persona que lleva años en la profesión. Pone como ejemplo, Noruega o Finlandia, países donde los jóvenes se pueden presentar a un concurso para la ejecución de un nuevo espacio cultural, museístico o urbano, sin experiencia previa. Solo, agrega el vallisoletano, tienen que demostrar con una pequeña propuesta si es mejor o peor que la de sus competidores.
A su juicio, la arquitectura debe cambiar. Esto no significa, aclara, que los jóvenes tengan que ser los únicos que pueden realizarlo, pero sí deben ser escuchados. «Un mayor número de opiniones y puntos de vista puede promover una mayor riqueza cultural y una mayor evolución. Ahora mismo hay una gran cantidad de talento desaprovechado, debido a los altos criterios de solvencia y exigencias por parte de las administraciones», concluye Jorge Cobo.