La ‘biblia’ para el cultivo de frutos secos
El ITACyL trabaja en una plataforma para generar conocimiento, evaluar y hacer posible la utilización de especies, como pistacho, almendro, avellano y nogal / Se usan técnicas de teledetección y aplicaciones para hacer seguimiento de los cultivos
Es la revolución de los frutos secos. Buscan a través de la investigación la manera de mejorar y avanzar. Investigadores del Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (ITACyL) participan junto con varias empresas, asociaciones, centros tecnológicos y agricultores de la Comunidad en el desarrollo de una plataforma para generar conocimiento, evaluar, implementar y hacer posible la utilización de especies de frutos secos , como pistacho, almendro, avellano y nogal.
«Se pretende llevar a cabo para cada especie una evaluación de sus posibilidades, generar un mayor conocimiento y ajustar las técnicas de cultivo que mejor se adaptan a las diferentes zonas de la región», expone la investigadora Sara Álvarez Martín . En este sentido, comenta que en pistacho se pretende profundizar en las características del cultivo para guiar a muchos profesionales que están expectantes ante la posibilidad que constituye un nuevo cultivo, evaluando además las ventajas y aportaciones en las cualidades del fruto. En el caso de almendro y nogal, añade, se trata de avanzar en la tecnificación del cultivo para ampliar las zonas de producción y aumentar su rentabilidad.
Además de estudiar un cultivo de reciente instauración en Castilla y León como es el pistacho , se utilizan técnicas de teledetección como los índices de vigor obtenidos a través de imágenes satélite y sus aplicaciones para zonificar, hacer seguimiento del cultivo, etcétera, apunta el investigador Enrique Barajas Tola.
Y es que dependiendo del conocimiento que se tenga del cultivo del pistacho puede tener muchas o pocas peculiaridades. «El pistachero o alfónsigo es un árbol que en España se introdujo hace 50 años, pero su auge ha empezado hace unos 20 años en España y 10 años en Castilla y León », aclara Álvarez Martín. Por tanto, es un cultivo muy reciente y a su vez muy desconocido que está lleno de peculiaridades, desde la geometría del propio árbol –altura de 5-6 metros en edad adulta–, hasta su resistencia al frío –20 grados bajo cero–, y su fortaleza frente a las plagas y enfermedades. «Si tenemos que destacar una peculiaridad del pistacho es su sabor recién cogido del árbol; es algo que no deja indiferente a nadie. La necesidad de ser secado en las 24 horas siguientes a la cosecha para evitar la aparición de aflatoxinas hace que pocas personas tengan la oportunidad de probarlos en fresco».
Para avanzar en el conocimiento de los frutos secos, este equipo multidisciplinar ha llevado a cabo un estudio a partir de una clasificación de vigor vegetativo –alto vigor y bajo vigor– de los árboles de pistachos en tres parcelas situadas en Pozal de Gallinas (Valladolid), Toro (Zamora) y Perales (Palencia), para descubrir cómo es el comportamiento agronómico, fenológico y la calidad del pistacho en función de dichos parámetros.
Para realizar la clasificación de vigor de las parcelas de pistacho se utilizaron imágenes obtenidas de la constelación de satélites Sentinel-2 (de uso libre y gratuito). Con estas imágenes y un software adecuado, tal y como explica Barajas Tola, se calculó un índice de vegetación llamado NDVI que relacionaba las bandas espectrales de rojo y el infrarrojo cercano y aporta una cuantificación de la vegetación que contienen los diferentes píxeles que forman las parcelas de pistacho.
Una vez obtenida esta clasificación se marcaron árboles de vigor alto y vigor bajo en cada parcela y se llevó a cabo un seguimiento exhaustivo y una amplia toma de dato en campo. En laboratorio se analizaron los parámetros de calidad nutricional de pistachos provenientes de árboles con vigor alto y con vigor bajo. Por último, se realizaron pruebas triangulares, es decir, catas para saber si el consumidor era capaz de discriminar la procedencia del pistacho.
Los resultados del estudio, avanza el investigador del ITACyL, han reflejado que la producción del pistacho está relacionada con el vigor de los árboles de pistacho y, por tanto, con su desarrollo vegetativo. Un dato clave, dice, ya que a partir de imágenes satélites se puede identificar qué zonas de las parcelas de pistachos son de diferente crecimiento y requieren un manejo diferenciado.
Otra de las conclusiones de este trabajo demuestra que no existen diferencias de calidad nutricional entre pistachos procedentes de árboles con distinto vigor , aunque el consumidor, a través de catas triangulares, sí que fue capaz de diferenciar tanto la procedencia de los pistachos como el vigor de los árboles de los que precedían.
«A partir de los resultados obtenidos, para una misma calidad de fruto, se podría utilizar el índice de vegetación NDVI como indicador para zonificar áreas con distinta capacidad productiva en una misma parcela, siendo muy útil para aplicar manejo, riego y fertilización variable en función del vigor», indica Enrique Barajas Tola.
En su opinión, puede suponer un ahorro considerable, ya que con la metodología propuesta se obtendría una zonificación de la parcela del cultivo y se verían qué zonas requieren más o menos riego y fertilización, en definitiva, en qué zonas es fundamental hacer un manejo diferenciado o a la carta. Este paso, dice el investigador, supondrá un ahorro de costes , puesto que a cada planta se le aplicará insumos en función de lo que necesita.
En este proyecto participan las asociaciones productoras de pistachos , Aspropicyl y Naturduero, y las empresas Pistacyl, Valnut y Partidora de almendras del Duero. También forma parte de esta iniciativa el Centro Tecnológico Agrario y Agroalimentario Itagra de Palencia. Además, avanza que se han puesto en contacto con el ITACyL otras compañías con el deseo de incorporarse y ser partícipes de los datos e innovaciones que se están generando.
De cara al futuro, Sara Álvarez Martín comenta que su idea es continuar con estos trabajos y si es posible ampliarlos en la medida de sus posibilidades . «Hay que tener en cuenta que tres años pueden parecer mucho, pero en cultivos como el pistacho con una vida útil de más de 50 años, no es nada. Podemos decir que estamos empezando a conocer el cultivo», concluye.